Un hito aeroespacial: En Huelva, se prepara el primer lanzamiento de un cohete español al espacio para esta primavera
- Será necesario que las condiciones meteorolígicas sean perfectas y desviar el tráfico marítimo y el aéreo
- La inversión para desarrollar el proyecto desde cero han sido unos sesenta millones de euros
Miura-1 es el nombre del primer cohete privado desarrollado en España que llegará al espacio. En las instalaciones del Médano del Loro en Huelva se ultiman los preparativos para lanzarlo al espacio entre abril y mayo. Raúl Verdú, cofundador y director de desarrollo de negocios de LPD Space, está muy orgulloso de “poder mostrarle a España y al mundo que estamos listos para nuestro primer lanzamiento espacial”.
La empresa LPD Space trabajaban de hacer trenes, partes de avión o submarinos. Ahora, durante más de doce años, se han centrado en desarrollar desde cero este cohete de doce metros de altura y setenta centímetros de ancho con tecnología 100% española.
“Esa capacidad de poder llegar al espacio a día de hoy es una limitación dentro de Europa“
“Llevamos diez años de trabajo para poner el cohete en la rampa. Ahora queda la fase final de este proyecto,” cuenta Raúl Verdú, cofundador y director de desarrollo de negocios de LPD Space. “Si lo conseguimos, subraya que somos los líderes europeos en este segmento de pequeños lanzadores a muchos niveles”. Ezequiel Sánchez, presidente ejecutivo de LPD Space, destaca: “Esa capacidad de poder llegar al espacio a día de hoy es una limitación dentro de Europa. No tenemos capacidad de lanzamiento prácticamente, pero queremos colocar a España en esa lista de países que tienen capacidad comercial de poder llegar al espacio. Eso va a ser un hito estratégico muy relevante.”
Los ensayos del Miura-1 y su misión
Para verificar el correcto funcionamiento del cohete, se realizan multitud de pruebas que se enfocan en distintos ámbitos desarrollados, como el motor, la electrónica, el software y las estructuras. “Es mucha preparación porque tenemos que demostrar primero que cada uno de los distintos sistemas que hemos probado ya en una unidad en tierra está lista para poder realizarlo en vuelo”, explica Ezequiel Sánchez. Por ejemplo, se probarán con el cohete anclado, es decir un encendido de motor sin lanzamiento.
La misión es un vuelo suborbital de doce minutos, es decir ascender cien kilómetros de alto con una maniobra muy concreta y descender tumbado hacia el mar. “Hay un objetivo secundario, que será muy complejo que consigamos a la primera, que es recuperarlo”, explica el cofundador. Si se lanza y no se recupera, se pierde la inversión de esa unidad de vuelo. “Cuando se somete a temperaturas altísimas, por lo que este lanzador está pensado para tener datos reales de un cohete volviendo del espacio y aprender a recuperarlos para, eventualmente, volverlos a lanzar”.
“Cuando programamos el lanzamiento es porque pensamos que tenemos el 100% de posibilidades de que va a funcionar“
El vuelo solamente se realiza cuando el equipo está seguro de que todo funciona correctamente. “Cuando programamos el lanzamiento es porque pensamos que tenemos el 100% de posibilidades de que va a funcionar porque si no, no lo haríamos, pero es cierto que nos podemos encontrar con dificultades. Si yo tuviera que decirlo ahora daría un 50% de probabilidad de éxito, que es algo normal”, afirma Ezequiel Sánchez, presidente ejecutivo de LPD Space.
“Lo normal en un lanzamiento inaugural es que algo salga mal. Es fundamental entender por qué ha fallado el lanzador de ese primer lanzamiento porque se aprende para el siguiente”, confiesa Raúl Verdú. Es por eso que en la fábrica se están montando otros dos cohetes. “La verdad es que tener varias unidades de calificación también da confort a poder asumir los riesgos necesarios”.
“Para nosotros lo importante es dar pasos certeros“
Tras el primer intento, que será en abril, se abre una investigación sobre los problemas ocurridos en el lanzamiento. Cuando se solucionen, se vuelve a intentar. Por lo tanto, la fecha del siguiente intento no está determinada. “Pueden ser dos meses o pueden ser medio año. Para nosotros lo importante es dar pasos certeros, no asumir excesivos riesgos y asegurarnos de que en pocos intentos llegamos a conseguirlo”, cuenta Verdú.
Del Miura-1 al Miura-5
“Tenemos que hacer un proyecto alcanzable“
El reto técnico lo han dividido en varias fases. A pesar de que el objetivo final es desarrollar un lanzador de satélites al espacio, Raúl Verdú tiene claro la meta del Miura-1 es conseguir llegar al espacio por primera vez: “Si estuviésemos desarrollando un coche de carreras, no tiene sentido desarrollar primero un Fórmula 1. Esto es lo mismo. Tenemos que hacer un proyecto alcanzable para nuestra compañía”.
El Miura-1 lo han denominado también ‘unidad cero’ o ‘elemento A’. Según Ezequiel Sánchez, “nos ha permitido testar los límites de la tecnología. Es un cohete similar al que vamos a utilizar para vuelo, pero que lo hemos utilizado para calificar cada subsistema y el proceso de vuelo sujeto en tierra. Una vez funcionen de una manera adecuada, estaríamos preparados para poder volar”.
“El Miura-5 es un vehículo totalmente comercial“
El lanzador Miura-5 será tres veces más grande que el Miura-1 y compartirá el 70% de las tecnologías con el cohete. “El Miura-5 es un vehículo totalmente comercial. Será el cohete que utilicemos para transportar los satélites de nuestros clientes,” cuenta Raúl Verdú, cofundador y director de desarrollo de negocios de LPD Space, cuyo negocio es cobrar por cada kilogramo de satélite que lanzan al espacio.
La fecha de lanzamiento del Miura-5 no está determinada porque se retrasará hasta que se solucionen todos los problemas específicos que salgan de los ensayos del Miura-1. “Ya tenemos unas ventanas de lanzamiento, que son unas fechas que está cerrado tanto el tráfico marítimo como aéreo para poder desarrollar las operaciones con seguridad, que es lo prioritario”, explica Ezequiel Sánchez. “Se tienen que dar tres condiciones: La tecnología tiene que estar preparada, la autoridad nos dé el permiso de que tenemos la capacidad de poder lanzar y, tercero, que haga buen tiempo”.
Los usos en nuestro día a día
Las aplicaciones que basan su funcionamiento en satélites las utilizamos todos los días. “Todos vemos una previsión meteorológica en el móvil. Vimos la final de la copa del mundo de fútbol”, pone como ejemplo Verdú.
Además, estas infraestructuras espaciales contribuyen a reducir la huella de carbono vía mejores modelos de emisiones de CO2 o para gestionar mejor el agua. “Al final, de lo que va es de digitalizar los principales activos que tiene el ser humano”, explica el cofundador. “Por ejemplo, tener buenos mapas sería imposible sin infraestructura espacial”.
Además, este tipo de cohetes también se usan para proyectos de microgravedad. Ezequiel Sánchez, presidente ejecutivo de LPD Space, lo explica: “Estamos certificando una metodología y luego dos experimentos nuestros respecto a componentes”. En los vuelos de caída libre se hacen experimentos de tipo biológico, pero con los vuelos continuados que se están desarrollando se podrá estudiar el comportamiento de determinados alimentos, moléculas y fármacos.