Cuando el violador es un menor: ¿qué hay detrás del aumento de delitos sexuales en adolescentes y niños?
- La pornografía violenta y una educación sexual deficiente contribuyen al incremento, según la Fiscalía y los expertos
- Cuando el agresor es menor de 14, servicios sociales actúa, pero falta formar a los docentes para anticiparse y prevenirlo
Casi la mitad de las víctimas de delitos sexuales son menores, según un informe del Ministerio del Interior de 2021. Sin embargo, en menor medida, niños y adolescentes se encuentran también del otro lado: pueden ser quienes cometen la violación.
En Cataluña se han conocido varios casos recientes. Los Mossos d’Esquadra detuvieron e identificaron en febrero a cinco menores por su presunta participación en un asalto en grupo a una niña de 11 años en un centro comercial. Asimismo, otros cinco menores están siendo investigados por otra agresión sexual en su colegio y un adolescente está acusado de violar a una niña en su casa. En los dos primeros, algunos de los implicados tienen menos de 14 años, por lo que no se les pueden imputar delitos.
La cercanía de los hechos, sin relación entre ellos, eleva la percepción de que son solo tres manifestaciones extremas de una violencia sexual que —nos dicen los expertos— está "demasiado" presente en su educación a través de la pornografía. Analizamos con ellos las aristas de este problema social: ¿qué dicen los datos?, ¿cómo se actúa cuando el agresor es menor de 14 años?, ¿cómo prevenir estos delitos y sus consecuencias para las víctimas?
Pornografía y más concienciación detrás del incremento de casos
La preocupación emana de los datos oficiales. La Fiscalía advierte del "progresivo e importante incremento de los delitos contra la libertad sexual" en el apartado dedicado a la responsabilidad penal de los menores de su última memoria. Así, en 2021, se incoaron 2.625 procedimientos por estos motivos, 964 más que en 2020 y 691 más que en 2019.
La misma tendencia se revela cuando ampliamos la foto y observamos los datos sin corte de edad: los delitos sexuales se disparan un 30% entre 2019 y 2022, de acuerdo con un informe del Ministerio del Interior, que lo relaciona "en parte" con las políticas de concienciación que se traducen en una mayor disposición a denunciar los hechos, así como en el cambio en la ley en 2015 que elevó de trece a dieciséis años la edad para prestar consentimiento en las relaciones sexuales.
No es la única explicación al incremento que ofrecen las fuentes consultadas por RTVE.es. Una palabra que se repite en todas las versiones: pornografía. "Esta mañana he estado en un centro educativo y siempre hacemos una lluvia de ideas de lo que significa la sexualidad. Me ha sorprendido muchísimo que en todos los grupos de 1º de la ESO aparecían de forma constante palabras y referencias a cosas que han escuchado en el porno", ilustra Raquel Hurtado, subdirectora y portavoz de SEDRA-Federación de Planificación Familiar, sobre su última sesión de educación sexual con niños de 11 y 12 años.
Este consumo "fácil y constante" de contenidos pornográficos, según la Fundación ANAR, es lo que normaliza que se trate a una mujer como a un objeto o de forma violenta, igual que ven a menudo en los vídeos accesibles en un par de clics. En ellos, de acuerdo con Hurtado, es habitual que se transgredan los límites de la otra persona durante el encuentro sexual, algo que se entiende entonces como deseable y muy masculino.
En este sentido, la fiscal de menores de Granada señala en la memoria la "contradicción" que supone que la difusión de contenidos sexuales esté regulada en los medios de comunicación tradicionales, pero no exista ningún protocolo para impedir el acceso de menores a estas webs.
"Puede estar dándose cierta banalización de la sexualidad entre los menores", coincide Carlos Benedicto Duque, doctor en Psicología clínica, legal y de la salud y coordinador técnico de centros en la asociación GINSO, que señala otras fuentes de exposición a esos "modelos desviados", como la música, las redes sociales…: "Están demasiado expuestos y su nivel de madurez no va a acorde a lo que están escuchando o viendo en una pantalla".
No solo violaciones
Esto no solo repercute en el aumento de agresiones sexuales con fuerza física, como las vistas recientemente en Cataluña. El 14% de las chicas menores de 20 años afirman que se han sentido presionadas para actividades de tipo sexual en las que no querían participar, según se desprende de una encuesta publicada en 2021 por el Ministerio de Igualdad, que concluye que un 6,4% del total de las participantes en el estudio reconocen haber sufrido violencia sexual.
Sucede desde edades muy tempranas y habitualmente por parte de hombres de su ámbito cercano. "En nuestro día a día vemos que todavía se denuncia poco, hay mucha reticencia", puntualiza Sonsoles Bartolomé, responsable jurídica de la Fundación Anar. Esta entidad desveló en un estudio hace dos años que un 29% de los agresores sexuales a menores tenía también menos de 18 años al perpetrar la agresión, una cifra que se acercaba al 40% cuando las víctimas tenían entre 13 y 15 años. Precisamente para esas edades, el estudio de Igualdad también señala que es cuando se produce el pico de agresiones.
"Podría deberse a nuevas formas de violencia asociadas al abuso sexual presentes especialmente en la primera adolescencia (…) De hecho, en el caso del sexting y la pornografía, el agresor menor de edad predomina sobre el mayor de edad", reflexiona la investigación de ANAR.
En cualquier caso, el rango de agresiones sexuales es amplio y el perfil de los agresores, muy heterogéneo, según describe el doctor en psicología Carlos Benedicto, que ha investigado este tipo de criminalidad juvenil: desde quienes tienen un comportamiento antisocial, baja tolerancia a la frustración y abusan de otros iguales o mayores que ellos, hasta quienes se caracterizan por mayor soledad, falta de autoestima e incapacidad social y eligen víctimas aún menores.
Entre todos ellos, el experto llama la atención sobre los agresores sexuales que actúan en grupo, puesto que algunos estudios internacionales consideran que pueden representar un 20-30% del total de las agresiones sexuales perpetradas por menores. "La dinámica está influenciada por procesos grupales que son muy relevantes a estas edades. Se diluye la responsabilidad y el grupo se cohesiona en torno a un acto delictivo, se idealiza", señala Benedicto.
¿Cómo se responde cuando hay delitos? ¿Y si son menores de 14?
En las agresiones sexuales en grupo denunciadas recientemente en Badalona y El Vendrell, algunos de los presuntos implicados tienen menos de 14 años, por lo que la legislación española no les exige responsabilidad penal. Esto ha reavivado el debate en torno a si es necesario bajar la edad a partir de la cual un menor puede ser juzgado. El PP ya lo ha reclamado y, según informa Efe, el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha reconocido ante periodistas que están estudiando las medidas posibles.
"Por debajo de 14 no es que no se haga nada, pero la intervención es otra", previene Sonsoles Bartolomé, responsable jurídica de la Fundación ANAR, y explica que la respuesta en esos casos se ofrece desde los servicios sociales y junto a la familia para ver "qué le está pasando al menor para tener esa conducta y adoptar las medidas que procedan". Entre los 14 y los 18 años, en cambio, sí entra en juego la Fiscalía y el Juzgado de Menores, cuyas medidas tienen igualmente un enfoque más "educativo" que las penas previstas en el Código Penal para los adultos. En ese sentido, el fiscal de Sala Coordinador de Menores, Eduardo Esteban, ha prevenido en RNE de cambiar la edad penal, puesto que "la filosofía de la justicia juvenil es de pura recuperación, no sancionadora".
"La respuesta judicial estará relacionada con la gravedad del delito y las características sociofamiliares del menor (…) Muchos de estos delitos conllevan la adopción de medidas de internamiento en centros de menores", concreta, por su parte, Carlos Benedicto, que conoce de cerca los programas de salud mental y reintegración.
"Normalmente, nos centramos en una primera parte de reconocimiento del delito, ya que suelen presentar argumentos para no asumir lo que ha pasado. Se tiene que trabajar el autocontrol, la autoestima, la sexualidad, las relaciones sociales, las distorsiones que influyen en las interpretaciones de las situaciones, la falta de empatía y la prevención de recaídas", desarrolla el coordinador técnico de centros en la asociación GINSO.
Estos programas también tratan de implicar a las familias que, del mismo modo, muchas veces tampoco asumen lo ocurrido y su papel es clave para minimizar el riesgo de que los menores vuelvan a cometer una agresión sexual. "Afortunadamente, el riesgo de reincidencia en estos delitos es bajo, en torno al 10-20% según los estudios. Si pasan por un tratamiento científicamente validado, este nivel de reincidencia baja hasta un 4-10%", aclara Benedicto.
Educación sexual para niños y niñas, protocolos para el profesorado
Pero el derecho penal, advierte ANAR, debería ser solo la última vía. La solución necesaria a este problema social pasa por educación sexual desde la infancia para "revertir" la narrativa machista y violenta presente en la pornografía, pero también por la formación del profesorado para detectar y actuar ante posibles conflictos. "La educación sexual de los niños es incorrecta", ha afirmado Eduardo Esteban, fiscal de Sala Coordinador de Menores, en RNE.
"Incluso cuando son más pequeñas, hay cuestiones que podemos trabajar que tienen que ver con identificar mis límites, lo que me gusta, lo que no, y con ayudarles a no sobrepasar los límites del resto de personas", expone también Raquel Hurtado, quien habitualmente imparte talleres en colegios e institutos con SEDRA-Federación de Planificación Familiar. Pero con dos horas al curso, opina ella, no es suficiente para impulsar un cambio.
Hurtado pide también herramientas y protocolos para que los profesores no se sientan como "llaneros solitarios" al encontrarse con situaciones de acoso o, incluso, agresión sexual entre sus alumnos. En esa situación, ANAR anima a llamar a líneas de orientación como la suya (+34 600505152) o la de la Unión Europea (116111, gestionada por las comunidades autónomas) para informarse. "La formación de los profesionales que están en el entorno de los menores de edad es esencial para la prevención", zanja Bartolomé.