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Guerra en Ucrania

La guerra de desgaste agrava la destrucción ambiental en Ucrania: "En algunos sitios será casi imposible vivir"

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Parque Nacional de las Montañas Sagradas, en Donetsk, cerca del epicentro de la guerra de Ucrania
Parque Nacional de las Montañas Sagradas, en Donetsk, cerca del epicentro de la guerra de Ucrania

A pocos kilómetros de Bajmut, donde se libra la batalla más larga y sangrienta de la guerra de Ucrania, hay un lugar muchos menos conocido internacionalmente, pero de incalculable valor natural y cultural para los ucranianos. Se trata del parque nacional de las Montañas Sagradas -Sviati Hora-, hogar de formaciones calcáreas únicas en Europa y de bosques centenarios. Un paisaje arrasado ahora tras meses de bombardeos.

Hace algo menos de un año, RTVE.es publicaba un reportaje sobre el impacto ambiental de la guerra. Los expertos consultados alertaban del riesgo para zonas protegidas como este parque nacional, donde se habían desatado graves incendios a raíz de los ataques. Desde entonces, esta amenaza para la naturaleza y muchas otras han ido a más, a medida que la región donde se encuentran las Montañas Sagradas, el norte de Donetsk, se convertía en el epicentro de una cruda guerra de trincheras en la que Rusia y Ucrania se disputan ferozmente hasta el último centímetro de tierra.

Hay una clara relación entre dónde y cómo se libra la guerra y la dimensión ambiental de esta

"Hay una clara relación entre dónde y cómo se libra la guerra y la dimensión ambiental de esta", apunta a RTVE.es Doug Weir, director de la organización británica Conflict and Environment Observatory. "En la zona del Donbás la línea de frente es cada vez más estática y hay un gran uso de artillería, con decenas de miles de rondas de proyectiles disparadas cada día. Esto tiene un impacto enorme en las tierras para la agricultura y también en las ciudades", explica.

En el Donbás, el corazón industrial del país, los bombardeos sobre fábricas y equipamientos militares liberan además materiales tóxicos como el amianto, mientras que impactos indirectos como los provocados sobre los sistemas de alcantarillado hacen aún más insalubres e invivibles las ciudades del castigado este de Ucrania.

Plantean crear zonas de exclusión como la de Chernóbil

Estas zonas, sometidas no solo a los bombardeos, sino al paso de tanques y tropas o a la instalación de trincheras, serán "muy difíciles de recuperar", alerta Yevhenia Zasiadko, portavoz de la organización ecologista ucraniana Ecoaction. Las tareas de restauración de suelos y aguas pueden llevar 40 o 50 años, afirma, pero "será prácticamente imposible devolver a un estado anterior a febrero de 2022" espacios protegidos como las Montañas Sagradas.

En Donetsk y Lugansk, Ecoaction se ha llegado a plantear incluso la necesidad de establecer nuevas "zonas protegidas", ya que la contaminación del suelo y el agua es tan alta que es "prácticamente imposible vivir", según Zasiadko. Se trataría de áreas donde se dejaría a la naturaleza recuperarse a sí misma, como ocurrió con la zona de exclusión de Chernóbil tras al accidente nuclear, y que se ha convertido en un auténtico refugio para especies como osos, lobos, bisontes, alces, linces, o caballos salvajes.

Habrá lugares muy dañados donde sea demasiado cara o demasiado complicada la restauración, y puede que acaben por entregarlos a la naturaleza

"Habrá lugares muy dañados donde sea demasiado cara o demasiado complicada la restauración, y puede que acaben por entregarlos a la naturaleza", coincide también Weir. Pone el ejemplo del norte de Francia tras la I Guerra Mundial, donde hay suelos en los que la presencia de explosivos y de contaminación por metales pesados impide cultivar esas zonas. En las partes más devastadas del Donbás, con campos y acuíferos envenenados, la vuelta de sus habitantes se hace inviable.

Aunque por número de casos el daño a la industria es el principal impacto ambiental registrado en el conflicto, preocupa especialmente la contaminación del suelo y el agua, ya que tiene un impacto directo sobre el futuro de la población en estas zonas. Con las lluvias en primavera, explica Zasiadko, la contaminación que han dejado bombardeos y batallas en la tierra en los últimos meses, se filtra a ríos y acuíferos, haciendo inviable el agua para consumo humano y agrícola, y dejando en la práctica desiertos productivos en buena parte del país.


Caballos salvajes en la zona de exclusión de Chernóbil.

Caballos salvajes en la zona de exclusión de Chernóbil. Getty / C. Moswitzer

Águila de cola blanca asentado en la Reserva de la Biosfera del Mar Negro.

Águila de cola blanca asentado en la Reserva de la Biosfera del Mar Negro. Yu Moskalenko

Parque natural nacional Montañas Sagradas (Sviati Hory).

Parque natural nacional Montañas Sagradas (Sviati Hory). K. Brizhnichenko

Exigen a Rusia casi 50.000 millones de euros en reparaciones ambientales

El gran reto al que se enfrentan tanto el Gobierno ucraniano como organizaciones independientes es medir el impacto en aquellas zonas donde ahora mismo se están librando batallas (como el frente de Bajmut) o bien las que están controladas por Rusia. En las zonas del Donbás controladas por autoridades prorrusas desde 2014 no hay información veraz de los daños ambientales desde aquel momento, denuncian desde el CEOBS.

Hasta el momento, y solo en las zonas controladas por Kiev, la Comisión Ecológica Estatal ha estimado las pérdidas ecológicas causadas por la invasión rusa en unos 1.907.000 millones de UAH, 48.000 millones de euros. Tanto Zasiadko como Weir consideran que estas cifras son útiles para dar un valor aproximado de los daños, pero aclaran que será en un futuro una investigación internacional -a nivel europeo o de la ONU- quien use su propia metodología para determinar el alcance de esa destrucción. En todo caso, las cifras finales serán "más altas", según la ecologista ucraniana.

La cuestión que sobrevuela estas cifras es ¿quién pagará por ello? Kiev está determinado a que sea Moscú quien se haga cargo de compensar los estragos ambientales que ha provocado, unos daños que perduran mucho más que la destrucción de un edificio, por ejemplo.

Weir advierte que será difícil, aunque algunos hechos empiezan a hacer esta opción más viable que al inicio de la guerra. "Hay voces importantes reclamando que se paguen estas reparaciones", asegura. Cita, por ejemplo, a Reino Unido, o a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien avanzó que la Unión Europea podría usar el dinero ruso retenido -300.000 millones de euros del Banco Central Ruso y 19.000 millones de los oligarcas- para compensar a Ucrania y financiar la reconstrucción.

La orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional contra Putin puede abrir una vía en ese sentido para exigir compensaciones a Rusia, pero también puede provocar "más tensiones", señala este analista británico. En todo caso, si finalmente se construye un caso internacional que obligue a Moscú a reparar las pérdidas ocasionadas a Ucrania, las ambientales "estarán muy abajo en la lista de prioridades", y el plazo para que estas se pagaran podría ser de 10 o 20 años.

Más de 900 daños ambientales registrados

Para poder llevar a Rusia a la justicia internacional, Ecoaction empezó a recopilar en un mapa interactivo posibles crímenes ecológicos que se estaban cometiendo en la guerra. Curiosamente, Ucrania y Rusia son dos de los pocos países en el mundo que contemplan en su legislación el crimen de ecocidio, un tipo legal que activistas climáticos quieren introducir en la legislación internacional.

Cuando se publicó el anterior reportaje de este medio sobre el tema, en mayo del año pasado, eran más de 200 los hechos de estas características. Ahora son 943, aunque ya no se contabilizan como crímenes, sino como "potenciales impactos ambientales". El motivo del cambio metodológico, explica Zasiadko, es que no todos los hechos que se medían podían ser llevados a la justicia.

En todo caso, el recuento actual mide daños tangibles sobre el medio ambiente en todo el país, como la afección a 1,24 millones de hectáreas de reservas naturales, según el nuevo mapa elaborado por la organización junto a Greenpeace. Entre los daños hay amenazas nucleares como los combates cerca de la central de Zaporiyia, la más grande de Europa, o impacto en la fauna terrestre y marina. Se ha detectado, por ejemplo, un aumento inusual de la llegada de delfines muertos a las costas del Mar Negro.

"Mueren por las minas que Rusia ha dejado en la costa", explica Zasiadko, así como por la llegada de buques de guerra y su uso del sónar, que perturba el sensible sistema de ecolocalización de estos animales. Además de los impactos locales, está la huella climática global, que un estudio de organizaciones independientes junto al Ministerio de Medio Ambiente ucraniano cifra en más de 100 millones de toneladas de CO₂ en los primeros siete meses de conflicto, el equivalente en ese periodo a las emisiones de un país como Países Bajos.

¿Oportunidad para una transición "verde y justa" en el Donbás?

Más allá de la destrucción ecológica que está dejando esta guerra, organismos ucranianos e internacionales ya miran cómo se puede llevar una reconstrucción "verde" en una región como la del Donbás, que basa su economía en el carbón y la industria pesada.

Allí, Rusia ha inundado más de 40 minas de carbón, un "desastre medioambiental" para el territorio y sus acuíferos, expone la portavoz de Ecoaction. Esto obligará además a replantear la economía y el suministro energético de la zona, basándolo en fuentes sostenibles, para lo que Ucrania pide ayuda internacional.

Las comunidades del Donbás son increíblemente dependientes del carbón y la industria pesada y necesitan seguridad de que la transición será justa

"Kiev ya estaba planteando la transición verde antes de la guerra. Las comunidades del Donbás son increíblemente dependientes del carbón y la industria pesada y necesitan seguridad de que la transición será justa", asegura Weir. Las posiciones del Banco Mundial y los donantes internacionales que financiarán parte de la reconstrucción ya apuntan en esa dirección, mientras que la sociedad civil ucraniana también presiona para que esta reconstrucción sea "verde y justa".

En todo caso, este experto vaticina que habrá "tensión" entre aquellos sectores con interés económico en reconstruir rápidamente y sin altos estándares ambientales. Todo dependerá, además, de cuánto dura una invasión de la que no se vislumbra final cercano, y que sigue sembrando una incalculable destrucción tanto en vidas humanas como en el medio natural.