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Maggie O'Farrell retorna a la ficción histórica tras la gloria de 'Hamnet': "Doy voz a personajes olvidados"

  • La escritora presenta en España su última novela tras el superventas internacional, Hamnet
  • El retrato de casada recupera a Lucrezia di Cosimo, una adolescente de la nobleza italiana en el Renacimiento

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La escritora norirlandesa Maggie O'Farrell este lunes en Madrid
La escritora norirlandesa Maggie O'Farrell este lunes en Madrid

En Hamnet, la escritora Maggie O'Farrell (Coleraine, Ulster, 1972) alumbró una rendija en sombras de la historia asomándose a la desconocida vida familiar de William Shakespeare y al duelo por la muerte de su hijo de once años (una variación del nombre Hamlet que inspiraría la obra teatral).

Con las escasas piezas fidedignas que tenía en su mano, O'Farrell armó un mapa emocional y originalísimo convertido en bestseller internacional súbito en 2021, sumado a una cascada de reconocimientos como el Women’s Prize for Fiction y el National Book Critics Circle Award.

"La verdad es que no leo las críticas. Prefiero no ser consciente para mi siguiente libro porque cada novela debe surgir de una pregunta interior, pero el éxito de Hamnet fue lo menos raro que ocurrió en mitad de una pandemia", asegura la autora entre risas y resta importancia a la gloria de su anterior criatura casi transformada en obra de culto.

En su nuevo libro, El retrato de casada (Libros del Asteroide), Maggie O'Farrell se distancia y se aproxima de modo muy consciente de Hamnet.

Sitúa la acción en la Italia fragmentada del Renacimiento en un mundo opulento de intrigas políticas, pero tira de nuevo del hilo de la ficción para rellenar los huecos de un episodio histórico que orbita en torno a un personaje desconocido: Lucrezia di Cosimo de' Medici d'Este.

La futura duquesa de Ferrara fue obligada a casarse con tan solo quince años con el noble Alfonso II tras el fallecimiento de su hermana, y debía proporcionarle un heredero imperiosamente.

"Lo que me interesa realmente es la historia detrás de la historia y dar voz a los personajes olvidados, ya sea el hijo de Shakespeare o una niña de la que apenas había información", señala O'Farrell en la presentación este lunes de la novela en Madrid.

Un puzle histórico a través de la mirada de una adolescente

El poema de Robert Browning Mi última duquesa, de obligatoria lectura en los colegios británicos, explotó como un "relámpago" en la mente de la escritora tras la pista de alimento literario después del brillo de Hamnet. Desde los versos alcanzó a Lucrezia y a uno de los pocos retratos que se conservan de la joven donde emergía con expresión "preocupada".

"La escasa documentación que se conservaba era sobre las cartas de sus poderosos padres (el duque Cosimo I de Medici y su excepcional esposa Eleonora) pero en ellas apenas se la nombraba. Solo en una referencia muy breve se decía que era muy soñadora y distraída. Me di cuenta de que no se le prestaba atención que no era querida y eso me atrapó", explica.

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"Y pensé en los adolescentes porque yo soy madre de tres hijos. Las niñas que vemos en las pinturas a pesar del lujo de los trajes eran pequeñas y parece que aceptaban su destino pero probablemente detrás existían posturas como las de Lucrezia", y añade sobre la maraña de alianzas matrimoniales que la astronómica dote por su casamiento se elevó a 200 escudos de oro, el equivalente a 1'5 millones de euros.

La muerte como sustrato literario

O'Farrell nos coge de la mano con naturalidad para observar la vida cotidiana de la imaginativa duquesa en el palazzo, y acompaña la corriente de sus agudos pensamientos que maquinan cómo comportarse ante un esposo tiránico e inquietante.

La narración se detiene con elegancia en cada leve detalle de ropajes, peinados, obras de arte o las diferencias de clase en el siglo XVI, en un fresco vivísimo fruto de una investigación en la que Maggie O'Farrell "disfrutó" en un viaje integral al Renacimiento. "Cuando escribo una novela histórica quiero que se sienta como algo nuevo, no como si ya conociéramos todo, y que conecte con el hoy en día".

Entre esos cabos surgidos de las tinieblas, se halla la descripción de los zoológicos en las entrañas de los palacios florentinos, con leones y tigres enjaulados en un trasunto del infierno interior de la adolescente en una escena clave.

Paradojicamente, la afable y muy alegre O' Farrell, vuelve la mirada a la muerte como sustrato creativo recurrente. Confiesa que le atrae especialmente "no lo hago conscientemente pero forma parte de la vida y está ahí".

Lo desgrana en sus memorias, Sigo aquí (2017), donde narraba las graves alergias que padece una de sus hijas, en el dolor por el fallecimiento de un vástago en Hamnet, en la amenaza latente de un potencial asesino o sobre la herencia de la hermana muerta en El retrato de casada.

Junto a su idolatrado William Shakespeare, la autora eleva a Miguel de Cervantes como referente en el humor y en el calado histórico en su navegación a través de los siglos, aunque comenta que no retornará al Renacimiento porque podría convertirse "en una serie", y acota semejanzas entre ambos genios.

"No puedo dejar de ver algo de Don Quijote en El rey Lear de Shakespeare. Es uno de mis libros favoritos y me encanta", admite mientras pide recomendaciones de otros autores españoles para llenar sus lecturas.