¿Quién está detrás de la ola de incendios en Asturias?: "El noroeste de España tiene un problema con el uso del fuego"
- Apenas hay dudas de que la mayoría han sido provocados, bien de manera intencionada o bien negligente
- Desde numerosos ámbitos, denuncian que una gran parte tiene su origen en la generación de pastos
Asturias ha sufrido la peor oleada de incendios desde 2017, con aproximadamente 11.000 hectáreas arrasadas después de más de diez días de fuego. El hecho de que se llegasen a producir hasta 135 focos de manera simultánea lleva a pensar que la mano del hombre ha estado detrás de la mayoría de ellos. "Asturias no arde, la queman", ha asegurado el presidente de la comunidad, Adrián Barbón, quien ha insistido en que "son acciones organizadas" y "los culpables no van a quedar impunes". Sin embargo, aunque apenas hay duda de que la mayoría de estos fuegos son intencionados o negligentes, es precisamente el Gobierno del Principado el que ha recibido mayores críticas.
Cientos de personas han participado este lunes en Oviedo en una concentración organizada por una veintena de colectivos ambientales asturianos para denunciar la falta de medios humanos y materiales destinados la prevención y extinción de incendios. Los manifestantes han reprochado al Gobierno autonómico que su labor en este sentido ha sido "ineficaz durante los últimos años". La califican de "negligente e incompetente", y creen que "da impunidad a quienes pretenden quemar el monte". Además, apuntan a un culpable claro: "El 80% de los incendios en la comunidad autónoma tienen origen en la generación de pastos".
Otro de los aspectos que critican con mayor dureza es que la Ley de Montes de Asturias, aprobada en 2017, permite usar de forma inmediata para pasto las zonas quemadas, algo que no sucede en el resto de España. E igualmente denuncian que el nuevo plan forestal de la comunidad autónoma apuesta por incrementar la superficie de eucaliptos y coníferas, cuando son árboles que convierten "el monte en una bomba incendiaria por su alta combustibilidad".
Una política "muy confusa"
Una reprobación compartida por el decano del Colegio de Ingenieros de Montes, Eduardo Rojas, quien declara a RTVE.es que "la política asturiana ha sido muy confusa con respecto al tema forestal", al mismo tiempo que contrapone esta gestión a la de Galicia, la región española que sufre con diferencia un mayor número de fuegos. "Galicia llegó a tener 10.000 incendios al año, pero ha bajado a 3.000, que siguen siendo muchos, pero es un descenso impresionante", explica, para dejar claro que "eso no ha ocurrido en el noroeste de Castilla y León, ni en Asturias ni en Cantabria". "La Xunta de Galicia ha hecho una combinación de políticas bastante inteligente que han ido desactivando ese problema con muchas medidas, incluso represivas", valora.
Para este ingeniero de montes, que también es profesor de la Universitat Politècnica de València, en el noroeste peninsular "hay un problema acantonado de uso del fuego muy potente, incluido el norte de Portugal, que no se da en el resto de España". Y apunta a que viene de largo, ya que cree que "está muy vinculado a culturas celtas muy ganaderas, que han usado tradicionalmente el fuego para imponer ese uso ganadero tan generalizado".
Rojas indica que esta situación está agravada en buena medida por el "hundimiento del mundo rural", donde "mucha agricultura y ganadería extensiva está sostenida por jubilados". "Toda la vida ha existido la tradición de quemar con fuego controlado en primavera lo que molesta a la ganadería, pero antes eran jóvenes y muchos, y esta práctica se hacía con suficientes efectivos y con más cuidado. Además, había mucha menos biomasa, porque se gestionaba mucho más intensamente el monte -leñas, pasto...-", sostiene.
No obstante, deja claro que "esta actividad agrícola y ganadera de jubilados es muy respetable, y además mantiene una parte importante del territorio", pero la califica como "un peligro para los incendios". "No es que quieran quemar 1.000 hectáreas, es que se les escapa", puntualiza.
El conflicto con el lobo
Para el profesor de la Universidad de Oviedo Arturo Colina, las causas detrás de esta proliferación de incendios "son múltiples". "Normalmente se atribuye a ganaderos para la generación de pastos, pero hay diversas razones, no solo es esa. Por ejemplo, esta explicación no tiene sentido en el monte Naranco, porque allí apenas hay ganadería", manifiesta a RTVE.es. Durante la última oleada de incendios, al menos una docena de focos se localizaron en este monte, situado en las inmediaciones de la capital asturiana, y llegaron a quemar una cuarta parte de su superficie vegetal.
"Puede ser en parte para la regeneración de pastos, pero el conflicto con el lobo también es importante, puesto que ha originado un malestar grande, así como los daños que genera el jabalí", precisa, para apuntar a otro factor que a su juicio es relevante: la renaturalización de los paisajes, puesto que "son tierras que ya no se utilizan para pastos o para cultivos, y como ya no hay esa presión, avanza en ellas la naturaleza".
El lobo y el jabalí representan cómo los problemas con la fauna silvestre también pueden ser el origen de incendios. Cuanto más renaturalizado esté el territorio, más refugio tienen estos animales, y la utilización intencionada del fuego podría servir para destruir este hábitat y mantenerlos alejados del ganado y de los cultivos.
"El tema del lobo ha generado mucho conflicto social y quizá se podría haber llevado de otra manera por el Ministerio de Transición Ecológica y ha puesto al Gobierno del Principado en una situación muy incómoda y kafkiana de explicar", apunta en este sentido el decano del Colegio de Ingenieros de Montes Eduardo Rojas, quien opina que "las decisiones políticas impuestas de arriba abajo desde las capitales a la población rural también pueden acabar en incendios". "Lo más recomendable es buscar la aceptación social", sugiere.
Arturo Colina, que es miembro del Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (Indurot), mantiene en todo caso que los fuegos "están relacionados con la población local, con unas prácticas tradicionales que a estas alturas se entienden mal, porque no comprenden el peligro ni el daño ambiental que pueden acarrear", a lo que se suma "una atonía de las administraciones".
Este especialista considera que la solución al problema de los incendios "es muy compleja, porque la situación socioeconómica y demográfica del medio rural es delicada". "Tenemos una población envejecida y un sistema económico basado sobre todo en la ganadería de vacuno", describe, e indica que "de momento, lo que habría que hacer es llevar a cabo una evaluación del riesgo alrededor de los pueblos, y tomar medidas de limpieza, para proteger a la población", aunque precisa que el verdadero objetivo "no es limpiar, sino gestionar el monte, para lo que hace falta trabajar a largo plazo". "La solución no la vamos a tener mañana, hay que trabajar muchos años, constantemente y en la misma dirección", asegura.
El sector ganadero se defiende
Ante las críticas recibidas, los ganaderos asturianos se defienden destacando la importante labor que han desempeñado en la extinción de los incendios, y rechazando tajantemente las insinuaciones que "buscan la criminalización del sector", vinculando a la ganadería con los fuegos.
"Muchos ganaderos van a sufrir las consecuencias de los incendios que asuelan nuestra región, porque la superficie quemada quedará excluida para las ayudas de la PAC", advierte el sindicato Asaja, quien considera que "la falta de política forestal y de prevención de incendios, unida al abandono de la actividad agrícola y ganadera y al despoblamiento del medio rural, es lo que ha propiciado el crecimiento desmesurado de la vegetación y ante cualquier anomalía climatológica, por ejemplo viento del sur, se produce una proliferación de incendios".
Por su parte, Asturias Ganadera condena a quienes prenden fuego al monte, "ya sean ganaderos o no", aunque mantiene que "la ganadería extensiva es la mejor aliada en contra de los incendios forestales, y no la causa de ellos". Para este colectivo, la solución pasa por establecer estrategias de limpieza de montes basada en desbroces y quemas controladas eficientes.