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Túnez: de la esperanza democrática al miedo al abismo

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Reportajes 5 Continentes - En Túnez, el temor a una deriva autoritaria

El reloj de la Avenida Burguiba, en el corazón de Túnez, desgrana los minutos en medio de una sinfonía de cláxones y gritos. A sus pies, coches y peatones se apresuran en un bullicio que supera el de los días normales. Estamos a finales de marzo, está a punto de empezar el ramadán en el pequeño país del norte de África. El periodo religioso se acompaña de celebraciones familiares y largas cenas de ruptura del ayuno. En los días previos toca almacenar provisiones, como atestiguan las idas y venidas en los alrededores del Mercado Central, a escasos metros de la avenida central de la capital tunecina.

Ezzedine Saidane, economista: "Túnez acumula problemas financieros, le cuesta cada vez más conseguir dinero en los mercados internacionales"

La fiesta religiosa llega en un momento crítico para Túnez, en medio de una crisis política y económica, que amenaza con convertirse en una crisis social. "2023 es un año extremadamente difícil", asegura a Radio Nacional el economista Ezzedine Saidane. "Túnez acumula problemas financieros, le cuesta cada vez más conseguir dinero en los mercados internacionales, y tiene serios problemas económicos." Las dificultades se notan a pie de calle. En un año, los precios se han disparado: según los datos del Instituto Nacional de la Estadística de Túnez, la inflación interanual supera el 30% para productos como los huevos y el cordero, más del 20% para el pollo, la ternera y las verduras.

"Todo ha aumentado mucho" nos cuenta Kadija, de 32 años y madre de tres niños. Regenta un pequeño puesto de bebidas en Kairuán, una ciudad conocida por su gran mezquita, la más antigua del Magreb. Situada a unas dos horas de coche al sur de Túnez, es también la capital de una de las provincias más pobres del país, con un tercio de sus habitantes que vive por debajo del umbral de la pobreza. "Es difícil alimentar a toda la familia", lamenta la joven, "y más durante el Ramadán, cuando los precios aumentan todavía más."

Escasez de productos básicos

Tayeb, de 36 años, no tuvo más remedio que dejar de comprar carne en estos días. "Es demasiado caro", nos explica este empleado del Hotel Continental de Kairuán. Su salario –unos 700 dinares tunecinos, el equivalente de algo más de 200 euros- y el de su mujer no son suficientes para llegar a fin de mes: "Es demasiado complicado, tenemos otros gastos que también aumentan, como el gas y la electricidad", detalla. La pareja ha tenido que aplazar su proyecto de tener un hijo: "Ahora mismo es imposible", nos dice el joven.

Mohamed: " "Hemos estado días enteros sin encontrar ni un gramo de azúcar en toda la ciudad"

A la escalada de precios se suma la escasez de algunos productos básicos. "No hay azúcar, a veces no hay leche" comenta Mohamed, que trabaja en una tienda de souvenirs justo en frente de la Gran mezquita de Kairuán: "¡Hemos estado días enteros sin encontrar ni un gramo de azúcar en toda la ciudad!" La falta de productos, que afecta también al café y al arroz, obligó al gobierno tunecino a establecer un racionamiento, que a su vez provocó un aumento de los precios. La escasez y la espiral inflacionista golpean incluso a productos subvencionados por el Estado.

Este sistema de compensación existe desde los años setenta en Túnez. Hasta ahora, había permitido limitar los precios de productos de primera necesidad, como el pan, la pasta, el azúcar y los combustibles. Ahora no basta y, además, está en peligro. Su supresión es una de las medidas que baraja el Fondo Monetario Internacional a cambio de un préstamo de 1.900 millones de dólares. Túnez y el FMI llevan meses negociando, pero esta ayuda todavía no se ha materializado.

Negociaciones difíciles con el FMI

"Es un acuerdo indispensable para evitar que Túnez tenga problemas en los mercados financieros", advierte Ezzedine Saidane. Es también una cuestión de confianza para otros prestamistas: "Muchos países esperan el compromiso con el FMI antes de negociar un préstamo o una ayuda con Túnez", explica el economista, que teme un derrumbe de la economía tunecina si no se desbloquea el acuerdo. La Unión Europea y Estados Unidos lanzaron advertencias en este sentido a mediados de marzo. Josep Borrell, el jefe de la diplomacia europea, llegó a hablar del riesgo de "colapso" de la economía tunecina, y pidió al presidente Kais Saied "firmar el acuerdo con el FMI y aplicarlo".

Nabil Ammar, ministro de Exteriores de Tunez

Nabil Ammar, ministro de Exteriores de Tunez Guillaume Bontoux

El problema para Túnez es que el Fondo quiere reformas estructurales y recortes del gasto público a cambio de su préstamo. Un coste político difícil de asumir por parte del jefe del Estado: "Recortar ayudas como los productos subvencionados puede provocar un estallido social en una sociedad cansada por años de crisis", asegura el economista Ezzedine Saidane. ¿Es por eso que el Ejecutivo no acaba de acordar el préstamo con el FMI? "El gobierno trabaja para que las medidas no penalicen a las personas más vulnerables", explica a Radio Nacional el ministro tunecino de Asuntos Exteriores. "Es complicado, pero exploramos todas las vías para hacerlo", reconoce Nabil Ammar.

Túnez se encuentra en una encrucijada. Sin préstamo del FMI, no se podrá financiar en los mercados, pero el dinero del FMI y el plan de choque que le acompañan pueden desestabilizar todavía más un país dónde más del 40% de los jóvenes están en paro. "La situación actual es el resultado de años de errores económicos", analiza Ezzedine Saidane. "Túnez se endeudó muchísimo después de la revolución de 2011, pero se daba la prioridad a los cambios políticos, mientras que se despreciaba la economía y las reformas". Con unos resultados desastrosos, apunta el economista: "La clase media de Túnez, que representaba el 60 por ciento de la población a principio de los años 2000, ha desaparecido. Ahora, apenas representa el 25 por ciento. Y es un problema, porque esta clase media era un factor de estabilidad a nivel político, económico y social".

Detención de opositores

La ecuación económica parece difícil de resolver en Túnez. El contexto político, cada vez más tenso, no ayuda. En las últimas semanas, una veintena de opositores fueron detenidos por las fuerzas de seguridad. Son responsables políticos, empresarios, sindicalistas, periodistas y magistrados, acusados de "conspirar contra la seguridad del Estado." Sus defensas y sus familiares denuncian unas detenciones arbitrarias, por motivos políticos. "Que el gobierno aporte pruebas", lanza Abdelaziz Chebbi: "Si mi padre es culpable, lo llevaré yo mismo a la cárcel. No está por encima de las leyes. Pero no tienen nada contra él."

Abdelaziz, hijo de uno de los arrestados: "Mi padre está acostumbrado a luchar contra los regímenes autoritarios (...) Ahora le toca luchar contra Kais Saied"

El padre de Abdelaziz es Issam Chebbi, histórico responsable político tunecino, presidente de Al Joumhouri, el Partido Republicano. Fue arrestado el miércoles 22 de febrero. Un mes después, su hijo participa, junto con otros familiares de detenidos, en un acto de apoyo que se celebra en el Hotel Marigold, en el barrio de Montplaisir, en el centro de la capital tunecina. "Mi padre lleva cuatro décadas siendo militante. Está acostumbrado a luchar contra los regímenes autoritarios: luchó contra Burguiba, luchó contra Ben Ali. Ahora le toca luchar contra Kais Saied", explica Abdelaziz Chebbi a RNE.

Familiares de los detenidos en las protestas

Es el punto común entre los detenidos: todos eran críticos acérrimos del presidente y de lo que consideran como una deriva autoritaria de Kais Saied. Desde su llegada al poder en 2019, el jefe del Estado ha ido rompiendo con el régimen que nació de la revolución de 2011. En julio de 2021, declaró el "estado de excepción" y suspendió el Parlamento y el gobierno. Un año después, cambió la Constitución: pasó de un sistema parlamentario a un sistema presidencial, con dos Cámaras que tienen poco peso. Saied también cambió el órgano de los jueces, el Consejo Superior de la Magistratura y disolvió los consejos municipales.

Retroceso de las libertades civiles

"Me preocupa el futuro de mi país", asegura Msellem Einazet en el salón principal del Hotel Marigold. "El régimen está intentando romper la oposición, y ha arrestado a personas que luchan por la democracia". Einazet forma parte del comité de apoyo a los detenidos, y del Frente de Salvación Nacional, una coalición heterogénea creada hace unos meses por las principales formaciones de la oposición. Intentan hacer un frente común contra Saied. "Queremos vivir en un país democrático", nos dice la activista. "Sin democracia, Túnez no va a funcionar. Y sin estabilidad política, no podemos tener una estabilidad económica y social."Frente a lo que califica como una "deriva populista" y un "retroceso de las libertades civiles", concluye: "Hicimos la revolución. No es para volver a este punto."

La deriva autoritaria de Saied denunciada por la oposición tunecina preocupa en Europa. A mediados de marzo, el Parlamento europeo votó por amplia mayoría una resolución que pide la liberación de los detenidos y critica la deriva presidencialista del régimen tunecino y sus repercusiones en las libertades de expresión y de asociación. En su texto, los eurodiputados instaron a las autoridades de Túnez a poner fin a la represión contra la sociedad civil. El toque de atención de Bruselas no sentó bien en las filas del gobierno. "Las detenciones no tienen nada que ver con sus actividades políticas", asegura a Radio Nacional el ministro tunecino de Asuntos Exteriores: "Fueron arrestados por supuestamente haber realizado actividades penadas por la ley. Las investigaciones lo determinarán".

Nabil Ammar, ministro de Exteriores tunecino, acusa a la UE: "Son mensajes que no son positivos"

Nabil Ammar está enfadado con las críticas de la Unión Europea. "Son mensajes que no ayudan, que no son positivos", explica el ministro, en referencia a la resolución del Parlamento y a las críticas de Josep Borrell a la situación económica del país. El jefe de la diplomacia tunecina pide tiempo. Considera que se abrió en 2021 "un nuevo proceso en el país, liderado por Kais Saied, que era necesario para salvaguardar el país después de una década de problemas". El presidente, asegura Ammar, "tiene la legitimidad, el apoyo mayoritario de los tunecinos para llevar a cabo sus reformas y eso es lo más importante".

Promesas no cumplidas

El Ministro de Asuntos Exteriores rechaza de paso las acusaciones de autoritarismo y acusa a Europa de tener "una doble vara de medir" a la hora de hablar de Túnez. La culpa de la situación actual, dice Nabil Ammar, la tiene la oposición, a pesar de que Kais Saied lleve ya más de tres años en el poder. "Esas personas que hoy protestan y critican estuvieron en el poder durante diez años... ¡Sin alcanzar ningún tipo de resultados! Gobernaron el país con un apoyo de los socios internacionales nunca visto en nuestra historia y fue catastrófico", insiste el diplomático.

Najet Zammouri, vicepresidenta de la Liga Tunecina de los Derechos Humanos: "Después de la revolución de 2011, los actores políticos no estuvieron a la altura"

Algunos miembros de la sociedad civil coinciden con este diagnóstico. Es el caso de Najet Zammouri, vicepresidenta de la Liga Tunecina de los Derechos Humanos, la LTDH, uno de los actores destacados de la transición democrática en el país, que formó parte del Cuarteto premiado con el Nobel de la Paz en 2015. "Después de la revolución de 2011, los actores políticos no estuvieron a la altura de lo que esperaban los tunecinos", lamenta Najet Zammouri. Recuerda que "detrás de la revolución estaban los jóvenes más vulnerables y las regiones más pobres del país". "Más de una década después las desigualdades se mantienen, e incluso se han incrementado".

Najet Zammouri, vicepresidenta de la Liga Tunecina de los Derechos Humanos Guillaume Bontoux

El fracaso político del periodo posterior a la dictadura de Ben Ali será el único punto de encuentro de la defensora de los derechos humanos con el Ministro de asuntos exteriores. Por lo demás, la responsable de la LTDH observa con preocupación la inexorable erosión de la democracia tunecina bajo el mandato de Saied. "La base, lo mínimo en democracia, es que el poder no esté en manos de una sola persona, pero aquí, el presidente está acaparando todos los poderes" advierte Najet Zammouri, que reprocha al jefe del Estado querer borrar el legado de la revolución: "Hubo avances para la sociedad, pero ahora lo que vemos es un ataque, una voluntad política para que todo lo conseguido se revise o directamente se anule".

En Túnez, desde la terraza del edificio que alberga las oficinas de la Liga Tunecina de los Derechos Humanos, se observan la avenida Burguiba, su reloj y el bullicio que no cesa. A la pregunta de por qué no hay más protestas contra el retroceso de los derechos, Najet Zammouri responde con un suspiro: "Los tunecinos están cansados. Tienen ahora mismo otras preocupaciones que la batalla por los derechos humanos. No lo justifico, pero lo entiendo. Y por eso se dejan seducir por el discurso populista del presidente y sus promesas." Pero la situación, advierte, está llegando al límite: "Saied prometió que iba a mejorar la situación económica y social de los tunecinos, y no lo ha hecho. Al contrario, todo va a peor en Túnez".