Enlaces accesibilidad

Más del 90% de los colegios norirlandeses segregan por religión a sus alumnos 25 años después del acuerdo de paz

  • Solo el 8% de los escolares acude a un centro de confesiones mixtas
  • Siete de cada diez padres elegiría para sus hijos este tipo de educación si tuviera la opción

Por
Reportajes 5 Continentes - Más del 90% de los niños norirlandeses estudian en aulas segregadas por religión

La primera vez que Mairi McCurdy tuvo un amigo católico fue en su época universitaria, durante una beca Erasmus en Italia. Creció en Belfast durante los Troubles, un conflicto político-religioso en Irlanda del Norte que, a lo largo de tres décadas, costó la vida a 3.500 personas. Ella, como todos en su barrio, acudía a una escuela monoconfesional, en su caso protestante.

En una católica cursaba Emma Hassard, aunque su madre, cuando le preguntaba de qué religión era, le dijera que de ninguna. Su primera amistad fuera de esa tradición religioso-cultural fue también ya siendo adulta y lejos de aquí, en su periodo universitario en Escocia. Ambas han matriculado a sus hijos en centros de educación integrada en los que las confesiones se desdibujan porque todos comparten aula.

"He de conducir media hora de ida y media hora de vuelta cada día –eso aquí es mucho- dejando atrás muchos otros colegios, pero, aun siendo más pesado, es beneficioso", apunta Hassard. Para McCurdy, educar a sus hijos en tolerancia es su forma de contribuir a la paz.

Solo el 8% de los escolares en Irlanda del Norte, 25.000 niños, tienen la oportunidad de asistir a colegios integrados, mientras que la inmensa mayoría se encontrará en casos como los que ellas vivieron.

La desagregación de la educación es una de las cuentas pendientes: 25 años después de firmados los Acuerdos de paz de Viernes Santo solo hay 70 centros integrados.

Educación en el respeto al diferente

"Aquí nadie sabe si uno es católico o es protestante. Se estudian todas las religiones, y cuando salen de aquí tampoco los pueden diferenciar. Eso se nota por el uniforme que se usa en todos los centros. Según visten, los niños saben si es tal o cual. Es una etiqueta", comenta Grace Susey, profesora de idiomas en Shimna College (Newcastle, Irlanda del Norte).

Grace nos presenta a dos alumnas, Saoirse y Mía. Hacen falta muchas preguntas para llegar al origen de su comunidad. Hemos de esperar, casi, hasta que se les "escapa". Aunque tengan una tradición familiar, no se sienten identificadas con ninguna religión, pero no por ello dejen de ser víctimas del sectarismo.

Saroise, alumna del Shimna College

Saroise, alumna del Shimna College S.ALONSO

"Mi nombre, Saoirse, es claramente identificable. Significa libertad en irlandés y hay quien, incluso, le ve connotación política. Cuando voy a zonas protestantes, para evitar problemas me lo cambio, digo que me llamo Sarah", dice una de ellas.

Mía asegura que las conversaciones de sus amigos del entorno de fuera del colegio le asustan. "Los estereotipos sobre gente de otras religiones y sus conversaciones. No dicen odio a esta persona u odio a esta otra, pero sus comentarios destilan las fricciones y las divisiones de este siglo de separación", puntualiza.

En el centro, estudian la historia reciente, lo cual les ayuda a comprenderse, a respetarse, a ser críticos. Tampoco es un tema tabú en sus casas. "Mi madre nos cuenta cómo fue crecer durante los Troubles y me parece irónico que lo llamen así (los problemas) cuando era una guerra civil. No hay que minimizar su importancia", señala Saoirse.

Mía, alumna en Shimna College

Mía, alumna en Shimna College S.ALONSO

"En mi familia hablamos de esto, pero definitivamente no mirando al pasado, sino al futuro. Comentamos la situación, la política actual y cuáles son las mejores opciones para nuestro futuro en una sociedad que trata de desagregarse, pero que a su vez vuelve a mostrar síntomas de división", asegura Mía.

Las nuevas generaciones y sus sueños de futuro

Estas jóvenes, en su último curso antes de acceder a la universidad, hablan de todo sin tapujos. Del Brexit y sus consecuencias, de la polarización que ha generado, de la actual crisis económica, que también ahonda en las diferencias, y del colapso de las instituciones.

Los políticos no son capaces de ponerse de acuerdo cuando es su trabajo

"Si aquí no hay gobierno porque los políticos no son capaces de ponerse de acuerdo cuando es su trabajo, impulsar la reconciliación y superar las divisiones, ¿cómo quieren que en la sociedad nos entendamos? Los jóvenes estamos hartos de los políticos, no son un ejemplo" , apunta Mía.

"Es un poco triste, honestamente, que con todo lo que ha pasado aquí, siga habiendo problemas sin resolver, que se produzcan episodios de violencia, que nuestros políticos no se pongan de acuerdo", sentencia Saoirse.

Una encuesta reciente elaborada por el Fondo por la Eduación Integrada señala que el 71% de los padres quiere que sus hijos acudan a este tipo de escuelas. "No hay plazas. Es un problema y es polémico", explica la profesora Grace Susay. "Hay resistencia por parte de algunos colegios que quieren proteger su identidad y no quieren cambiar y también hay falta de voluntad política".

Resistencias políticas y religiosas que determinan el futuro de una sociedad, la norirlandesa, cuyas nuevas generaciones, al menos parte de ellas, aspiran a una sociedad con mayor amplitud de miras. "El odio, que quizá no es culpa de nadie, sino de la tradición o las creencias, no tiene cabida en la sociedad moderna. Hay muros físicos y también mentales, de sentimientos, de ideologías… creo que inevitablemente caerán. Ojalá pronto", expresa Mía.

Estas chicas han nacido en paz y aspiran a vivir en una sociedad reconciliada.