El difícil equilibrio de opositar y trabajar: "Todo lo tienes más complicado, son como piedras en la mochila"
- Aunque las oposiciones se ven como una "inversión", no siempre se puede dejar de trabajar, especialmente con hijos a cargo
- El deseo de tener más estabilidad laboral es uno de los muchos motivos para lanzarse a opositar
Compaginar las largas jornadas de trabajo con los horarios de los hijos, los cuidados de los mayores o el propio tiempo personal nunca ha sido fácil. Pero cuando en la ecuación entra estudiar unas oposiciones, la situación ya se convierte en un auténtico desafío para aprovechar cada minuto del día.
"Todo lo tienes mucho más complicado, son todo como piedras en la mochila", opina Pilar. Madre de dos hijos y gestora comercial de una marca de bebidas, decidió en 2019 "liarse la manta a la cabeza" y prepararse las oposiciones de Tramitación Procesal y Auxilio Judicial. Desde entonces, se ha enfrentado a una infinidad de apuntes, a una pandemia y a un embarazo. "Han pasado muchas cosas", dice a RTVE entre risas.
Aunque le apasiona vender y el mundo de la hostelería, las condiciones del sector le hicieron replantearse su futuro laboral. "El trabajo comercial no es como otro tipo de trabajos en los que tú sabes a qué hora entras y a qué hora sales", cuenta Pilar, que subraya que muchas veces se ve sometida a un nivel de presión y de exigencia muy alto. En ese contexto, llegó un punto en el que se dijo que ya no podía más.
A partir de ese momento, comenzó la ardua tarea de buscar ratos libres para ir estudiando. "Como yo al final estoy en la calle pululando y trabajando por todos lados, por la tarde me voy a las bibliotecas de la zona. Intento hacer tests y estudiar, pero no invierto todo el tiempo que necesito", asegura. También tiene que aprovechar por la noche, después de lograr que su hija de dos años se quede dormida, pero a veces el cansancio gana la batalla y tiene que dejarlo para el día siguiente.
"Cuando el niño mamaba me ponía con los apuntes"
Los infinitos malabares para compaginar todo también marcaron a Laura. Esta enfermera logró sacarse una plaza en el sistema de salud de la Comunidad de Madrid, pero para ello tuvo que conciliar su trabajo en la UCI con los estudios y la maternidad.
Durante el primer año, trabajaba a jornada completa por las tardes y aprovechaba las mañanas y los días libres para prepararse las oposiciones y acudir a una academia. Pero después llegó su hijo, momento en el que estudiar se hizo cuesta arriba. Aunque Laura decidió darse un mes y medio de tregua tras el parto, luego tuvo que sacar tiempo de donde no había: "Cuando el niño mamaba me ponía con los apuntes. Y cuando él ya se fue haciendo más grandecito, aprovechaba los momentos de siesta". Cabe recordar también que tanto Pilar como Laura cuentan con sus parejas como grandes aliados para poder hacer una especie de 'Tetris' con los horarios y compartir responsabilidades.
María, sin embargo, tuvo que recurrir a la ayuda de sus padres en los meses previos al examen para ser personal estatutario del Servicio Andaluz de Salud al estar divorciada. "Estaba sola con dos niños de cuatro y diez años, es complicado llevarlo todo para delante. Pero lo logré organizándome, levantándome a las 5 de la mañana, acostándome a las 2", confiesa. Además, tuvo que pedir la mitad de sus vacaciones para dar un último impulso antes del examen.
Finalmente, tras una labor titánica, consiguió aprobar. "El esfuerzo fue recompensado. Cuando saqué la plaza fue uno de los días más felices de mi vida", afirma.
La estabilidad laboral, una de las principales motivaciones
Estudiar unas oposiciones es un largo camino que puede suponer un duro golpe al bolsillo por los gastos de academia o por tener que aparcar todo para centrarse en ello. Es por ello que muchas veces es visto como una "inversión económica", pero no todo el mundo puede permitirse paralizar su vida para prepararlas y dejar de recibir ingresos. "He llegado a pensar de irme al paro o incluso pedir reducción de jornada. Pero es dinero que dejas de percibir, al final estás arriesgando. Si luego no apruebo, ¿qué?", plantea Pilar.
De hecho, el deseo de aspirar a la seguridad laboral y a mejores salarios es uno de los muchos motivos para lanzarse a la vida del opositor. "Si no te sacas una oposición, siempre estás un poco ahí, como con la soga al cuello, con el miedo y la incertidumbre de hasta cuándo va a durar este contrato", opina Laura, que recuerda que al final, en ciertos campos, funcionarios e interinos no siempre tienen los mismos derechos. "Es como ser ciudadanos de primera y de segunda, más o menos", afirma. María lo corrobora y cuenta que, tras encadenar múltiples contratos de pocos meses, vio en las oposiciones una oportunidad de estabilidad laboral.
Además, la maternidad les ha impulsado a aspirar a esas mejoras. "De pronto te nace un sentimiento como de querer más, de tener más estabilidad por tu hijo", señala Laura.
Los más jóvenes también se enfrentan al obstáculo de la precariedad, como es el caso de Alba. Nada más terminar la universidad, ejerció la abogacía mañana, tarde y noche, manteniendo dos trabajos al mismo tiempo para poder independizarse. "Me daban las tantas en el despacho", cuenta a RTVE. A eso se sumaban los bajos salarios que recibía. "Llega un momento en que ya te hartas de eso", lamenta.
Ahora, ha optado por trabajar para una única empresa que, aunque no es el trabajo de sus sueños, le permite sacar algo de tiempo para prepararse las oposiciones del Cuerpo Especial de Instituciones Penitenciarias. "Estoy intentando tomármelo un poco más relajado", dice Alba.
Sin embargo, no todo depende del dinero. También hay que tener en cuenta los requisitos laborales de muchas de las convocatorias. María, por ejemplo, se presentó a un concurso de oposición en el que era imprescindible tener en tu currículum una gran cantidad de tiempo trabajado para demostrar los méritos. "Para cuando tú ya te puedes presentar con opciones de sacar una plaza, ya tienes cargas familiares, ya sea por tus padres o por los hijos", subraya.
La pandemia, ¿una aliada?
La pandemia supuso un antes y después para todos. Con el confinamiento, los viajes, las fiestas y las reuniones pasaron a estar en suspenso, pero también la presencialidad, algo que ha terminado por convertirse en una importante baza para los opositores.
Con el 'boom' del teletrabajo, las academias de preparación online han pasado a ser una de las opciones más relevantes, ya que permiten una mayor flexibilidad y ahorrar tiempo de desplazamiento.
"Yo suelo ver las clases en diferido. Atiendo mejor, lo puedo parar, retroceder... es mejor que estar ahí dos horas seguidas", dice Alba. Ella combina las clases telemáticas con el trabajo desde casa para poder organizarse el tiempo como mejor puede. Así, confiesa que aprovecha para repasar en la hora del almuerzo, cuando tiene la obligación de fichar y desconectar. Y es que, con una cuenta atrás hasta la siguiente convocatoria, para esta opositora cada minuto es oro, especialmente cuando no puede optar por dedicarse por completo a los estudios.