La sequía no da tregua y acerca el fantasma de los cortes de agua tras una primavera más seca de lo esperado
- Los agricultores dan por perdidas las cosechas de secano en el centro y sur de la Península y temen por las siembras de verano
- Se esperaba que abril compensara en parte la escasez que afecta a media España, pero no ha sido así
En abril aguas mil. O así era al menos hasta que el cambio climático. Los meteorólogos esperaban que este mes compensara en parte el déficit de lluvias que arrastra España desde finales del año pasado, y así poder afrontar el verano, siempre seco, con cierto margen de maniobra para evitar duras restricciones.
Sin embargo, no ha sido así. Tras el segundo marzo más seco del siglo, llega un inicio de abril aún peor -apenas tres litros por metro cuadrado en todo el país- y no hay visos de mejora en el resto del mes ni en mayo, según la Aemet. La grave sequía y el campo y muchas poblaciones de las zonas más afectadas, como Cataluña o Andalucía, ya notan sus consecuencias.
"No son escenarios de futuro, es que ya hay zonas del ámbito mediterráneo que están siendo abastecidas mediante cubas", explica a RTVE.es José Damián Ruiz Sinoga, catedrático de Geografía de la Universidad de Málaga y experto en recursos hídricos.
A nivel nacional, el agua para consumo de los embalses está al 43%20 puntos por debajo de la media de la última década, mientras que las cuencas interiores catalanas están al 26% y la cuenca del Guadalquivir, la que peor situación tiene, al 25%.
"La situación no va a mejorar. Va a obligar a poner en marcha restricciones de agua, primero en el campo, pero si la situación siguiera a lo largo de toda la primavera, empezaríamos a hablar de restricciones en núcleos de población importantes", señala por su parte Jorge Olcina, profesor de geografía y responsable del laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, en una entrevista en RNE.
Seis millones de catalanes con restricciones al uso del agua
Las medidas más contundentes se han tomado en Cataluña, que arrastra desde 2020 la que ya es su peor sequía del siglo. La comunidad ya ha activado la fase de excepcionalidad para más de 200 municipios, lo que supone restricciones a seis millones de habitantes, entre ellos toda la población de Girona, Barcelona y su área metropolitana.
Entre estas restricciones está la reducción de un 40% del agua para uso agrícola, el 15% para uso industrial, la prohibición de riego de zonas verdes públicas y privadas o la limpieza de las calles con agua potable. También se limitan la disponibilidad para cada persona a 230 litros al día, aunque en la práctica esto no se notará, ya que el consumo medio de un barcelonés es de 106 litros al día.
El símbolo más visible de esta sequía es el pantano de Sau. El campanario sumergido, que durante décadas ha sido un popular medidor de la falta de agua, no solo es completamente visible, sino que la Generalitat ha decidido vaciar por completo el embalse -el segundo mayor de su cuenca- y transferir el agua al de Susqueda.
No parece que la comunidad pueda salir en breve de la crisis hídrica. Para ello, "deberían caer 50 litros cada día durante cuatro meses", exponía la consellera de Transición Ecológica, Teresa Jordà, al anunciar las restricciones.
Andalucía, la otra zona cero de la sequía
En Andalucía las restricciones no son generalizadas, pero algunas zonas ya han tomado medidas. Sevilla y parte de su provincia -un millón y medio de personas en total- prohíben desde el pasado octubre el riego de jardines y zonas deportivas públicas y privadas con agua potable, así como la limpieza de calles o el llenado de piscinas -de nuevo públicas o privadas- que no tengan un sistema de recuperación.
Varios municipios de la Sierra de Huelva también sufren desde el pasado verano restricciones nocturnas de agua, y en Málaga se limita el consumo y el riego con agua embalsada en la comarca de la Axarquía, donde se cultivan frutos tropicales como el aguacate. Allí, muchos agricultores se han visto obligados a arrancar los aguacateros por la imposibildiad de regarlos.
Además de en estas dos comunidades, otros municipios en distintos puntos del país se ven obligados ya en estas fechas a traer agua en camiones. Así ha ocurrido en Valderredible (Cantabria) o San Pelegrín, Aguinaliu y Nachá (Huesca), donde es la primera vez que ocurre esto en abril.
Los cortes de agua son más probables, aunque serán el último recurso
En los meses más secos "es posible" que se llegue a restringir el agua del grifo en los grandes núcleos urbanos, señala Celia Ojeda, portavoz de Greenpeace. En la peor sequía que ha vivido España, la de 1991-1995, se llegaron a limitar las horas de uso del agua del grifo en ciudades como Bilbao, Sevilla o Madrid, escenarios que la mejora actual en la gestión y en la planificación aleja, pero no elimina.
"Posiblemente en algún momento haya que cortar el agua, como ha ocurrido muchas veces en este país. En aquel momento, por la ineficiencia de la gestión y porque los sistemas eran obsoletos, pero hoy en día es porque nadie hace caso a los informes científicos, como el del IPCC, que dicen que España va a ser un país más árido y va a enfrentarse a problemas de sequía", señala Ojeda.
"Si no llueve nada es muy probable que en muchos lugares haya que recortar el agua para uso urbano, aunque este uso es el último que se recorta", asegura Annelies Broekman, investigadora del Centro de Investigación de Ecología y Aplicaciones Forestales (CREAF), en la Universidad Autónoma de Barcelona. Explica que, antes que llegar a esa situación, se tomarían otras medidas como bajar la presión que llega a los grifos o impulsar alternativas como la desalación o la regeneración de agua.
“Si vamos hacia estos escenarios, muy probables según nuestros modelos, tendremos que aguantar mínimo entre dos y cuatro años más [sin lluvias], y entonces Barcelona estaría de rodillas. El país estaría de rodillas“
Por el momento, la Agencia Catalana del Agua ya ha advertido que para finales de año podían darse cortes de agua en ciudades como Barcelona a finales de año. El verdadero problema llegaría, según Broekman, si sigue sin llover entre 2023 y 2024. Normalmente las sequías duran cuatro años, y para salir de ellas, es necesario que durante dos años llueva por encima de la media, algo que no parece que vaya a ocurrir.
Con el cambio climático, además, los episodios de sequía pueden alargarse hasta ocho años. "Si vamos hacia estos escenarios, muy probables según nuestros modelos, tendremos que aguantar mínimo entre dos y cuatro años más [sin lluvias], y entonces Barcelona estaría de rodillas. El país estaría de rodillas", alerta.
Millones de hectáreas perdidas en el campo
Los impactos de la sequía se hacen ya evidentes en el sector agrario. La falta de agua se nota ya en el 60% del campo español y ha producido pérdidas irreversibles en más de 3,5 millones de hectáreas de secano, según la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). En Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha o Murcia se dan ya prácticamente por perdidas las cosechas de trigo y cebada.
"En algunas zonas de Andalucía el problema va a ser siniestro total, cero kilos [de producción]. En otras, las pérdidas serán del 80%", apunta Ramón García, responsable de cereal de COAG Andalucía. En Alicante, muchos agricultores ya asumen que tendrán que arrancar sus almendros y plantar otros.
En cuanto al regadío, las restricciones limitarán las siembras de verano, como el maíz, el girasol, el arroz o el algodón. También sufrirá la ganadería extensiva, con la reducción de pastos para ovejas, y ASAJA ya advierte que se están sacrificando animales por la imposibilidad de mantenerlos. Por todo ello, el próximo miércoles se reunirá de urgencia la Mesa de la Sequía, presidida por el Ministerio de Agricultura, para evaluar el impacto de la sequía en el sector.
Reclaman una "reducción drástica" del consumo de agua en la agricultura
Los expertos piden una reflexión sobre el modelo agrícola, ya que el regadío se lleva el 80% del agua disponible, aunque también sobre el modelo de consumo de recursos en general. La sequía actual, según Ruiz Sinoga, "ha agravado el problema estructural de déficit hídrico", el hecho de que se consume agua por encima de la oferta.
Aunque se normalizara el régimen de lluvias, apunta este experto de la Universidad de Málaga, "seguiría habiendo problemas de abastecimiento de agua" por este exceso de consumo en el área mediterránea, por lo que urge a "reducirlo de una forma drástica", con la optimización de regadíos, por ejemplo. Para Broekman, los agricultores están pagando ahora la falta de previsión y el hecho de que los planes económicos no tengan en cuenta los nuevos patrones climáticos.
Ojeda, portavoz de Greenpeace, advierte por su parte de la necesidad de reducir regadíos, que se dedican especialmente a la exportación, y avanzar hacia una agricultura "con menos necesidades de agua, a un modelo más de agroecología, adaptado a nuestras condiciones climáticas presentes y futuras". Cree que "en algún momento tendremos que decidir si el agua va para beber o para cultivar".
La escasez amenaza también el turismo
Otro gran sector de la economía española, el turismo, puede verse afectado también por la sequía. "Las ciudades tienen un gran problema con la temporada turística. Aquí en Barcelona, ¿cómo le daremos el agua para ducharse, para hacer todo lo que tienen que hacer todos esos miles y miles de personas que vendrán?", se pregunta Broekman, investigadora del grupo de Agua y Cambio Global de CREAF.
Aunque los cortes para consumo humano serán el último recurso, "el problema es cómo distingues el derecho del agua de boca de la ciudadanía con el uso masivo de la industria turística, que también son personas", se plantea. Cree que, aquí también, es necesario un cambio en el modelo turístico y de grandes infraestructuras, ya que "la cultura del siglo pasado en España, de barra libre y agua para todos, es un modelo absolutamente anticuado".
“No puede ser que sea una buena noticia, por ejemplo, que venga cada año un millón y medio de turistas más, o que cada año se rieguen 1.500 hectáreas de aguacate más“
"No puede ser que sea una buena noticia, por ejemplo, que venga cada año un millón y medio de turistas más, o que cada año se rieguen 1.500 hectáreas de aguacate más", apunta Ruiz Sinoga, que también coincide en que el turismo se puede ver condicionado por la escasez y se cuestiona: "¿Quién viaja a una zona donde sabe que no dispone de agua?".