Claves del aumento de migrantes en el Mediterráneo central: crisis en Túnez, conflicto en Libia y una nueva ruta turca
- En marzo llegaron 13.200 personas a Europa a través de esta ruta, la mayoría de Costa de Marfil, Guinea y Pakistán
- Ejecutivo italiano argumenta un repunte migratorio de un 300% respecto al mismo periodo del año pasado
"He visto muchos cadáveres, demasiados". Así describe el horror en el Mediterráneo central del que ha sido testigo Pietro Bartolo, eurodiputado y médico italiano de Lampedusa. Durante las últimas tres décadas, ha estado lidiando con la vida y, sobre todo, con la muerte que las olas del mar arrastran hasta las costas de Italia: cadáveres de hombres, mujeres y niños que se ahogan en su intento de llegar a Europa. Este siciliano nacido en una humilde familia de pescadores fue el primer universitario y médico de su familia, pero también el únido doctor que residía permanentemente en la isla.
Durante estos 30 años de contacto con la muerte en la frontera, este médico ha buscado numerosas estrategias para poner el foco sobre la tragedia de la que era testigo; en 2019 decidió dar el paso postulándose como eurodiputado para impulsar cambios en la política migratoria europea. Estos días asiste atónito a la decisión de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, de declarar un estado de emergencia nacional tras la llegada de unas 3.000 personas en cinco días. En lo que va de año, unas 31.192 personas migrantes han desembarcado en los puertos italianos, según la Organización Mundial para las Migraciones (OIM).
“Es ridículo declarar el estado de emergencia nacional como si estuviéramos viviendo un desastre natural, o en guerra, o un terremoto o un tsunami“
"Es ridículo declarar el estado de emergencia nacional como si estuviéramos viviendo un desastre natural, o en guerra, o un terremoto o un tsunami", lamenta Bartolo en una entrevista con RTVE.es. El Ejecutivo italiano justifica su medida en la existencia de un repunte migratorio del 300% respecto al mismo periodo del año pasado. Según Frontex, la agencia europea para el control de fronteras, en marzo 13.200 personas llegaron a Europa a través de esta ruta, la mayoría procedentes de Costa de Marfil, Guinea y Pakistán.
En 2023 a Italia ya han llegado las mismas personas que a España en todo 2022. Sin embargo, hay una realidad en la que coinciden las voces expertas y es que estos datos no son sorprendentes para Italia. "Más allá de los números de los últimos meses, no es una situación nueva y no hay ninguna razón para una medida de este tipo", explica Francesco Pasetti, investigador principal del área de Migraciones del CIDOB y profesor de la Universidad Pompeu Fabra.
De hecho, el mismo gabinete de Meloni ha tenido que aclarar que es un estado de emergencia "técnico". Pasetti compara la situación de su país con la de Alemania, que ha recibido el doble de llegadas en lo que va de 2023 y no ha decretado ningún estado de excepción. La Oficina Federal para Migración y Refugiados (BAMF) calcula que 80.0000 personas han solicitado asilo en el país, 25.000 en el último mes. Berlín gestionó 250.000 peticiones de asilo durante el año pasado, de las cuales entre 70.000 y 80.000 eran de personas que procedían de Italia. A esto hay que sumarle el millón de refugiados ucranianos que ha acogido el país germano.
¿Es necesario el estado de emergencia?
La población extranjera que vive en Italia se ha mantenido constante. Los expertos consultados coinciden en que, igual que ocurre con España, Malta y Grecia, Italia es un país de tránsito y no de destino, pues la mayoría de las personas que llegan por esta ruta acaban marchando a otros países europeos. "Se suele justificar esta emergencia para relacionarla con la típica invasión de inmigrantes. Es una medida de alto valor simbólico, político y electoral", argumenta Pasetti. "En cinco días llegaron 3.000 personas y este es un problema para Lampedusa, pero no es una dificultad para Italia", retoma el eurodiputado a su vuelta de la isla. Insiste en que no hay una situación de alarma y que sus vecinos están acostumbrados a ser un punto de entrada a Europa.
Meloni ha activado esta medida para los próximos meses, una época que coincide con el buen tiempo que motiva las salidas desde la orilla del sur del Mediterráneo. De hecho, los datos de este primer trimestre se han adelantado en gran medida por el buen tiempo. Se trata de personas, dicen los expertos, que antes o después saldrían de Libia, Egipto, Túnez o Turquía. "No depende de la izquierda o la derecha italiana, la clave está en que al otro lado las circunstancias hacen la vida insostenible", insiste Bartolo. Un problema estructural, dice, exige de soluciones estructurales que van más allá de las soflamas políticas y electoralistas de la Liga de Salvini y de los Hermanos de Italia de Meloni.
Esta medida, explica Pesetti, le permitirá al Ejecutivo agilizar los controles, actuar rápidamente para movilizar recursos y acelerar las devoluciones. "Me temo que acabará perjudicando a los derechos de las personas migrantes y refugiadas en Italia porque se amplían los medios para detener y devolver a esta gente, aunque son retornos muy difíciles porque se necesita mucha coordinación con países de origen o terceros. Y si se llevan a cabo, como tenemos estudiado, se hará violando los derechos humanos", concluye.
441 migrantes muertos en 2023
No es la primera vez que el gobierno italiano declara el estado de emergencia para hacer frente a la gestión migratoria. Marco Bertotto, responsable de operaciones de Médicos Sin Fronteras, recuerda que ya se declaró en 2002 y en 2011. "Hoy, objetivamente los flujos crecen de manera significativa por toda una serie de razones y el sistema de recepción italiano es inadecuado, se ha desmantelado en parte", asegura Bertotto. Se trata de un país que no tiene la capacidad para programar y gestionar de forma eficaz un fenómeno que es crónico y al que Italia tiene acostumbrarse.
La OIM teme que se normalicen las muertes en el Mediterráneo. El primer trimestre de este año ha sido el más mortífero, 441 personas han fallecido en su intento de llegar a Europa. Médicos Sin Fronteras cuenta con el barco Geo Barents que rescata habitualmente en el Mediterráneo central y desde la organización reconocen que ahora trabajan en condiciones más complejas. "En el mar hubo una fase entre 2015 y mediados de 2017 en la que las ONG constituían una estructura central en el sistema de rescate y había una colaboración y coordinación muy alta con la Guardia Costera italiana", explica el coordinador de operaciones. Sin embargo, a partir de entonces la situación cambió y la actividad de rescate de organizaciones como MSF se vio obstaculizada "en todos los sentidos". "Primero se nos impuso un código de conducta, luego cerraron los puertos y después activaron mecanismos basados en normas y seguridad para impedir nuestro trabajo", arguye este coordinador.
“Primero se nos impuso un código de conducta, luego cerraron los puertos y luego activaron mecanismos basados en normas y seguridad para impedir nuestro trabajo“
Desde MSF argumentan que uno de los principales problemas es la gestión cortoplacista de un problema estructural. Insisten que hay que dejar de gestionar estos flujos como una emergencia. En este sentido, el investigador principal del área de Migraciones de CIDOB asegura que se ha convertido "en una gestión de emergencia permanente enfocada a la seguridad y a la defensa de las fronteras. La militarización y falta de rescates siempre producen más muertes". El Mediterráneo es la ruta migratoria más peligrosa del mundo, y no cuenta "con canales de llegada legales y más seguros".
Desmantelar la acogida, colapsar los centros y obstaculizar los procedimientos de legalización complica todo. Pasetti recuerda que Matteo Salvini, cuando estaba al frente del Ministerio del Interior en 2018, intentó limitar la protección internacional y eliminó de facto la protección humanitaria. Ahora este nuevo estado de emergencia puede llevar a reducir las herramientas para la acogida. "Nos preocupamos solamente de que no lleguen y lo que pasa es que llegan igualmente, aunque les hacemos sufrir más para llegar y una vez que están dentro, están sin derechos", asegura Pasetti. La política migratoria europea, dice, se concentra en la frontera, devoluciones y retornos. Lamenta que la ausencia de inversión en la política de acogida hace que sea "una política ciega que niega un hecho y una realidad que siempre estarán ahí".
Europa no lo afronta como una prioridad
"Meloni quiere llamar la atención para recibir más financiación", asegura Pasetti, y "es lo único que ha conseguido". Sin embargo, si los Estados miembro no se ponen de acuerdo en una gestión coordinada de la acogida y la integración solidaria según el Convenio de Dublín, siempre existirá este problema. "Las fronteras deben controlarse, no deben defenderse. Italia no debe defenderse porque no está en guerra con nadie", señala el eurodiputado. Además, critica la actitud de Meloni cuando dice sentirse abandonada por la Unión Europea, y apunta que hace dos semanas, Hermanos de Italia, la Liga de Italia y sus socios en el Parlamento Europeo votaron en contra de la aprobación de medidas como la reubicación en todos los Estados miembro de la UE, o la creación de un servicio de socorro en el mar a nivel comunitario.
“Las fronteras deben controlarse, no deben defenderse. Italia no debe defenderse porque no está en guerra con nadie“
"Los tunecinos, los egipcios, los argelinos y los marroquíes tienen todos el procedimiento acelerado de repatriación", asegura Simona Fernández, presidenta de la asociación Salam en Abruzzo. Ella trabaja para un centro de acogida que albergaba a personas que llegaban por la vía marítima a Lampedusa hasta antes de la invasión rusa de Ucrania. "Ahora el 100% de los alojados son de Ucrania", cuenta.
Fernández lamenta que estas medidas de Italia estén violando la Convención de Ginebra, que no solo impone el deber de "protección ante las guerras sino también ante situaciones de discriminación. Un conflicto armado crea una situación de emergencia indudable que tenemos que atender, pero cuando la vida está en juego por discrimación también", asegura Fernández. Ella se remite a los datos. "A 13 de abril, los inmigrantes llegados a Lampedusa eran 31.000, por eso el gobierno ha declarado el estado de emergencia. El mismo día el Ministerio del Interior aseguraba que las personas procedentes de Ucrania eran 170.000. Pero la emergencia se declara por las llegadas a Lampedusa", asegura.
Pasetti y Bertotto recuerdan como la Unión Europea aprobó por unanimidad la directiva 55 para acoger a las mujeres y niños que huían de la guerra de Ucrania. "En Ucrania se ha visto que se trata de la voluntad política de los Estados", dice. "Tuvieron la oportunidad de convertirse en refugiados ante las autoridades sin necesidad de presentar ninguna solicitud de asilo", recuerda el europarlamentario. La respuesta pasa necesariamente por un acuerdo entre Estados. "El año pasado a España llegaron unas 170.000 personas de Ucrania. Mientras estábamos acogiendo y dando soluciones de protección jamás vistas, pasó lo que pasó en Melilla", recuerda Pasetti. El investigador pone el foco en la "insostenibilidad del trato moral entre una población migrante y refugiada de otros".
Países de tránsito: la crisis en Túnez
La crisis económica en Túnez es clave para entender este aumento de llegadas a Lampedusa. "Tenemos que tener en cuenta todas las circunstancias al otro lado de la orilla o las cosas no cambiarán", asegura el médico italiano. "La situación en Túnez es crítica y el país sufre una de las peores crisis económicas, todo es caro y esto repercute en los flujos migratorios", explica Munjida, una joven sudanesa de 31 años afincada en Túnez. Ha sido testigo de los ataques y de la violencia contra las personas migrantes en los últimos días. La inflación se ha disparado en el pequeño país norteafricano, pero el racismo también.
El mismo presidente tunecino ha arremetido contra la inmigración y ha llegado a decir que "no quiere a personas negras en su país", denuncia Munjida. Muchas personas han perdido sus trabajos. "Cada vez son más los que salen de Túnez, más que de Libia. En lo que va de año, han salido 16.000 personas desde Túnez y unas 10.000 desde Libia. Esto se debe a la situación que viven los países de salidas", asegura Sherif Salen Sherifa Riahi, directora de la asociación Tunisia Tierra de Asilo, en declaraciones a Radio Nacional de España.
Además de Túnez, Médicos Sin Fronteras, en los últimos rescates, alertan de la apertura de una nueva ruta desde Turquía. Las dificultades con las que se encuentran para transitar la ruta de los Balcanes, asegura Marco Bertotto, les están empujando a buscar una nueva ruta.
La situación en Afganistán sigue siendo un hecho a tener en cuenta, como lo es también la inestabilidad en el este de Libia. "Hay poblaciones en movimiento empujadas por una serie de situaciones de inestabilidad, guerra o conflicto. Y solo una pequeña parte llega a Europa", recuerda el coordinador, e insiste en que si bien su organización atiende situaciones de emergencia en todo el mundo, y pese a la complejidad de gestión de las migraciones, éstas no pueden seguir siendo abordadas desde la perspectiva de las emergencias humanitarias. "La forma en que se gestiona este flujo de personas es lo que provoca graves consecuencias humanitarias, produce sufrimiento y esta es una diferencia sustancial que debe entenderse", concluye.