De Primo de Rivera al general Moscardó: las otras exhumaciones pendientes de la Ley de Memoria Democrática
- La ley recoge que ningún responsable del golpe de Estado de 1936 puede estar enterrado en un lugar público
- Primo de Rivera sigue en el Valle de los Caídos y José Moscardó en el Alcázar de Toledo
La Ley de Memoria Democrática recoge que ningún responsable del golpe de Estado de 1936 puede estar enterrado en otro sitio que no sea un cementerio. Nunca en un lugar de acceso público y relevancia, que pueda favorecer “la realización de actos públicos de exaltación, enaltecimiento o conmemoración de las violaciones de derechos humanos cometidas durante la Guerra o la Dictadura”. La ley también señala que es responsabilidad de las administraciones públicas que esto se cumpla.
La ley entró en vigor el 21 de octubre y dos semanas después los restos del general Queipo de Llano, su mujer y su ayudante militar Francisco Bohórquez, han sido exhumados de la basílica de la Macarena, en Sevilla.
Queipo de Llano controló la capital andaluza en las primeras horas del golpe militar, desatando una terrible represión en toda Andalucía. Se convirtió en un auténtico virrey de la región, con famosas alocuciones radiofónicas llenas de amenazas e insultos. Se le considera responsable de más de 40.000 fusilamientos.
Más allá de la figura de Queipo –llena de simbolismo para las asociaciones de víctimas, por haber estado enterrado en un templo religioso- todavía quedan pendiente otras exhumaciones para dar cumplimiento a la ley.
Primo de Rivera sigue en el Valle de los Caídos
Jose Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, sigue en el Valle de los Caídos, cerca del nicho ya vacío del dictador Francisco Franco. La familia de Primo de Rivera ya ha expresado su intención de exhumar sus restos antes de que el Valle se convierta en un cementerio civil, lo han comunicado a las autoridades sanitarias correspondientes y han señalado su intención de que se haga todo de forma discreta.
Primo de Rivera, cuando se produjo el golpe de Estado de 1936, estaba en la cárcel de Alicante, tras ser detenido por las autoridades de la República en marzo de ese año, durante los meses de gran tensión política y social que precedieron a la guerra. Se le juzgó y condenó por rebelión militar y fue fusilado el 20 de noviembre de ese mismo año. Sus restos, tras la guerra, se enterraron primero en El Escorial y luego en el Valle de los Caídos.
Los restos del fundador de la Falange serán exhumados el próximo lunes 24 de abril algo que ya había sido solicitado por su familia el pasado mes de octubre al abad del valle y a la Dirección General de Salud Pública de la Consejería de Salud de la Comunidad de Madrid. Previsiblemente, los restos serán depositados en el lugar que elija la familia.
El general Moscardó, en el Alcázar de Toledo
Otro lugar lleno de simbolismo para el franquismo y sus víctimas, el Alcázar de Toledo, recoge todavía los restos de José Moscardó, el coronel que dirigió su defensa frente a las milicias republicanas, hasta la llegada del Ejército de África procedente de Andalucía y Extremadura.
José Moscardó, que luego fue ascendido a general, está enterrado en la cripta del edificio, junto a otros militares y civiles que participaron en la defensa, entre julio y septiembre de 1936. La vieja fortaleza de Carlos V albergaba en esa época la Academia de Infantería del Ejército. Ahora, las cuatro grandes torres de tejado de pizarra se dividen entre el Museo del Ejército y la Biblioteca Regional, y es uno de los monumentos más fotografiados por los miles de turistas que visitan la ciudad.
El caso de Milans del Bosch
En la cripta del alcázar toledano están enterrados también los restos del general golpista Jaime Milans del Bosch, expulsado del ejército y condenado a 30 años de cárcel por su participación en el intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981. Milans del Bosch era entonces el responsable de la región militar de Valencia. Siguiendo las consignas acordadas por los golpistas, sacó soldados y carros blindados a la calle. Solo cumplió nueve años de condena y nunca se arrepintió de participar en la intentona.
En el verano de 1936, Milans del Bosch se unió a la rebelión militar desde el primer momento. Tras levantarse el asedio al Alcázar, se alistó en la Legión, unidad donde terminó la guerra como oficial. En 1941, enrolado en la División Azul, participó en la Segunda Guerra Mundial, combatiendo contra las tropas de la Unión Soviética. El ejército alemán le condecoró con una Cruz de Hierro.