Aznalcóllar: el vertido que nos cambió
- El juicio del 'caso Aznalcóllar' se celebrará en julio, 25 años después de una de las mayores tragedias ecológicas
- El lodo tóxico de la mina de Boliden se quedó a las puertas del Parque de Doñana y contaminó fauna y cultivos
- Ya puedes ver el preestreno de 'Aznalcóllar, ¿quien contamina paga?' en RTVE Play
Enlaces relacionados
El corazón de Aznalcóllar vuelve a latir. La frase la repite su alcalde Juan José Fernández de IU, y la comparten los viejos mineros cuyas vidas quedaron paralizadas con la catástrofe del vertido de la mina de Boliden.
El pueblo ahora anda revolucionado porque ven cada vez más cerca la apertura de la nueva mina Los Frailes. La empresa Grupo México a quien se le ha adjudicado la explotación asegura que no creará residuos y lodos como los que se acumulaban hace 25 años. Algo que dudan desde Ecologistas en Acción, contrarios a la reapertura de la mina.
Aquel 25 de abril de 1998 la balsa de residuos de la mina a cielo abierto se rompió y los lodos tóxicos escaparon provocando una de las mayores catástrofes ecológicas registradas en nuestro país. Seis millones de metros cúbicos de una masa negra llena de metales pesados como cobre, cadmio, zinc o arsénico recorrió 80 kilómetros a través de los ríos Agrio y Guadiamar. Se desbordaron a lo ancho medio kilómetro en cada margen y contaminaron más de 4.500 hectáreas.
En los ríos se produjo una mortandad elevadísima de peces, crustáceos e invertebrados que fueron abrasados por el ácido. Las aves que estaban en el camino del vertido murieron. Además era época de cría y todos los huevos se perdieron. Según Ecologistas en Acción se recogieron 30 toneladas de animales muertos.
Catástrofe ecológica y humana
La rotura de la mina de Boliden, en Aznalcóllar (Sevilla) fue una catástrofe ecológica, pero también humana. Lo que se cubrió de lodo quedó contaminado.
Se destruyeron esas cosechas y los agricultores y ganaderos afectados por el vertido, perdieron sus tierras. Fueron expropiados. No se ha podido volver a sembrar porque aunque esa masa negra tóxica se retiró en tres meses, la seguridad alimentaria estaba en juego.
Durante cinco años, hasta que los análisis de las aguas de las marismas fueron normales, en el bajo Guadalquivir se prohibió la actividad pesquera. Por ello cien familias dedicadas a la captura de cangrejo rojo, camarones y angulas resultaron afectadas.
Los mineros sufrieron rechazo
Los mineros se sintieron señalados, como si la sociedad les acusara de ser los culpables de la tragedia. Sus hijos sufrieron rechazo en los colegios y las 500 familias mineras pasaron por momentos muy amargos. Se quedaron sin trabajo y sin futuro. Y empezó la lucha para tener un puesto de trabajo. Se manifestaron en varias ocasiones y hasta se encerraron en la Catedral de Sevilla o cortaron la vía del AVE.
Por eso ahora sueñan con la nueva mina y quieren recuperar el bienestar que el pueblo perdió cuando la balsa de la mina de Boliden reventó hace 25 años.
De ser un municipio próspero, Aznalcóllar pasó a padecer dos décadas de la mayor crisis de su historia. Muchos de aquellos mineros ya son jubilados, pero no todos y, esperan que la nueva mina traiga trabajo, sobre todo para sus hijos y nietos.
“Yo quiero morir en la mina, quiero jubilarme en la mina“
“Esa mina la veo yo abierta y por esa mina vamos a luchar. El día que deje mi puesto de alcaldía, quiero irme a la mina. Yo quiero morir en la mina, quiero jubilarme en la mina”, asegura el alcalde Juan José Fernández, que era uno de los mineros de la mina de la empresa sueca Boliden.
Doñana en peligro
Los lodos con cadmio, cobre, zinc, plomo y arsénico -elementos algunos de ellos cancerígenos, mutagénicos y tóxicos- según el entonces director de la Estación Biológica de Doñana, Miguel Ángel Ferrer, recorrieron nueve pueblos, unos 80 kilometros. Arrasaron todo lo que tocaban. Fue una situación desesperada, añade el investigador del CSIC.
La balsa que se rompió estaba junto al rio Agrio. Por él se movieron los lodos que siguieron su curso hasta el rio Guadiamar, en dirección a las marismas y el Guadalquivir, atravesando el parque nacional de Doñana que se salvó gracias a que sobre la marcha se levantaron dos diques de tierra para frenar el paso del lodo contaminante. Aunque al parque entró una parte de las aguas ácidas, fue una cantidad mínima para lo que podía haber pasado.
Todos coinciden en afirmar que la gestión para enfrentarse al desastre fue un éxito, entre otras cosas, porque intervino un comité formado por 90 científicos que estudiaron cómo limpiar y recuperar el terreno invadido por el vertido. Y aunque al principio hubo tensión entre las administraciones (en la Junta de Andalucía gobernaba el PSOE y en la Administración Central el Partido Popular) pudieron vencer los obstáculos iniciales y trabajar en equipo.
¿Podría volver a ocurrir algo parecido?
Después de la tragedia de Aznalcóllar cambió la legislación. No sólo la de nuestro país, también la europea, con el fin de proteger más el medioambiente y pedir responsabilidades a los que atentan contra él.
En lo que se refiere a balsas abiertas con residuos hay muchas en nuestro país. Los expertos señalan que hay cientos de minas, heredadas de las viejas prácticas industriales, que no se vigilan de forma adecuada y que son una bomba de relojería.
Colectivos como Ecologistas en Acción vienen denunciando desde hace años, el riesgo que se corre con la mina de Rio Tinto porque las balsas presentan filtraciones. Tiene tres balsas y alguna con planes de recrecimiento para seguir llenándolas con residuos. Coinciden en que puede repetirse lo de Aznalcóllar porque fue una catástrofe anunciada. Años antes se denunció que había filtraciones pero nadie hizo nada.