'Gasoline Alley', la centenaria obra maestra del cómic que transcurre en tiempo real, por primera vez en España
- Se publica una selección de las páginas dominicales con el título Domingos con Walt & Skeezix
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Tras dos obras maestras de la edad de oro del cómic de la prensa norteamericana, como son Li'l Abner de Al Capp y Polly and her pals, de Cliff Sterrett, la editorial Diábolo rescata otro de los mejores cómics de la historia: Gasoline Alley, de Frank King, en un volumen que incluye una selección de las mejores planchas dominicales, publicadas entre 1921 y 1934, y que lleva el título de Domingos con Walt & Skeezix. Una auténtica joya que completa una trilogía de cómics alucinantes que llevábamos esperando en España casi cien años. Solo por eso habría que dar un premio a esta editorial, aunque el mejor premio sería que estas joyas se vendieran bien y que estuvieran disponibles en todas las bibliotecas. Porque así se podrían seguir publicando muchas otras similares,
Destacar que esta edición de Diábolo no solo incluye las páginas dominicales reproducidas de los originales restaurados, sino que (como es habitual en su reedición de clásicos) también nos deleita con varios artículos que nos permiten comprender la importancia historia de este cómic, lo innovador que fue en su momento y la evolución que ha tenido durante su larguísima historia de 103 años.
Un clásico que visualmente es alucinante y que, en su momento, fue auténticamente revolucionario, ya que fue el primer cómic en el que sus protagonistas, Walt y Skeezix, crecían de manera realista, a la vez que sus lectores. Una idea que fue un auténtico éxito, porque permitía que los lectores se identificasen con los protagonistas y vivieran vidas paralelas con ellos, como si fueran personas reales. De esta forma, Skeezix comenzó siendo un bebé y le vimos crecer, hacer el servicio militar, casarse, tener sus propios hijos...
De hecho, esa idea tuvo tanto éxito, que no tardó en ser imitada por otras numerosas series de periódicos de la época. Entre ellas, por citar solo a una de las más famosas, El Príncipe Valiente, de Harold Foster, cuyo protagonista empezaba siendo un adolescente y acababa casándose y teniendo hijos que, poco a poco, acaparaban el protagonismo de las historias.
Pero Gasolline Alley no es una obra maestra solo por eso. Además, sus páginas son auténticas obras de arte y su autor experimentó con el lenguaje del cómic, ayudando a desarrollarlo. Son muy famosas las planchas dominicales de la serie en los que los personajes se desplazan de una viñeta a otra a través de una única gran ilustración que sirve de escenario. Por ejemplo, la que sirve de portada al libro, en la que vemos a Walt y Skeeezix avanzando por una playa hasta el agua y en cada una de esas viñetas por las que se desplazan, tienen un tropiezo o interactúan con algún personaje.
Además, a pesar de que los cómics protagonizados por niños ya eran muy populares en la época, gracias al enorme éxito de The Katzenjammer Kids (Rudolph Dirks, 1897)) y sus cientos de imitadores, Frank King también fue muy rompedor al hacer que Walt fuera un padre soltero y que el niño no se limitara a hacer travesuras graciosas, sino que, junto a su padre descubría el mundo e iba aprendiendo y creciendo a la vez. Lo que hizo que el cómic no fuera una sucesión de gags, sino que se convirtiera en una lectura didáctica, gracias a la que padres e hijos podían aprender cosas sobre historia, naturaleza...
Por cierto, que Gasoline Alley es la segunda tira más lóngeva en los EE. UU. (1918-actualidad), tras, precisamente, The Katzenjammer Kids, que se publicó durante 109 años, desde 1897 a 2006).
En fin, una obra que sigue siendo tan moderna y rompedora como cuando empezó a publicarse, hace cien años. ¡Y con unos dibujos alucinantes!
Skeezix, el niño que lo cambió todo
Lo curioso es que Gasoline Alley comenzó siendo una tira sobre un grupo de amantes de los coches (como como Walt, Doc, Avery o Bill) que se reunían en un garaje (de ahí el nombre de la tira)
Su debut fue en la página dominical The Rectangle del Chicago Tribune en 1918, y enseguida fue tan popular que el 24 de agosto de 1919 estrenó su tira diaria en el New York Daily News.
Pero todo cambió el 20 de febrero 1921 cuando, por sugerencia de Joseph Patterson, editor del Chicago Tribune, King introdujo a Skeezix, un bebé abandonado en la puerta de Walt que cambiaría el tono de la serie, sobre todo en las páginas dominicales, en las que Skeezix y "Uncle Walt" protagonizaban historietas independientes de las de las tiras diarias. Precisamente el tomo de Diábolo comienza con esa mítica página dominical en la que Walt descubre al bebé e intenta dárselo a todos los personajes con los que se cruza. pero, ante su fracaso, decidirá cuidarlo él mismo.
Con la llegada de Skeezy, Frank King dedicó las tiras diarias a las aventuras de los protagonistas habituales de la serie en el garaje, mientras que Walt y Skeezix protagonizaban las páginas dominicales con aventuras que solían ser de tono costumbrista sobre las relaciones padre e hijo, la alegría de vivir o la belleza de la naturaleza (era habitual que Walt llevase al bebé de paseo al campo). Pero, en ocasiones, también había algunas aventuras con un tono más fantástico.
Esa relación padre e hijo permitió a Frank King explorar el tema de la paternedad en profundidad, algo a lo que contribuyó que también él se convirtiese en padre. De hecho, muchos de los personajes de la tira están basadas en su propia familia.
Y, gracias al bebé, King decidió empezar a desarrollar la historia en tiempo real, permitiéndonos ser testigos de cómo van creciendo y madurando los personajes en paralelo a la propia vida del autor.
Un autor influenciado por Winsor McKay
Destacar que en las páginas de Gasoline Alley son patentes las principales influencias de Frank King, por un lado, la del pintor e historietista Lyonel Feininger (1871-1956), autor de Kinder Kids y Wee Willie Winkies World (1906), que sería pionero en el uso no-naturalista del color e incorporaría al cómic la antropomorfización de los personajes no humanos.
Y, sobre todo, en su obra destaca la influencia de Winsor McKay (1867-1934), autor de una de las obras maestras incuestionables del cómic: Little Nemo in Slumberland. Algo que destaca, en uno de los artículos de esta edición, Jeet Heer, periodista e investigador canadiense que también es coeditor de la serie de Walt and Skeezix de Drawn and Quaterly Books.
La influencia de McKay es patente, sobre todo, en las páginas en las que los protagonistas viven algún tipo de ensoñación que los lleva a vivir sus aventuras en mundos fantásticos alejados de la realidad.
Como autor se propuso conseguir la misma calidad que los mencionados y de Feininger aprendió que los colores de los periódicos no tenían que ser chillones y vulgares sino que era mucyo más eficaz una paleta sutil que se inspirara en la naturaleza.
Y combinando a ambos autores fue de dónde sacó la idea de essa páginas dominicales que era como una unidad de diseño de doble nivel de lectura, de forma que toda la página tenía el aspecto de una preciosa ilustración, mientras en cada viñeta pasaba alguna acción.
Frank King se ocupó de la serie entre 1918 y 1959, con diversos asistentes. Bill Perry sustituyó a King en las dominicales desde 1951 hasta 1975 (aunque desde 1925 también fue su asistente en las tiras diarias). Dick Moores se incorporó al equipo en 1956, primero como asistente en la tira diaria y luego, desde 1959 hasta 1986, como autor completo. A partir de 1975 asumió también la realización de las dominicales integrándolas en la continuidad diaria. Bob Zschiesche asistió a Moores en las dominicales desde 1975 a 1979. Y Jim Scancarelli se ocupa de la serie desde 1986 (en 2018 celebró el centenario).
En fin, que volvemos a agradecer a Diábolo la apuesta que está haciendo por grandes clásicos norteamericanos, como este Gasoline Alley, sin los que el cómic de hoy en día sería mucho menos interesante.