'Las buenas compañías', la historia de las mujeres de Errenteria que lucharon por el derecho al aborto
- Una película de Silvia Munt que ganó el Premio del Jurado joven a la mejor película del Festival de Málaga
- Cuenta con la participación de RTVE y se estrena en cines este viernes, 5 de mayo
Tras siglos de lucha por los derechos de las mujeres, estamos en un momento delicado en el que se producen graves retrocesos como la reciente derogación del derecho al aborto en Estados Unidos. Por eso es tan importante recordar a esas féminas de todo el mundo, que pelearon e incluso dieron su vida para conseguir ese derecho. Y por eso os recomendamos la película Las buenas compañías, de Silvia Munt, que se inspira en hechos reales para contarnos la historia de un grupo de mujeres de Errenteria (Gipuzkoa) que, en la década de los 70-80, lucharon por los derechos de la mujer y ayudaron a muchas a pasar a Francia para poder realizar un aborto digno.
Una cinta participada por RTVE, que ganó el Premio del Jurado Joven a la mejor película del Festival de cine de Málaga y el premio del público en el Festival de Derechos Humanos de San Sebastián. Y que se estrena en cines este viernes, 5 de mayo.
La actriz y directora Silvia Munt (Pretextos, Alas de mariposa), nos comenta que la idea para la película surge del cortometraje documental del mismo título que dirigieron, en 2015, Bertha Gaztelumendi y Nuria Casal, en torno a la lucha feminista en Orereta, desde el año 1975 hasta la puesta en vigor de la segunda ley de aborto de 2010 (Lo podéis ver aquí): "Jorge Gil, el coguionista de la película, era profesor de ellas y de ese corto hizo una escaleta para desarrollar un guion. Me preguntó si me interesaba dirigir la película y le dije que sí inmediatamente. Aunque yo estaba con otras cosas, vino la pandemia, se paró todo... y no pudimos seguir hasta marzo de 2020".
"Ahí fue cuando empezamos a escribir y cuando surgió Bea, la protagonista, que tiene muchas cosas de mí -añade Silvia-. Porque en esa época tenía 17 años y tenía el mismo grito, la misma rabia, la misma sensación... de que te había caído encima la responsabilidad de unos padres separados, de un padre que se había ido. Esa rabia interna que teníamos muchos dentro y que en el 76 empezó a explotar y empezamos a gritar. Entonces, en esa historia embrionaria sobre esas mujeres que ayudaban a abortar a las demás, metí de alguna forma mi vida. Dentro de Bea, esa tía tierna, dura, con rabia y con la vida que se le viene encima".
"A mí cuando me decían: "es que las mujeres tienen que ser así"; cuando me decía mi madre: "tienes que callarte y darles la razón". Me salía una rabia muy profunda de rebelarte contra todo lo que te estaban enseñando sobre cómo teníamos que ser. Y es que veníamos de esa religión que nos aplastaba por todos lados. Con esas madres que se habían criado después de la Segunda Guerra Mundial, en esa sensación de victimismo. Les habían quitado todo y habían estado sometidas. Y claro, te inculcaban que tú habías de seguir por ahí".
"Por eso, del personaje de Bea tengo esa rebeldía, esa rabia contra casi todo -añade la directora-. Una chica de barrio que no entendía esa cosa de clase, porque las que tenían dinero se lo pagaban de otra manera... También la situación familiar, el enamorarte de quien no toca.. . todas estas cosas que, de alguna forma, forman parte de llegar a la edad adulta, rápidamente, en apenas un verano".
Lucha, rebeldía y amores prohibidos
La historia nos lleva al verano de 1977. Bea (Alicia Falcó) tiene 16 años y se suma a los aires de cambio que recorren el país; colabora con un grupo de mujeres feministas que luchan por sus derechos y por el aborto libre y gratuito. La rebeldía que siente en la sangre se mezclará con un sentimiento inesperado y que pondrá su vida patas arriba: se enamora de una chica (Elena Tarrats) algo mayor que ella y de buena familia. Lo que no sospecha es que esta enigmática chica, Miren, guarda un secreto que obligará a Bea a adentrarse sin tapujos en el doloroso mundo de los adultos.
Durante toda la película sobrevuela el caso de 'las once de Basauri'. Once mujeres de clase obrera que vivieron un proceso penal desde 1976 hasta 1985, acusadas de haber abortado. Un hecho que impulsó la primera ley del aborto de la democracia que, en 1985, lo despenalizó, aunque de manera parcial. "En Barcelona, en aquella época, también dábamos mucha caña con ese tema. Pero estas mujeres de Basauri han sido las que nos han dado las anécdotas reales para el guion, como el secuestro del autobús, tirar la pintura... y todas esas cosas que ellas hacían en Errenteria y otras que no sacamos en la película porque son increíbles".
"Por ejemplo, en la película el conductor del autobús es un amigo, pero en la realidad lo amenazaron con una piedra -nos comenta-. Había un punto muy de la época de tirarse al abismo. De luchar, de ir contra todo, de creer utópicamente que todo era posible. Porque a las generaciones actuales les hemos metido tanto miedo en el cuerpo... que los sueldos son bajos, que los alquileres son altos, la competitividad, el futuro del planeta, la puta mierda... Que tienen como una tristeza que yo creo que en esa generación no teníamos. Pero pienso que todavía estamos a punto de cambiar las cosas".
Mujeres que se jugaban la vida para abortar
Pero... ¿Hasta qué punto las mujeres tenían miedo a abortar? ¿Hasta qué punto te condenaba la sociedad por ello? "No se podía enterar nadie de que estabas embarazada -asegura Silvia-. A veces ni el marido, porque podía ser religioso. Y muchas veces lo que quería era un varón. Yo hice una película, Alas de mariposa (Juanma Bajo Ulloa, 1991), que hablaba sobre eso. Los chinos llevan décadas y décadas matando niñas. Es una fijación. Por eso en la película mostramos el caso de una mujer que tiene cuatro niñas y no le salen niños. A mí tampoco. Yo tengo hijas".
"Pero también podías tener ya cinco hijos y no podías más de la vida -añade-, así que a veces tenís que llevar sola eese aborto sin que se enterase nadie de la familia. Y se iban a un cuartucho inmundo, volvían con una hemorragia del copón y calladitas en casa a seguir cocinando, con suerte de que no tuvieras una inffección.Incluso a veces ellas mismas intentaban provocarse el aborto. Los ginecólogos de la época me explicaron que se metían agujas de hacer punto, perchas, perejil... se metían de todo para abortar. Además de jugarse la vida no podían contarlo porque eran consideradas asesinas e incluso podían acabar en la cárcel. Y si tu famlia se enteraba acababas deshauciada. Era muy duro".
Mientras las mujeres ricas se iban a abortar a Londres, las vascas sin recursos podían intentarlo en Biarritz. "Está a 25 kilómetros de Errenteria -nos cuenta Silvia Munt-. Y estas mujeres tenían allí un médico de confianza que les hacía una operación como Dios manda. Un médico que también se la jugaba practicando esos abortos. En Londres no había tanto problema porque allí era legal, pero en Francia dependía un poco del médico que te tocaba".
"Podemos retroceder en esos derechos con gran facilidad"
Preguntamos a Silvia Munt cómo ve esa derogación del derecho al aborto en Estados Unidos: "Yo no doy crédito a lo que está pasando -confiesa la actriz-. Tenemos que mantener vigilar mucho porque la derecha de Estados Unidos ya sabemos como está. Pero en Italia, en Francia, en Inglaterra o incluso en España... puede ser que el año que viene tengamos un gobierno de Vox-PP y vamos a ver dónde vamos a parar con temas como el aborto, la igualdad de la mujer, la paridad y con todo. O sea, podemos retroceder en esos derechos con gran facilidad".
"Además -añadela actriz-, a mí me da un poco de grima ver como en estos diez años últimos, en que se ha producido esa rotura techo de cristal que teníamos las mujeres, eso ha producido una especie como de resentimiento, un poco de ira, en el mundo masculino. Y por eso, de alguna forma, se produce esa agresividad tan desacertada que vemos en las noticias cada día con chicas jóvenes. Ahí hay algo para estudiar, porque creo que, como la mujer está tomando un poco su sitio, hay como una reacción en contra de muchos de los sectores que no están de acuerdo con eso".
Un reparto casi completamente femenino
Esta historia de sororidad entre mujeres está protagonizada por Alicia Falcó (Cuéntame cómo pasó), Itziar Ituño (La casa de papel), Elena Tarrats (Vida perfecta), la ganadora del Goya a mejor actriz revelación María Cerezuela (Maixabel), Ainhoa Santamaría (Mientras dure la guerra) o Itziar Aizpuru (Loreak), entre otras.
Silvia Munt nos cuenta por qué eligió a Alicia Falcó y Elena Tarrast para los papeles protagonistas: "Ha sido un casting complicado, de meses y meses buscando. Como los personajes eran dos chicas muy jóvenes, no quería actrices conocidas. Ni mucho más mayores que los personajes, porque con 25 años ya tendrían otra mirada distinta. Por eso tuvimos que buscar a chicas jóvenes y que, en el caso de Elena, además tocara el piano.... Ha sido agotador".
"A Bea (Alicia Falcó), no la encontré hasta el final -añade-. Porque buscaba esa ternura, esa fuerza, esa primer plano que tiene Bea. Es muy, muy difícil, transmitir con la cámara como lo hace Bea. Hay actrices muy buenas, que lo tienen todo, pero no ese quererse con la cámara. Y como la película es subjetiva, se centra todo el rato en su mirada, en su cara, nos costó muchísimo. Hasta que en los últimos castings apareció Alicia. Y también Elena. Justo cuando estaba a punto de rendirme".
Una estupenda recreación de época
Destacar la estupenda recreación de época de la película: "Para mí era muy, muy importante, esa recreación -asegura Silvia-. El color de las paredes de la casa de Bea, ese verde hospital de mierda que te daba siempre un bajón tremendo. Recrear esos pisos achicharrados donde al vecino casi lo oías dentro de la casa. Oías como lloraba el niño... Esas casas con poca luz, las localizaciones de Pasaia o de Errenteria, que son pocas pero que están muy cuidadas. Quería reflejar ese mundo gris que iba del pardo y el verduzco al gris".
"Todo el mundo iba vestido con cosas de colores verde oscuro, gris, azul marino... Todo era como muy tristón, muy inocentón... Hasta que en los 80 empezó a entrar todo: el sexo, las drogas, el rocanrol... Pero esos 70 eran realmente esos niños, esas niñas, que de repente chillaban, pero aún llevaban encima todo el pringue grisáceo. Los ríos eran cloacas, las ciudades grises. Había más contaminación que nunca. Ese era el magma donde vivíamos, ¿no? Las fotos de García-Alix, que son muros grises de mierda, de cloacas, de solares. Era una España muy triste, muy triste".
Preguntamos a Silvia Munt cómo ve la situación de la mujer en el cine español: "Cuando yo empecé a dirigir, hace 23 años, éramos el 9% de directoras. Ahora creo que es el 38%. Ha subido exponencialmente la cantidad y la calidad del cine hecho por mujeres. Que además estamos demostrando mucho talento. Yo creo que es una cosa imparable y me siento con una alegría inmensa, porque es el reflejo de muchas cosas. Porque cualquier película empieza por por la mirada. Y si tú no tienes la mirada del otro lado, es muy difícil expresarla. Gracias a esos nuevos personajes femeninos estamos creando una realidad que está dejando de estar escondida e invisibilizada. Y eso es muy difícil volverlo a apagar".