La espera interminable en el banquillo de los acusados de Guantánamo: "Queremos ir a juicio ya"
- Nueve acusados de terrorismo, entre ellos cinco sospechosos del 11S, llevan dos décadas a la espera de juicio
- TVE asiste a una audiencia previa de uno de los casos, en la base de Guantánamo
Puede sonar irónico, pero hay un lugar en Guantánamo al que llaman "Campamento Justicia". Es el recinto donde se preparan para juzgar algún día a nueve sospechosos de terrorismo. Entre ellos, hombres acusados de algunos de los mayores atentados de la historia: cinco sospechosos del 11S, y otros tres de los ataques de Indonesia, bombas en lugares turísticos de Bali y Yakarta que mataron a más de 200 personas. Todos llevan 20 años esperando la fecha de sus juicios.
En "Campamento Justicia" ondea la bandera estadounidense, pero aquí no se aplican sus leyes. Estamos en la base militar que Estados Unidos tiene en la isla de Cuba. Tierra de nadie. Para los capturados en la llamada 'guerra contra el terror' se inventaron un nuevo estatus: 'combatientes ilegales' y para juzgarlos se inventaron un nuevo sistema: las comisiones militares.
Asistimos a una audiencia previa de uno de los casos, el de los atentados de Indonesia. Es la segunda vez en 20 años que los tres acusados se sientan delante de un juez militar. Los arrestaron en 2003, pasaron tres años en una cárcel secreta de la CIA, donde Estados Unidos aplicó un programa de torturas, y en 2006 llegaron a Guantánamo. Hasta 2021 no se sentaron en el banquillo para escuchar los cargos en su contra.
Ahora vuelven para discutir cuestiones preliminares. En la corte entramos tres periodistas: una reportera veterana del diario The New York Times, un periodista de uno de los principales canales de noticias de Australia, el país de la mayoría de las víctimas, y Televisión Española. Un militar que no dice su nombre nos lee las normas: no podemos grabar, dibujar, hacer aspavientos, levantarnos de la silla o quedarnos dormidos. Las sesiones son largas, de nueve de la mañana a cuatro y media de la tarde, con pausas para comer y para que los acusados puedan rezar.
La tortura, uno de los principales escollos para juzgarlos
Un triple cristal nos separa de la sala principal. Al otro lado de ese cristal, vemos entrar a los tres acusados: Encep Nurjaman (también llamado Hambali), Mohamed Nazir Bin Lep y Mohamed Farik Bin Amin, cada uno con una túnica de un color, escoltados por varios militares. Nurjaman y Bin Amin sonríen y hablan con sus equipos legales con el poco inglés que saben, antes de que llegue el juez.
No escuchamos lo que ocurre en la sala en tiempo real. El sonido nos llega con 40 segundos de retraso. Si durante la sesión alguien dice algo que se considera información clasificada, un militar activa una luz roja y empezamos a escuchar un ruido blanco.
En estas sesiones se habla mucho sobre tortura. Estados Unidos hizo público en 2014 un resumen de un informe sobre las cárceles clandestinas de la CIA, pero la mayoría de los documentos siguen siendo secretos. Hay muchas cosas que no sabemos. Sí sabemos que los tres acusados de este caso pasaron tres años en esos agujeros negros.
"Las cosas se han complicado porque fueron torturados durante tres años y ahí fue donde hicieron declaraciones que ahora no se pueden usar. Y eso afecta a todo lo que ha pasado desde entonces", explica Cristina Curl, comandante de la Fuerza Aérea y miembro del equipo de defensa de Encep Nurjaman.
"No sabemos si las declaraciones que han hecho después han sido voluntarias. Después de pasar por el tipo de tortura por el que han pasado nuestros clientes… ¿Puede alguien hacer una declaración voluntaria después de eso? Nuestra posición es que no", nos dice.
En 20 años se han perdido pruebas y han muerto testigos
Otro de los temas que sale una y otra vez a relucir durante la sesión es la fecha del juicio. La acusación dice que no estará preparada antes de marzo de 2025. La defensa protesta, le parece demasiado tiempo. "Proponemos empezar el juicio hoy mismo", le espeta al juez Brian Bouffard, abogado defensor de otro de los presos, Nazir Bin Lep. Llevan dos décadas esperando.
"Nunca en la historia de Estados Unidos alguien ha tenido que esperar tanto tiempo para ser juzgado", dice James Hodes, abogado de Encep Nurjaman. Los tres equipos legales denuncian que en 20 años las pruebas se han perdido y los testigos principales han ido borrando sus recuerdos o se han muerto.
En Indonesia ya juzgaron y condenaron en su día a varios hombres por perpetrar estos atentados. A tres los ejecutaron, ya no pueden testificar. "Los demás cumplieron sus condenas y han vuelto a casa con sus familias, mientras mi cliente sigue aquí esperando", relata Christine Funk, la abogada de Farik Bin Amin. Cuando a ella la llamaron en 2019 para ofrecerle este puesto en el equipo de la defensa, su primera reacción fue una pregunta: "¿Pero todavía queda gente en Guantánamo?".
Las familias de las víctimas también llevan dos décadas esperando
Durante la sesión, a este lado del cristal, se sientan también los familiares de tres víctimas de los atentados: Dan Miller, Tim Arnold y Ed Waller. Colocan sus fotografías en las sillas, para que puedan asistir de alguna forma al proceso. Ellos también llevan 20 años esperando.
"Estamos muy contentos de que haya empezado el proceso. Veinte años es mucho tiempo, pero nosotros viviremos con las consecuencias de los atentados el resto de nuestra vida", dice la hermana de Dan. "Tenemos la esperanza de conocer toda la historia, quién financió y coordinó los ataques", añade.
“"Este lugar es una mancha moral"“
"No importa cuánto tarde, debe hacerse justicia", dice el padre de Ed. Su hijo tenía 26 años y trabajaba en Hong Kong. Un día antes del atentado lo llamó para decirle que iba a ir con unos amigos a un torneo de rugby. Iban a ser unos días de diversión. El hermano de Tim dice que lo echan de menos cada día. Presenciar estas audiencias les reconforta un poco. "Es importante que el mundo vea que hay un juicio justo", nos dicen.
Los abogados defensores creen que ya es tarde para eso. Bouffard denuncia que desde que empezó el proceso no hay más que retrasos. Dice que "el gobierno finge que quiere llevar a estos hombres a juicio. Si quisiera juzgarlos de verdad, ya lo habría hecho. Pero siguen esperando porque los torturaron y no quieren decir la verdad". Para la comandante Curl, que viste uniforme militar, "Guantánamo significa que hemos fallado, a nuestros clientes, a las familias y a las víctimas. Este lugar es una mancha moral".
Dos décadas después del 11S, no hay fecha para el juicio
Las comisiones militares están encalladas discutiendo qué declaraciones se pueden admitir como pruebas. Muchos dudan de que lleguemos a ver los juicios. Theodore Olson teme "que esto se eternice, no es justo para las familias". Su esposa Barbara volaba en uno de los aviones secuestrados el 11S. Él trabajaba en el departamento de Justicia, era el procurador general de la administración Bush.
Los atentados devastaron su familia y su país, y él asesoró al gobierno sobre cómo encarar la captura y el trato de los presos. Veinte años después, admite que las comisiones militares no están funcionando. En estos años, en los tribunales de Estados Unidos han juzgado y condenado a decenas de personas por casos de terrorismo. Pero en Guantánamo, el caso del 11S sigue paralizado. Ahora llevan meses negociando un posible acuerdo. Es un caso de pena de muerte. Olson pide al gobierno que negocie y pacte con los acusados, si se declaran culpables y aceptan cadena perpetua.
De los 779 presos que han pasado por Guantánamo, han imputado a muy pocos. La gran mayoría no llegaron a tener cargos en su contra y los transfirieron a otros países. De los 30 presos que quedan en Guantánamo, solo uno fue juzgado y condenado, en un polémico juicio militar en el que no quiso participar. Otros nueve presos esperan la fecha de su juicio. Y otro tiene tantos problemas de salud que se ha declarado culpable a cambio de que lo trasladen a un país donde pueda recibir el tratamiento adecuado. Todavía está esperando ese país y su sentencia.
Otro preso, Majid Khan, se declaró culpable de ser un correo de Al Qaeda y cumplió su pena en Guantánamo. Ha sido uno de los últimos en salir de la prisión, lo repatriaron a Belice. Durante las audiencias para sentenciarlo, se sentó en el banquillo de los acusados de Guantánamo. Ha sido el único que ha podido contar a un tribunal militar las torturas a las que lo sometieron, con técnicas que la CIA ha intentado mantener en secreto.
Contó que durante tres años bajo la custodia de los servicios de inteligencia lo colgaron desnudo del techo, le arrojaron agua helada para mantenerlo despierto, le pegaron, lo agredieron sexualmente, le aplicaron técnicas de ahogamiento, el tristemente famoso 'waterboarding'. "Pensé que iba a morir", contó al tribunal. "Cuanto más cooperaba, más me torturaban".
Ahora la tortura lo empaña todo en Guantánamo. Pocos creen que el "Campamento Justicia" pueda llegar a hacer algún día honor a su nombre.