El futuro de Turquía, pendiente del voto de castigo contra Erdogan por el terremoto
- Las consecuencias del sismo en febrero han planteado problemas logísticos en las elecciones
- Más de 50.000 personas murieron por el terremoto en el sur de Turquía, que dejó a millones sin hogar
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se enfrenta a una dura prueba en las elecciones presidenciales que se celebran este domingo en su país. Los comicios tienen lugar tan solo tres meses después del terremoto en el sur de Turquía que acabó con la vida de más de 50.000 personas, arrasó ciudades y dejó a millones sin hogar.
La oposición ha criticado al Gobierno por su lenta respuesta y su falta de cumplimiento de los códigos de construcción, pero han utilizado el argumento de la gestión de este desastre natural de manera muy limitada durante la campaña, menos de lo que se esperaba.
"La oposición no ha hecho de este tema un arma de oposición política", afirma a RTVE.es la profesora de Estudios Turcos Contemporáneos en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Carmen Rodríguez. "Se está llevando a cabo una campaña mucho más propositiva, mucho más optimista, centrándose en los problemas de los ciudadanos y se intenta evitar un discurso agresivo, donde se siente mucho más cómodo habitualmente el AKP", recalca, haciendo referencia al partido que lidera el presidente.
Pero las consecuencias del sismo también han planteado problemas logísticos en las elecciones. "Millones de personas han abandonado la zona del terremoto porque los edificios en los que vivían han sido demolidos. No sabemos si podrán votar", explica a RTVE.es la catedrática de Estudios Turcos Contemporáneos en la London School of Economics (LSE), Yaprak Gürsoy. "Alguno de esos votantes, aunque pueden haber decidido no votar a Erdogan, es posible que no puedan ejercer su derecho y no tendrían tanto impacto como se podría esperar", añade.
El posible castigo a Erdogan por la respuesta al terremoto
El partido político fundado por Erdogan, el AKP, llegó al poder en 2001 en medio de una crisis económica y tras un sismo que se produjo cerca de la ciudad de Izmit, en el noroeste de Turquía, y en el que murieron alrededor de 18.000 personas. El AKP aprovechó entonces la ira de la población por la mala respuesta del desastre natural por parte del Gobierno y Erdogan se convirtió en primer ministro del país en 2003.
Ahora, tras 20 años de liderazgo, Turquía vuelve a celebrar unos comicios después de un terremoto, pero esta vez es el Gobierno de Erdogan el que se enfrenta a críticas por su gestión.
"El terremoto está siendo decisivo para inclinar la balanza en contra de Erdogan porque la respuesta fue muy lenta", afirma Carlos Ortega, doctorando en Política en la Universidad de Estambul. "Hay un organismo, AFAD, que está diseñado específicamente para esta situación, para un terremoto. También hay un impuesto dedicado a poder ayudar a las víctimas del desastre y, sin embargo, no hubo la respuesta rápida que se esperaba", añade.
Ortega, quien colaboró como traductor en un hospital de campaña español instalado tras el sismo, explica que habló con mucha gente y que "había una percepción de abandono, de que el Gobierno les había dejado de lado". "Va a funcionar como un castigo para Erdogan en las elecciones", recalca.
Según una encuesta de Metropoll, los niveles de apoyo para el partido de Erdogan, que descendieron por debajo del 33% en febrero, volvieron a los niveles previos al terremoto en abril, con alrededor de un 40% de apoyo. Además, según el sondeo, solo el 4,2% de la población veía el desastre natural como el mayor problema de Turquía y la mayoría está más preocupada por la economía, sacudida por una inflación de más del 40% y la lira turca en mínimos históricos respecto al dólar.
"Habrá gente que cambiará el voto a raíz del sismo, pero estadísticamente no parece que vaya a ser un factor significativo", detalla Rodríguez. "Lo que ha intentado el AKP desde el terremoto ha sido desviar las culpas y ha culpado a los constructores de la mala calidad de los edificios que acabaron derrumbándose", asevera.
Por su parte, Gürsoy indica que, según investigaciones académicas, "inmediatamente después de un desastre natural hay una tendencia a apoyar a quien parezca ser el líder fuerte". "Hay veces que la gente que ha sufrido más en un desastre como este puede terminar apoyando a quien está en el poder porque cree que puede tener la capacidad de construir nuevas casas y suministrar ayuda", enfatiza esta profesora, quien destaca que, "no obstante, en el terremoto de Turquía tenemos indicios de que las instituciones estatales salieron debilitadas como consecuencia de que las labores de rescate y de ayuda no fueron lo buenas que deberían haber sido". "Probablemente, la gente que ha sido testigo de eso habrá decidido apoyar a la oposición", indica.
El uso del terremoto en la campaña electoral
Después del devastador terremoto de febrero, el principal partido de la oposición en Turquía, el socialdemócrata CHP, culpó directamente a Erdogan de sus terribles consecuencias y afirmó que el presidente era el responsable de los fracasos y la "corrupción", que multiplicaron los daños provocados por el desastre.
Para Ortega, la oposición "está sabiendo sacar partido al descontento" por la lenta respuesta del equipo de Erdogan al sismo. "La oposición está acusando al Gobierno de ser lento, de ser corrupto. La Cruz Roja turca no tenía suficientes tiendas de campaña porque las vendió, haciendo negocios con ellas en lugar de ayudar a la gente. Estos son temas que la oposición está empleando", afirma.
Tres días después del terremoto, una empresa asociada a la Media Luna Roja turca, conocida como Kizilay, vendió más de 2.000 tiendas a la asociación privada Ahbap por unos 2,3 millones de euros.
Por su parte, Gürsoy admite que "esperaba que la oposición hubiera resaltado las carencias del Gobierno durante el terremoto en las labores de rescate y de suministro de ayuda, pero por alguna razón este asunto no ha estado tan presente".
"Puede que tenga que ver con que la gente ha sufrido tanto que no quieren hurgar en la herida demasiado. Quizá la oposición no ha querido jugar a ese juego pensando que los votantes pudieran creer que hay algunas cosas relacionadas con el terremoto que Erdogan puede hacer mejor y más rápidamente", señala.
Pero además de haber sido empleado por la oposición, el terremoto también está apareciendo en la campaña electoral de otra forma, a raíz de plantear los problemas logísticos que ha ocasionado este desastre.
"Se estima que hay alrededor de dos millones de personas desplazadas y un 25% de esas personas se encontraría ubicada en otros lugares de Turquía y se habría registrado correctamente para el voto", explica Rodríguez. "Un millón y medio de personas tendrían que volver a sus lugares de residencia para poder votar. Hay colegios que han quedado derruidos y, en su lugar, se van a instalar contenedores. El problema es cómo llegar a estos sitios con carreteras destrozadas, con gente que vive en condiciones de absoluta precariedad, que a lo mejor no tiene medio para poder trasladarse", subraya.
Erdogan, poco acostumbrado a pedir perdón
Aunque tardó algunos días en hacerlo, el presidente turco admitió que hubo deficiencias en la respuesta de las autoridades en los primeros momentos tras el sismo, pero insistió en que la situación se controló rápidamente. Desde entonces, Erdogan ha centrado su campaña electoral en la reconstrucción de las zonas más afectadas.
El presidente ha prometido construir 319.000 viviendas en un año y en sus mítines ha promocionado proyectos anteriores como prueba de que su Gobierno puede restaurar la región. Además, el mandatario ha anunciado ayudas económicas para las víctimas del sismo por valor de unos 495 euros por persona damnificada.
"El AKP no solo ha intentado en su discurso desviar las culpas, sino que ha intentado solventar todos los gravísimos errores que se cometieron durante la gestión del terremoto prometiendo una rápida reconstrucción", asegura la profesora de la UAM.
"Erdogan ha dependido siempre mucho de la construcción. Ha sido una de las bases tanto de su campaña como de su Gobierno en los últimos años. La forma de rectificar ha sido ir y poner las bases de nuevos edificios y tratar de construir muy rápido", opina Ortega, quien destaca que el presidente también "ha perseguido bastante a las empresas constructoras". "Ha sido también uno de los mecanismos de Erdogan de publicitar que están tomando cartas en el asunto", recalca.
Por su parte, Gürsoy afirma que "no hubo una petición de perdón específica, pero Erdogan reconoció que se habían cometido algunos errores". "Lo que dijo el Gobierno es que había sido un desastre natural de tal escala que ningún edificio construido por seres humanos hubiera resistido adecuadamente y que este era nuestro destino", subraya.