Incendios: cada vez más devastadores e incontrolables
- Los incendios forestales se han adelantado al verano y han obligado a adelantar la campaña contra incendios
- Cambio climático, olas de calor y abandono rural favorecen la aparición de fuegos cada vez más devastadores e incontrolables
- Ya puedes ver el preestreno de 'Detrás del fuego' en RTVE Play
Los incendios forestales son un problema global que nos acompaña desde hace años. Los expertos no son muy optimistas y auguran un futuro cada vez más caluroso, y, por tanto, con mayores probabilidades de grandes fuegos.
Estados Unidos, Australia, Portugal… han sufrido y siguen sufriendo los efectos de los fuegos devastadores. Este mismo año, el mes de febrero, la ola de incendios forestales en Chile se convirtió en la más mortífera de la última década en el país sudamericano.
En nuestro país, los incendios forestales, que se han adelantado al verano, nos colocan ya a la cabeza de Europa en número de hectáreas devoradas por el fuego en lo que va de año, un ranking que ya encabezamos en 2022.
También, desde hace unos meses, sabemos que los llamados megaincendios podrían estar en el origen del nuevo debilitamiento de la capa de ozono. Concretamente, las miles de toneladas de humo provocadas por esos incendios que, al asociarse con el cloro, destruyen esa capa que protege la atmósfera de la radiación. Un equipo de científicos del Instituto de Tecnología de Massachussetts (MIT) ha llegado a esa conclusión después de estudiar los megaincendios que arrasaron Australia en los veranos de 2019 y 2020.
El cambio climático
Estos incendios de grandes proporciones, cada vez más frecuentes e intensos por el cambio climático, retrasarían la recuperación de la capa de ozono, a medida que el planeta se calienta… Un aumento de las temperaturas que ya destaca en algunos lugares, como en el caso del Ártico, donde los científicos llevan años estudiando el fenómeno, con incendios incluídos.
“Los incendios son un fenómeno más dentro del cambio global que estamos generando los humanos“
Es el caso del climatólogo del CSIC Josep Peñuelas que alerta sobre los cambios medioambientales provocados por los humanos y para quien “los incendios son un fenómeno más dentro del cambio global que estamos generando los humanos. Un cambio global que es espectacular en cuanto al cambio atmosférico. En cuanto al cambio climático. En cuanto al cambio en las cubiertas, en los usos del suelo. En cuanto a la pérdida de especies. En cuanto a la contaminación que generamos. En cuanto al uso ilimitado de los recursos…”.
Una imagen habitual durante los veranos, ha sido, es y seguirá siendo, la del monte ardiendo como resultado de incendios, en la mayoría de los casos intencionados. Pero no todos los años los incendios son iguales, ni prenden igual en todos los lugares.
Una serie de factores, como el calor extremo, o el numeroso combustible disponible, han propiciado que en los últimos años los incendios hayan adquirido en algunos lugares unas dimensiones fuera de los habitual; incendios en ocasiones imposibles de apagar y controlar.
Los GIF: Grandes Incendios Forestales
“El propio incendio genera sus propias condiciones meteorológicas“
Se habla de Grandes Incendios Forestales (GIF) cuando la superficie quemada supera las 500 hectáreas. A partir de aquí hablamos ya de megaincendios; y en los últimos tiempos, el término más escuchado es incendios de Sexta Generación; para Pablo González, bombero forestal, “el propio incendio genera sus propias condiciones meteorológicas y suelen ser incendios que para extinguirlos, probablemente, ni con todos los medios de extinción que metas lo vas a parar. Se va a parar cuando él quiera”.
La mayoría de los profesionales de la lucha contra el fuego coinciden en que hoy tenemos mejores medios y formación para la extinción de incendios, tanto a nivel autonómico como estatal; pero, lo que falla, según destacan todos, es que el paisaje no está preparado para los grandes incendios que se están produciendo.
En 40 años se ha duplicado en el país la cantidad de energía acumulada en los montes en forma de biomasa, por la reducción de herbívoros y el abandono de zonas rurales. Abandono rural y falta de gestión forestal…unidos a olas de calor; cualquier incendio se convierte en inabordable casi desde que empieza a arder, como pasó en Zamora el pasado año. Un incendio que, además, comenzó de manera natural, por la caída de rayos en una tormenta seca.
Sierra de la Culebra: el mayor incendio forestal
Entre el 12 y el 18 de junio del pasado año, España vivió una ola de calor, la segunda más temprana desde que hay registros. La Agencia Estatal de Meteorología había advertido del riesgo extremo de incendios a partir del 14 del mismo mes. Pese a todo, en la tarde del día 15, en tierras zamoranas, una tormenta seca provocó varios focos de incendios, que ayudados por el fuerte viento, se fueron extendiendo por distintos términos municipales.
El fuego, que afectó a una parte importante del paraje natural de la Sierra de la Culebra, no estuvo controlado hasta el día 24. El mes siguiente, de nuevo durante otra ola de calor, Zamora volvió a arder. Esta vez, en otros términos municipales cercanos. Un segundo fuego que no se pudo controlar hasta casi un mes después, el 14 de agosto.
Un incendio que, además, ha pasado a las estadísticas como el mayor incendio forestal de nuestro país desde que hay registro oficial, en 1968, un triste privilegio que hasta entonces ostentaba el de Minas de Río Tinto, en Huelva, en 2004. Aquel incendio, que quemó en diez días más de 34.000 hectáreas, también se llevó por delante la economía de muchos pueblos de la zona.
En En Portada, además de acercarnos a las tierras zamoranas que sufrieron los incendios del 2022, hemos visitado el pueblo onubense que más sufrió en aquel otro de hace casi 20 años: Berrocal. Allí, nada es igual desde entonces. El alcornoque era un importantísimo recurso económico para sus familias: una cosecha podía suponer, de media, más de 330.000 kilos de corcho para vender… La última cosecha no ha llegado a los 50.
Los habitantes de las tierras arrasadas por los incendios en la Sierra de la Culebra tendrán que esperar al menos diez años para ver recuperada la cubierta forestal que se llevó el fuego, según los primeros informes de la Junta de Castilla y León. Y por muchos años que pasen, lo que nunca olvidarán es lo que sintieron y sienten aún.
“Es algo muy duro, porque lo ves avanzar y ves que vas perdiendo todo por el camino“
La pérdida, el abandono y esas tierras que nunca volverán a ver como eran antes. Como nos contaba emocionado Lucas Ferrero, vecino de la zona, y miembro de la Asociación La Culebra no se calla, nacida tras los fuegos para dar voz a los afectados, “para nosotros el fuego, o sentir ese calor que se sintió esos días, ese aire que hacía, pues es algo muy duro, porque lo ves avanzar y ves que vas perdiendo todo por el camino”.
Prevención: pastoreo y mundo rural
Para algunos, la vuelta al mundo rural y al pastoreo estable y trashumante, supondría un freno a los incendios. Y el regreso a las quemas controladas en invierno, como hacían históricamente los pastores en los campos, un método de prevención y limpieza de los suelos que hoy en muchos lugares no existe.
“Al pastorear estercolea, con lo cual esa zona quemada inmediatamente se va a regenerar“
Para Jesús Garzón, naturalista, trashumante, y presidente de la Asociación Concejo de la Mesta, “un incendio controlado es una bendición, porque podemos hacer pequeñas áreas limpias donde el ganado luego pastorea, y al pastorear luego estercolea, con lo cual esa zona quemada inmediatamente se va a regenerar”. Algunos animales, como ovejas y cabras, se convierten así en ayuda inestimable en la prevención de incendios.
Desde hace años existen algunos proyectos concretos que utilizan rebaños; Ramats de Foc, "ovejas de fuego”, es el nombre de uno de ellos, dentro de la Fundación Pau Costa, una de las entidades privadas que más ha trabajado en los últimos años para intentar entender el comportamiento de los incendios.
Como muchos expertos afirman, los incendios forestales no son necesariamente un problema, sino parte de nuestro ecosistema. El problema son los grandes incendios que queman propiedades, ponen en peligro vidas y especies protegidas… Y hay que aprender a coexistir con ellos; disminuyendo sus efectos negativos, lo que requiere un cambio en el modelo de gestión del territorio. Un problema complejo sin una solución fácil.