Scorsese enfría Cannes con la comedida 'Killers of the Flower Moon', sobre los asesinatos de los ricos indios osage
- Leonardo DiCaprio, Robert de Niro y el director neoyorquino, protagonistas absolutos del día en el festival
La película del Festival de Cannes era Killers of the Flower Moon. Colas infinitas bajo la lluvia de la tarde han precedido el regreso de Martin Scorsese, presente en la alfombra roja con dos de los actores de su vida, Leonardo DiCaprio y Robert de Niro, paralizando la actividad del resto del certamen, y con el aura de ser su cinta más ambiciosa en cuanto a producción y duración (tres horas y media).
Al acabar la proyección, moderados aplausos: el público de Cannes lo esperaba todo de un pope tan querido del cine. Killers of the flower moon está lejos de aburrir, pero es una película plana y contenida para la dinamita que lleva dentro, con más diálogos y explicaciones que la combinación de puro cine negro y western que prometía.
Basada en el libro de investigación periodística de David Grann (Los asesinos de la luna), Killers of the Flower Moon parte de la tremenda historia real de los indios osage. Expulsados de sus tierras a finales del siglo XIX, fueron desterrados a un condado ventoso y pelado, unas colinas casi yermas de Oklahoma. La ley les otorgó su propiedad: los llamados headrights, que incluían derechos sobre la explotación mineral de su terruño y que no podían ser vendidos ni traspasados sino por herencia. Papel en principio mojado que se convirtió literalmente en oro negro: el subsuelo de las colinas era un maná petrolífero.
Fue su gloria y condena: el hombre blanco volvió a la carga para rematar a los nativos americanos. El ‘negocio de los indios’ era el eufemismo con el que se conocía a una cultura del asesinato que sembró el terror en la población osage: entre 1907 y 1923 la cifra oficial contabilizó 24 asesinatos, pero la real es seguramente mayor entre los 38 indios de media que murieron cada año. Muchos crímenes jamás han sido investigados.
Decenas de oportunistas de la peor calaña acudieron al condado osage para hacerse con los headrights a cualquier precio. El sistema consistía en emparentarse en matrimonio de algún modo y heredar así ante un posible fallecimiento del osage. La conspiración alcanzó tal dimensión que el recién nacido FBI, entonces un oscuro departamento burocrático que levantaba, vio la posibilidad de anotarse un buen tanto mediático investigando el caso.
Scorsese, crónista de las páginas más oscuras de EE.UU.
A Scorsese siempre se le relacionará con su mejor cine de gangsters y lumpen neoyorquino. Pero, además de su vertiente trascendental (Silencio, Kundum o La última tentación de Cristo), su carrera ha virado a grandes frescos sobre la historia más oscura de EE.UU., con los precedentes de Gangsters de Nueva York y El irlandés, que ahora se completan en una suerte de trilogía.
DiCaprio encarna a Ernest Burkhart uno de esos arribistas casado con la osage Mollie Kyle (Lily Gladstone). Robert DeNiro es William Hale, tío de Ernest, y auténtico líder de la comunidad blanca en el condado. La primera apuesta de Scorsese es renunciar a todo suspense sobre los autores: desde el comienzo se desvelan los planes de los asesinos.
Hitchcock decía que cuanto mejor es el malo, mejor es la película. Pero tanto el personaje de DiCaprio como el De Niro está lejos de cualquier fascinación. Burkhart es un cateto torpe al que Scorsese y sus guionistas han recubierto de un poco de poder seductor, pero igualmente queda un personaje difícil por su debilidad de carácter. Y, Hale, apodado ‘el rey de la colina osage’ tampoco es en pantalla el prócer todopoderoso al que todos temen.
Evidentemente, el corazón de Scorsese está con los osage y Mollie, una mujer fuerte y taciturna que se resiste a creer que su marido esté involucrado. Quedaba la opción del Scorsese más salvaje: la historia real contiene tanta violencia y corrupción como la más corrupta y violenta película del neoyoquino. Tampoco se manifiesta y Killers of the flower moon queda como una larga trama con muchos personajes involucrados.
Hace tres días, en una entrevista con Deadline, Scorsese confesaba que su carrera continuará mientras viva. “Estoy viejo. Leo cosas. Veo cosas. Quiero contar historias, y no hay más tiempo. Cuando Kurosawa recibió su Oscar, dijo: ‘Recién ahora estoy empezando a ver la posibilidad de lo que podría ser el cine, y es demasiado tarde’. Tenía 83 años. En ese momento, dije: ‘¿Qué quiere decir?’. Ahora sé lo que quería decir”. A Scorsese, Cannes y cualquier pantalla del mundo le seguirán esperando.