'Robot Dreams': Pablo Berger triunfa con el hermoso ritmo de la felicidad y la tristeza
- El cineasta presenta en Cannes su cuarta película, una joya de la animación bien recibida en el festival
- Participada por RTVE, es un emotivo y hermoso canto a la amistad, el amor y su pérdida
Menos es todo en Robot Dreams. El Festival de Cannes no suele prestar mucha atención al cine de animación y por eso la presencia la película de Pablo Berger era extraordinaria desde su anuncio. Estaba justificada: Robot Dreams es una joya, un hito en la historia de la animación española que supone un emotivo y hermoso canto a la amistad, el amor y su pérdida. Una película infantil y adulta que supone un paso a la madurez de cualquier espectador.
Como en Blancanieves, Berger vuelve a prescindir de la palabra y lo fía todo al ritmo. Basada en la novela gráfica de Sara Vanon, Berger vuelca en Robot Dreams su obsesión por la pureza narrativa y los cuatro años de trabajo para realizarla empiezan a dar sus buenos frutos: la película ha sido comprada en Cannes para ser distribuida en EE.UU. por Neon, la misma empresa que lanzó a Parásitos.
Nueva York es en Robot Dreams una ciudad poblada por animales. El protagonista, DOG, es un perro solitario que compra un robot para que le haga compañía. Pronto conectan y crean un fuerte afecto, pero un incidente les separa por largo tiempo en el que ambos sueñan rencontrarse.
“Devoré la novela gráfica en 2010, antes de rodar Blancanieves, que también es una historia sin palabras. En seguida me di cuenta que era una novela gráfica también para adultos. Me conmovió tanto que pensé: aquí hay una película. Pasan muchos años, hago Blancanieves, Abracadabra, y me acuerdo deRobot Dreams. Entonces hago lo que nunca hay que hacer: escribir un guion sin tener los derechos”, reconoce entre risas. Su locura fue recompensada. Viajó a Nueva York con el guion y la autora quedó seducida por la pasión de Berger. Comenzaba la aventura: cuatro años de arduo trabajo hasta el estreno en Cannes.
Robot Dreams está llena de alma. El director recrea su amor por Nueva York, la ciudad en la que vivió más de 10 años con su mujer durante los 80 y 90. El espíritu de esa época y su paisaje (Torres Gemelas incluidas) es el escenario de su mundo animado. “Es la ciudad que me vio crecer como cineasta y donde me convertí en adulto. Es un Nueva York, que ya no existe. En aquella época era el centro económico, el centro cultural, la ciudad donde había que estar. Y de ahí que hay una cierta nostalgia”, explica. “Hay mucha gente que no conoció el Nueva York de entonces porque ahora es otro Nueva York. La globalización ha hecho que todas las ciudades se parezcan entre sí y ya no hay que estar ahí si quieres ser creador. Hasta en Soria puedes sentirte que estás en Nueva York”.
Como las buenas películas infantiles, Robot Dreams esconde lecciones difíciles que enganchan rápidamente con el público adulto. Beger cita al estudio Ghibli y películas europeas como Ernest & Célestine como algunos de sus referentes. “Me gusta pensar que es una película abierta, que no excluye a ningún tipo de espectador, sino que invita. La puede ver un niño, sus padres, un cinéfilo gafapasta o dos jubiladas que van todas las semanas al cine. Habla de temas universales como es la soledad, la amistad, la pérdida y cómo superas esa pérdida”, resume Berger.
El director define el cine de animación como un triple salto mortal. “En una película decimos que los directores son una especie de Dios, pero eso es absolutamente mentira en el mundo de la imagen real, porque tus planes se van cayendo e intervienen muchos equipos. En el cine de animación en cambio el director es una especie de arquitecto que diseña un stoyboard y luego hay un equipo maravilloso que la construye”.
En ese sentido afirma que es algo muy agradecido para un cineasta. "Fernando Trueba ha repetido. Wes Anderson ha repetido. Richard Linklater. Animo a directores de imagen real que se pasen a la animación, pero la animación no es un género, es un medio", concluye.