'Pies descalzos', un necesario homenaje a las víctimas de Hiroshima y Nagasaki
- Se reedita el manga de Keiji Nakazawa, considerado uno de los mejores cómics de la historia
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El 6 de agosto de 1945, el tristemente célebre avión Enola Gay, lanzó una bomba de uranio (Little Boy) sobre Hiroshima (Japón), destruyendo la ciudad y causando más de 120.000 muertes y 360.000 heridos, muchos de los cuales sufrieron mutaciones genéticas debido a la radiación a la que estuvieron expuestos.
Aun así, Japón no se rindió, y tres días después, el 9 de agosto, los americanos lanzaron una segunda bomba atómica sobre Nagasaki. 75.000 de los 240.000 habitantes de la ciudad murieron instantáneamente y se calcula que la cifra total de muertos sería de unos 140.000. Japón se rindió seis días después.
78 años después de esas tragedias, la editorial Distrito Manga recupera en cuatro tomos Pies descalzos. Una historia de Hiroshima, el cómic en el que Keiji Nakazawa (1939-2012) relata su propia experiencia. Él era apenas un niño de seis años que vivía en Nagasaki cuando la bomba acabó con toda su familia, menos él y su madre.
Un cómic imprescindible que el gran Robert Crumb calificó como: "Uno de los mejores cómics de todos los tiempos"
La tragedia de un niño de seis años
A la muerte de su madre, en 1966, Nakazawa decidió plasmar en sus historias la destrucción y el caos posterior. Alcanzado por la lluvia negra (Kuroi Ame ni Utarete) fue el primero de los cinco mangas que realizó sobre este tema. Pero la más conocida de estas obras es Pies descalzos, protagonizada por un niño que sobrevive al ataque.
Una obra, de casi tres mil páginas, que está considerada una de las obras maestras del cómic mundial y que Distrito Manga recupera en cuatro tomos, empezando por un primer volumen, de casi 800 páginas, en el que sumerge al lector en la vida de Gen, alter ego del propio Kakazawa, un superviviente de la bomba atómica que narra cómo, con seis años, comprende que su mundo se ha convertido en un infierno.
Así, el cómic se convierte en un testimonio del sufrimiento de los que, como él, lo perdieron casi todo, aunque en esta historia Gen ofrece la mirada de la esperanza del que luchará por un mundo mejor. Porque, ante todo, este manga es un canto a la vida y un recordatorio de los horrores que el ser humano es capaz de provocar.
La gente arrastrando su propia piel derretida
Lo primero que sorprende de Pies descalzos es que la familia del protagonista es antibelicista y muy crítica con los militares japoneses que mandaban a la muerte a adolescentes de 16 o 17 años sin despeinarse. Eso provoca que sus vecinos se dediquen a hacerles la vida imposible e incluso a humillarlos y torturarlos. De esta forma, Nakazawa retrata el fanatismo de una sociedad que todavía creía que su emperador era un dios y que Japón era invencible.
También narra las penurias para conseguir un plato de arroz con el que sobrevivir en una ciudad que destinaba sus escasos recursos a los militares y dejaba morir de hambre a la población civil.
Y describe con todo detalle los efectos de la explosión de la bomba atómica. Art Spiegelman (Maus) lo cuenta así en el prólogo: “Nunca olvidaré a la gente arrastrando su propia piel derretida mientras atraviesa las ruinas de Hiroshima, el caballo presa del pánico galopando a través de la ciudad, o los gusanos saliendo de la cara destrozada de una niña. Pies descalzos aborda el trauma de la bomba atómica sin concesiones”.
Por cierto que muchos comparan Pies descalzos con Maus, por su retrato de los horrores de la guerra y de la crueldad de ser humano.
Una temática que contrasta con los dibujos, derivados de la tradición japonesa y de la escuela de Osamu Tezuka (Astroboy), que recuerdan a Disney, lo que hace que el contraste con lo que se cuenta sea brutal. Pero es un estilo muy sencillo y eficaz para contar una historia tan terrible.
Un narrador extraordinario
Y es que Nakazawa es un narrador extraordinario que nos cuenta con todo detalle cómo era la vida de los civiles en la ciudad de Hiroshima, cómo se ganaban la vida, su cultura, sus creencias religiosas o el odio que existía hacia los extranjeros.
También nos habla de los kamikazes (el hijo mayor de la familia protagonista se alista en el ejército y solo se da cuenta de su error cuando le mandan a una de estas unidades). Se calcula que en la Segunda Guerra Mundial murieron unos cinco mil Kamikazes estrellando sus aviones contra objetivos americanos. Si en una guerra las vidas no valen nada, los oficiales japoneses las despreciaron sin miramientos.
Por cierto que Kamikaze significa Viento Divino y originariamente fue el nombre que los japoneses dieron a los tifones que en 1273 y 1279 salvaron al Japón, dispersando la flota de invasión de Kublai Khan.
En el manga también somos testigos de cómo la población civil, mujeres y niños incluidos, se suicidaba antes que afrontar la derrota, en una sociedad obsesionada con el honor.
Casi 80 años después de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki todos (menos los japoneses) parecemos haber olvidado lo que puede hacer una bomba atómica. Y la guerra en Ucrania ha vuelto a poner sobre el tapete esa posibilidad. Por eso, este Pies descalzos es una lectura imprescindible que debería recomendarse en los colegios.