Jane Fonda: "No habría cambio climático si no hubiese racismo o patriarcado"
- La actriz comparte en Cannes vivencias de su carrera y compromiso político en una clase magistral del festival
Jane Fonda y su pasado -la estrella premiada, la renegada de Hollywood, la activista de izquierdas, la profeta del aerobic- pasean por el Festival de Cannes, que ha organizado un encuentro de homenaje con la actriz de 85 años y energía incombustible. Fonda es puro dominio de la escena para dirigir a los cientos de asistentes y divertirles con su humor. “No me siento parte de Hollywood, no voy a fiestas. Ojalá: no sé lo que es ser invitada”.
Dice Fonda que uno de las primeras lecciones se la dio Lee Marvin en el rodaje del western Cat Ballou (La ingenua explosiva, 1965). “Era una película de bajo presupuesto: me rompí un diente y no paramos el rodaje, simplemente me filmaron de espaldas. Trabajábamos 14 horas y Marvin me cogió aparte y me dijo: ‘somos las estrellas, si permitimos trabajar tanto, el equipo lo hará aún más. Tenemos que plantarnos por ellos’. Él no era un radical o revolucionario, era un borracho fabuloso y me enamoré de él en ese momento”.
Fonda se divierte hablando de aquellos años 60. “Con Robert Redford rodé cuatro películas y en tres de ellas estaba enamorada de él, lo que significa que me lo pasé muy bien. Solo que a él no le gustaba besar, siempre estaba de mal humor, y yo pensaba que era mi culpa. Es una buena persona, solo tiene un problema con las mujeres”.
"Me llevó 37 años empezar a ser una persona"
Aparece Francia y sus primera experiencia en el cine europeo, Joy House, de René Clement, el director que, según confesó hace una semana, le pidió acostarse con ella antes de una escena de sexo “para ver cómo eran sus orgasmos”. También recordó al protagonista masculino, Alain Delon: “Era el ser humano más bello que existía. Y le gustaba besar. No me gusta tanto ahora: ha tenido una vida difícil”, en referencia a las posiciones políticas escoradas a la derecha del actor francés.
En ese rodaje conoció a Roger Vadim, el cineasta que se convertiría en su primer marido y por el que dejó una ya brillante carrera de Hollywood por una vida bohemia en un ático del Marais parisino. “Si solo me hubiese importado mi carrera no me hubiese ido, porque era un movimiento terrible, pero siempre me han preocupado otras cosas además de mi profesión. En Francia conocí a los soldados estadounidenses que volvían heridos de Vietman y despertó el activismo que me da la vida, porque necesitamos significado para vivir. Me llevó 37 años empezar a ser una persona".
"La izquierda no tiene que tener miedo a tener líderes"
Dice que ahora prefiere una pausa en su carrera, relanzada en los últimos años en la serie Grace and Frankie, para centrarse en la campaña electoral de EE.UU. “En la lucha contra el cambio climático tenemos razones para la esperanza, pero es serio: tenemos 6 o 7 años para reducir el consumo de combustibles fósiles. Tenemos que convencer a los responsables. No habría cambio climático si no hubiese racismo o patriarcado: es el mismo modo jerárquico de pensar, que desprecia otros aspectos. Todo está conectado”.
¿Y cuál es el camino? “Necesitamos poder. No solo protestas. Y para tener poder necesitamos líderes. En la izquierda hay una tendencia a no tener líderes y para tener poder necesitas líderes. Y hay que escuchar a quién no piensa como tú con el corazón, comportarse mal es el lenguaje de los trumpistas. No hay que ser sectario y no hay que tener miedo a tener líderes”.
Explica que su feminismo brotó en Klute, la película por la que ganó su primer Oscar interpretando a una prostituta. “Para prepararla pasé una semana con la famosa proxeneta Madame Claude, que tenía mujeres preciosas que ofrecía a los hombres. Todas eran inteligentes y sabías que podían hacer muchas otras cosas, pero todas habían sufrido abusos desde pequeñas. También vi en la morgue cientos de fotos de mujeres apalizadas y en la escena final lloré pensando en las mujeres asesinadas. Pensé: ‘me estoy volviendo una feminista’. Estaba feliz y enfadada”.
La teoría de Fonda dice que ese feminismo tenía un problema. “Si estás en un matrimonio que no es realmente auténtico, no puedes ser realmente tú misma. Puedes ser teóricamente feminista, pero no verdaderamente. Y siempre estaba casada. Ya soltera fui a ver los Monólogos de la vagina, donde lloré y reí y sentí mi feminismo bajando desde mi cabeza a mi cuerpo”. La última lección de la Fonda, la respuesta a la tópica pregunta sobre su secreto de belleza: “La vida no se trata de parecerse a otro”.