Sánchez pone fin a una legislatura abrupta con un gobierno de difícil convivencia y marcada por hechos insólitos
- La pandemia de COVID o las consecuencias de la guerra de Ucrania han marcado una legislatura convulsa
- PSOE y Unidas Podemos llegan juntos, pero con altas dosis de tensión, al final de un mandato inédito
Si hay alguien acostumbrado a las turbulencias políticas ese es Pedro Sánchez. El mandato que ahora llega a su fin tras el adelanto de las elecciones generales al 23 de julio está plagado de hechos inéditos e históricos: prácticamente desde el inicio de su legislatura tuvo que hacer frente a la gestión de una pandemia que encerró a los españoles en casa y llevó a España al colapso sanitario con unas dramáticas consencuencias y se despide ahora de su actual mandato con los efectos aún de una guerra en Ucrania que no ha llegado a su fin.
Casi todo lo que rodea a la carrera del presidente del Gobierno convive con el sobresalto, los giros de guion y las sorpresas, y él mismo plasmó lo que entiende como una forma de hacer política en su "Manual de resistencia".
Resumir sus casi diez años en la primera línea política supone marcar un timeline de primeras veces. Sánchez llegó a la Secretaría General del PSOE en 2014 como un perfecto desconocido y bajo el amparo de Susana Diaz, que muy pronto vio que era poco manejable. Dos años después salía de Ferraz defenestrado, 'muerto' políticamente y dejando su escaño. Se lanzó a la heroicidad de volver como líder del PSOE con todo el aparato en contra, aupado por la militancia, y lo consiguió, marcando un antes y un después en el PSOE.
En la historia de la política de España, Sánchez también aparece como el primer presidente del Gobierno que accede al cargo tras triunfar una moción de censura en el año 2018 y como valedor del primer gobierno de coalición de la actual democracia, Ejecutivo con Unidas Podemos que ahora toca a su fin.
Campaña electoral en medio de la presidencia del Consejo de la UE
Sánchez había dicho hasta este mismo lunes de resaca electoral que su intención clara era agotar una legislatura que él mismo ha definido en multitud de ocasiones como "convulsa", "adversa" e "inédita". Y eso tocaba este mes de diciembre, pero los acontemientos han hecho que mueva ficha y marque unos nuevos tiempos.
Los españoles votarán el domingo 23 de julio en pleno verano y la campaña arrancará el 7 de julio con unos candidatos que saldrán a la carrera electora como miuras para llegar los primeros a La Moncloa.
Cuando el relato político apuntaba a que Sánchez aprovecharía al máximo el escaparate que supone la presidencia semestral del Consejo de la UE, él mismo ha tratado de dar un golpe de efecto obligado por los malos resultados del PSOE este 28M y con el fin de cambiar la tendencia y no permitir que se consolide el giro iniciado por el PP, que ha pintado de azul el mapa electoral municipal y autonómico.
No sería la primera vez que un partido que no ha ganado unas municipales gane las generales, pero esta no es una tendencia común y Sánchez ha querido tomar riesgos para ganar.
El presidente ha visto desfilar a sus principales rivales, Pablo Casado (PP), Albert Rivera (Ciudadanos) o Pablo Iglesias (Podemos). Todos ellos han desaparecido de la escena política por diversas razones y ahora se enfrentará a Alberto Núñez Feijóo (PP), Santiago Abascal (Vox) y Yolanda Díaz (Sumar), entre otros, en unas elecciones que quiere volver a ganar.
Legislatura abrupta con un gobierno de coalición difícil
La declaración del estado de alarma por el COVID, la aprobación de diferentes planes para hacer frente a la crisis económica y energética, la aprobación de los indultos a los condenados del 'procés', la gestión de dos mociones de censura fracasadas, cinco remodelaciones de gobierno y polémicas creadas por la reforma del delito de malversación o por las consecuencias de la ley del 'solo sí es sí' son solo, por poner un ejemplo, algunos asuntos que ha tenido que gestionar un gobierno de coalición que ha aprendido a andar en una legislatura más que difìcil y con amagos de colisión, pero que finalmente se ha mantenido hasta el final. Un final anticipado, eso sí.
Sánchez se ha dado cuenta de que de momento en este 28M no ha calado el mensaje que ha llevado a cada mitin: presumir de su hoja de servicios con una reforma laboral, una ley de vivienda, varias subidas del salario mínimo, la creación del Ingreso Mínimo Vital, la puesta en marcha de los ERTE, la revalorización de las pensiones o la aprobación de tres presupuestos generales, entre otras medidas.
La relación entre PSOE y Podemos no ha sido fácil pero la sangre no ha llegado al río y en el último tramo de esta legislatura el Gobierno ha sido casi un tripartito porque la parte de Unidas Podemos se diferenció claramente entre la rama liderada por Yolanda Díaz y la puramente de Podemos, liderada por Ione Belarra. Por ambos lados han tratado de darle normalidad y a decir que aún España se está acostumbrando a estos gobiernos de más de un color.
A punto de arrancar la campaña para el 28M Sánchez llamó a ese espacio a su izquierda a encajar todas las piezas del puzzle para una candidatura fuerte. Es extraño que un candidato valide a otro, pero lo cierto es que Sánchez lo ha hecho con su vicepresidenta segunda y en varias ocasiones.
Todo ello con una aritmética parlamentaria- muchas veces en el alambre- para sacar adelante proyectos en el Congreso que solo han podido hacerse realidad con los apoyos de ERC, PNV y EH Bildu.
La legislatura ya es historia y ahora arranca un nuevo periodo en el que todos los partidos se adentran en nuevo tiempo político que quedará resuelto en el mes de agosto, o no.