ORLAN, la artista que convirtió su rostro en lienzo: "Las mujeres deben enfadarse y salir de la sombra"
- PhotoEspaña acoge su serie digital basada en los retratos de Picasso a Dora Maar
Chaqueta metalizada, pelo bicolor, labios azules y maquillaje de purpurina que enmarca los implantes subcutáneos sobre sus cejas, que se asemejan a dos pequeños cuernos, sumado a una elocuencia desbordante.
En un primer fogonazo, la artista francesa ORLAN, de 76 años, no defrauda. Para abrir boca advierte a los periodistas en una declaración de principios meridiana: quiere-más bien ordena- que cada letra de su nombre se escriba en mayúsculas porque rechaza el encorsetamiento en "las convenciones", puntualiza con aire teatral mientras se pasea entre sus obras en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Y se explaya, como diva que es, sobre los argumentos de su ideario artístico: "No estoy sujeta a ninguna práctica artística ni material porque me parece anacrónico. He trabajado con esculturas de resina, mármol, cuero, texto y con mi propia flora intestinal", dispara. Las aplicaciones de la Inteligencia Artificial y el arte volátil de los NFT (No Fungible Token) absorben su interés como herramienta en algunas de sus últimas creaciones, relata en un discurso bien hilado.
Un gesto de coherencia anudado a una carrera cimentada en la experimentación. Su propio cuerpo ha tornado en lienzo vía el "arte quirúrgico" donde la perfomance activa, de la que es pionera desde los 60, conforma la savia que mantiene robusto un árbol con múltiples ramas creativas: desde la fotografía a las videoinstalaciones o las esculturas interactivas.
"Quiero hablar de fenómenos sociales y cuestionarlos. Lo he hecho con temas como el acoso en el fútbol y la cirugía estética", afirma en una metamorfosis que no se agota, en la que reinterpreta la estética de la historia del arte desde un ángulo feminista y netamente transgresor.
Su fama mundial eclosionó en los 90 cuando se sometió a nueve operaciones de cirugía plástica, retransmitidas en vivo desde un teatro, para reescribir las pinturas de los grandes maestros occidentales: desde la ceja levantada de la Mona Lisa de Leonardo a la barbilla de la Venus de Boticelli, esculpidas en su tez en una incorporación a su identidad porque "no hay conformarse con el físico que nos ha tocado", afirmaba.
Las lágrimas de Dora Maar y la "autohibridación"
El tsunami imaginativo de ORLAN aterriza con la muestra Esta es mi historia... del arte (hasta el 3 de septiembre) en esta edición de PhotoEspaña donde su serie "Las mujeres que lloran están enfadadas" acapara todos los flashes.
Son fotografías digitales inspiradas en los doce retratos de Picasso a Dora Maar, en los que siempre brotaba la tristeza. Con este material, la francesa conforma una "autohibridación" con partes de su anatomía como "sus ojos desorbitados", sus implantes o su boca furiosa que "quiere morder".
Cuando se celebra el 50 aniversario de la muerte del pintor, se cuestiona su relación con sus parejas y vuelan las acusaciones de misoginia. La propia Maar, que fue una brillantísima fotógrafa en el París de entreguerras, terminó sus días en un sanatorio de salud mental. Picasso le instaba con desprecio a que abandonara la fotografía y se dedicara "a la acuarelas", como señala su biografía Dora Maar: Prisionera de la mirada.
ORLAN explica que admira a Pablo Picasso y Dora Maar y no "les juzga porque no se pueden defender", pero "sí creo que mantuvieron una relación un poco tóxica" porque "ella siempre está llorando y yo creo que Picasso le hacía llorar aunque tampoco nadie le obligó a quedarse ahí", opina.
La creadora le da un vuelco al paradigma a través de sus collages, localiza a las mujeres en el centro "no como objetos si no como sujetos activos" y les espolea a escapar de la sombra.
"Mi mensaje para las mujeres es que se enfaden, que hablen alto y fuerte que no tenemos que padecer todo y sufrir continuamente", subraya con contundencia sobre esta serie impactante, que concibió tras el movimiento Me too y emergió el papel de las "musas" y su peso específico en el arte.
La exposición se completa con fotografías de los 60 y 70 que hilan su trayectoria en la que difumina la frontera con el espectador. Una jovencísima ORLAN posa en desnudos desafiantes vestida de monja que se asemejan a La odalisca de Ingres o aparecen instantáneas con primeros planos de genitales masculinos en una respuesta al Origen del mundo de Courbet.
El comisario de la muestra desglosa su leyenda. Describe cómo la artista que dinamita lo establecido es a su vez "un canon en la historia del arte, presente en muchos libros".
¿Qué hacían ustedes cuando tenían 16 años? Lanza como pregunta al auditorio y responde: ella "tomó las riendas de su vida" y empezó a fotografiar cuando la edad legal en Francia se situaba en 21 años. Esa es ORLAN con mayúsculas.
Abramović y Miralles, las "damas de la performance"
La artista francesa comparte espacio en el Círculo de Bellas Artes con otras dos pioneras abonadas a la transgresión como son las "grandes damas de la performance": Marina Abramovic y Fina Miralles. En una ventana al valor de las fotógrafas que ya es marca propia de PhotoEspaña.
La mundialmente conocida Abramović presenta su obra más reciente de videoarte Seven Deaths, en la que homenajea a Maria Callas. Acompaña de una selección de imágenes que revisan la obsesión con la muerte, vía composiciones que evocan el vacío y la oscuridad.
“Ser artista no es una vocación, ni una devoción, ni una profesión; no lo sabes, pero todo te empuja y te lleva a ser quién eres”, asegura la artista catalana Fina Miralles (Sabadell,1950).
La mujer árbol, la mujer agua es un recorrido por su obra que disloca la realidad en un golpe a la conciencia sobre la autoridad. En este rupturismo destaca la imbricación con la naturaleza donde traslada la hierba al mar en un nuevo imaginario.