Corsés, faldas, hombreras, pantalones: ¿cómo ha influido el feminismo en la moda?
- Charlamos con expertos sobre cómo el feminismo ha influido en la moda
- Hasta el siglo XIX los hombres buscaban la belleza y el ornamento
- Puedes ver Objetivo igualdad el sábado a las 11h en La 2 y el domingo a las 14.25h en el Canal 24 horas
Llevaban pelucas, iban maquillados, usaban túnicas y faldas y, por supuesto, tacones. Sí, los hombres a lo largo de la historia han vestido de una manera que ahora les supondría más de un sofoco. Y es que la moda, tal y como la concebimos ahora, no lleva siendo así toda la vida.
“A finales del siglo XVIII y principios del XIX empiezan a separarse los armarios”, nos explica Laura Suárez, socióloga de la moda y directora del Máster en Diseño y Dirección de Moda de IADE. “Fue en aquel momento cuando se produjo la gran renuncia masculina. El hombre renuncia a la coquetería, a la galantería y se centra en la utilidad, en el trabajo. Deja de buscar lo bello. Y la mujer se queda con la seducción y empieza a ser objeto de la mirada masculina”, añade.
De hecho, todos recordamos a Luis XVI subido a sus tacones. “Es muy difícil encontrar un retrato de Luis XIV sin tacones. ¡Los hombres se vestían muy bien! En EEUU a finales de los años 30 el hombre vestía muy bien, iba muy adornado. Luego a partir de ahí fue un desastre”, comenta Ana Locking, una de las diseñadoras de moda más aclamadas de nuestro país.
Revoluciones feministas
Además de esta renuncia masculina, en la evolución de la moda han tenido mucho que ver las revoluciones feministas, que empujaron a las mujeres a vestirse como los hombres para conquistar terreno, como nos cuenta Miguel Becer, creador de ManéMané: “La mujer ha intentado conquistar terreno al hombre. En los 80, la mujer se tiene que vestir con traje y con grandes hombreras para demostrar que puede ser jefa. O en los 70, poniéndose un smoking. Pero ahora es el hombre el que intenta conquistar cierto terreno”.
“La mujer se vistió con traje para demostrar que podía ser jefa“
Hasta ese momento, acordémonos del corsé, que oprimía a las mujeres hasta quitarles el aliento. “Si podemos hablar de prendas feministas habría que hablar del pantalón, porque permite la movilidad. Las mujeres hasta el siglo XX no se podían mover, usaban corsés porque eso daba prestigio social a sus maridos. Cuanto más rígida tenías tu silueta, más posición social indicabas”, explica.
El auge del genderless
Las tendencias ahora son las prendas genderless. Dana Sevillano, modelo transgénero, apuesta claramente por ellas. “Yo creo que la moda debería ser siempre genderless. Tendríamos que tener un montón de burros con faldas, vestidos y de todo y que cualquier persona se pusiera lo que quisiera. Los límites se cargan el juego. Si destruyéramos los prejucios e incluyéramos en nuestro armario todo esto sin que nos importe si es masculino o femenino todo sería más divertido”, nos dice.
“El futuro está fuera de lo binario“
De derribar prejuicios también sabe mucho Locking, que cree en una moda alejada de etiquetas. “El futuro está en la autodeterminación, y no tanto en los géneros. La sociedad tiende a encasillarlo todo de manera binaria y el futuro está fuera de lo binario. Ojalá cuando vayamos a un gran almacén no vayamos a la planta de caballero o a la de señora”, explica.
Y ya está empezando a ocurrir, según nos cuenta Suárez: “En la pasarela de Londres han optado por no diferenciar entre pasarelas masculinas y femeninas, pero otras muchas lo siguen haciendo. Por otro lado, en la mayoría de tiendas, cuando entras, tienes muy diferenciado hacia dónde vas. Pero no olvidemos que esta codificación de género es muy reciente. Lo rosa y lo azul es un invento publicitario del siglo XX. No es algo natural. Es inventado”.
¿Está bien visto?
Aunque ya empiezan a verse tiendas en las que no hay barreras entre lo masculino y lo femenino, dar ese paso a nivel profesional tiene inconvenientes, según Becer. “A nivel creativo creo que no debe haber género. Una prenda es una cosa, no tiene género. A nivel personal es más complicado, porque eso implica miradas, reproches… Así que estoy entre lo que pienso y lo que hago, porque no creo que sea fácil destruir el género al 100% en el día a día. Hay lugares más amables, como la universidad, donde mis alumnos me dan mil vueltas, pero ir en un vagón de metro con una prenda que siempre se ha considerado femenina supone codazos, miradas, y sentirse intimidado”, reconoce.
De la moda a lo largo de la historia y de las tendencias actuales en las que el feminismo ha tenido mucho que ver hablaremos esta semana en Objetivo igualdad. Yo de vosotros no me lo perdería.