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Irene Montero, la feminista que se propuso revolucionar las políticas de igualdad y que no 'sumará' el 23J

  • La ministra no irá en la coalición tras el "veto" de la plataforma de Díaz, aunque Podemos luchará hasta el cierre de listas
  • Montero ha jugado un papel clave en Podemos aunque ha estado cuestionada por la oposición por la ley del 'sí es sí'

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La ministra de Igualdad, Irene Montero, en una imagen de archivo
La ministra de Igualdad, Irene Montero, en una imagen de archivo.

La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha sido el ‘sacrificio’ que ha tenido que hacer Podemos para estar en la coalición de quince partidos que bajo el nombre de Sumar se presentarán unidos a las elecciones del 23J. Con ello, no podrá ocupar de nuevo un escaño en el Congreso la próxima legislatura y queda anulada la posibilidad de que Díaz la convierta en ministra. Cree que no suma, que no es un activo político y que está 'tocada'. Su figura se ha desgastado en los últimos meses con las distintas polémicas por la ley del ‘sí es sí’ o la ‘ley trans’.

La líder de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, la ha definido este viernes como el “principal activo político” del partido morado. Lo dice quien además es una amiga personal de la titular de Igualdad, a quien conoció en su etapa universitaria mientras estudiaban psicología. Podemos no se dará por vencido y seguirá tratando de incluir a Montero en las listas ya que hasta el 19 de junio no se cierra ese proceso, pero no parece que Sumar vaya a ceder y da más que por cerrada la negociación, considerando que Podemos ya tiene una representación justa y plural en la coalición.

Y si bien es innegable que Montero ha jugado un papel crucial para su formación, no es menos cierto que ahora mismo se trata de una de las ministras del gobierno de coalición más cuestionadas por la rebaja de condenas derivadas de la aplicación de la ley 'solo sí es sí' y sus discrepancias con los socialistas en distintos asuntos.

Ascenso vertiginoso en Podemos

Montero, que inició su carrera política a los 16 años afiliándose a las Juventudes Comunistas de España y ha sido activista antidesahucios en su juventud, llegó a Podemos en 2014, el año del nacimiento de la formación, donde tuvo un ascenso tan vertiginoso como el propio partido, que se convirtió en tercera fuerza parlamentaria en sus primeras elecciones generales de 2015. Pasó de ser responsable de Movimientos Sociales a dirigir el gabinete del entonces líder de la formación, Pablo Iglesias, convirtiéndose después en su número dos. Precisamente con Iglesias, su actual pareja, acabaría formando una familia con tres hijos. Ambos han denunciado el acoso sufrido en su domicilio.

En 2015 entró en la Ejecutiva de Podemos, siendo además miembro del Consejo Ciudadano Estatal y Consejo de Coordinación en tiempos a veces convulsos, en los que han ido desfilando los que fueran fundadores de Podemos con la marcha de Íñigo Errejón, tras la 'purga' del 'errejonismo' tras el Congreso de Vistalegre II, junto con las múltiples crisis en las direcciones autonómicas de Podemos.

Tras la repetición electoral de 2019, cuando tanto PSOE como Unidas Podemos perdieron peso respecto a las generales del mes de abril, Montero terminó de encarrilar las negociaciones con la socialista Adriana Lastra para el acuerdo de un gobierno de coalición (el primero de la democracia a nivel nacional).

Llamada a ser la heredera de Bibiana Aído al frente de Igualdad

Esas negociaciones elevaron al partido a otra esfera política al lograr para Unidas Podemos una Vicepresidencia (para Iglesias) y cuatro ministerios. Uno de ellos sería para Montero, llamada a ser la heredera de Bibiana Aído al frente del Ministerio de Igualdad, una cartera creada en 2008 por José Luis Rodríguez Zapatero que Sánchez recuperaba. Montero por poco logra superar a Aído como la ministra más joven al ocupar el cargo con 32 años (la socialista lo hizo siendo diez meses más joven). Y su nombre sonó como posible relevo a Iglesias al frente de Podemos cuando éste, antes incluso de dar el salto a las autonómicas de Madrid de 2021, decía que la próxima secretaria general de Podemos sería una mujer (aunque finalmente acabó postulando a Yolanda Díaz como sucesora).

El feminismo, que desde 2018 en España a raíz de la sentencia de ‘La Manada’ ha vivido una nueva ola intensa, es una de las señas de identidad de Podemos (el partido ha evolucionado de una cúpula principalmente de hombres a dar más peso a las mujeres). En este contexto, Montero estaba llamada a hacer grandes cometidos al frente de Igualdad, y lo cierto es que su Ministerio ha tenido una importante actividad en cuanto a propuestas y leyes, si bien para la derecha ha ejercido un "feminismo excluyente" con leyes "ideologicas".

Bajo el liderazgo de Montero salió adelante la nueva ley del aborto, un nuevo hito en derechos sociales y feministas que busca garantizar que las mujeres puedan abortar en la sanidad pública en su centro más cercano sin tener ser derivadas a clínicas privadas como en la mayoría de casos hasta ahora. La ley elimina además los tres días de reflexión obligatorios para abortar y devuelve el derecho a decidir libremente a las adolescentes de entre 16 y 18 años. También incorpora nuevos derechos como el de las bajas por menstruación incapacitantes, una baja preparto o el reparto gratuito de la píldora del día después.

El desgaste por la ley del ‘solo sí es sí’ ante la rebaja de condenas

Bajo la gestión de Montero se han reconocido más derechos para las mujeres en la denominada ley ‘solo sí es sí’, que ha tenido sus luces y sus sombras. Por un lado, la ley responde al grito de la calle de miles de mujeres que gritaron “no es abuso, es agresión”, indignadas con la primera sentencia de La Manada, que no interpretó lo ocurrido en los Sanfermines de 2018 como una violación por parte de cinco hombres a una joven. “Solo sí es sí” resume una ley que pone el consentimiento en el centro y que, además, incluye una red de asistencia y centros de atención 24 horas para atender a víctimas de delitos sexuales en todas las partes del proceso tras una agresión, con más personal cualificado y protección de la mujer para evitar una revictimización ante la Justicia.

Pero la norma dejó un "efecto indeseado", que son las rebajas de condenas a agresores sexuales por la modificación del rango de penas. A día de hoy, van ya 1.127 rebajas y 115 excarcelaciones contabilizadas por el CGPJ. En un primer momento, Montero aludió al “machismo” de algunos jueces como el problema de su “incorrecta aplicación” de la ley, un argumento que repetían al unísono la número dos de Igualdad, Ángela Rodríguez, y la delegada del Gobierno para la violencia de género, Victoria Rosell (ambas de Podemos). Ese argumento fue muy criticado por los jueces y por la oposición, que ha centrado buena parte de sus discursos en cargar contra el Gobierno por esta norma. Y aunque Sánchez siempre ha dicho respaldar a Montero, lo cierto es que los socialistas acabaron enmendando por su cuenta la ley de Igualdad con una reforma en solitario en el Congreso que sacaron adelante gracias al PP, lo que abrió la brecha en la coalición. La imagen en soledad de Irene Montero e Ione Belarra durante esa votación lo dijo todo.

Montero, a quien se le ha reprochado su poca capacidad para reconocer errores o hacer autocrítica, esperaba que la jurisprudencia acabara fallando en contra de la rebaja de condenas en aplicación de la disposición transitoria del Código Penal que determina que, si una pena previa entra en el rango de condenas de una nueva ley, no procede revisar. Es el mismo argumento que empleaba la Fiscalía General del Estado, pero esta misma semana el Tribunal Supremo avaló las rebajas incluso para condenas previas que eran firmes, lo que ha supuesto un nuevo palo para el Ejecutivo y ha hecho situar el foco aún más en la ministra de Igualdad.

Otra de las leyes polémicas que se han desarrollado bajo su ministerio ha sido la ‘ley trans’, que amplía los derechos para las personas de este colectivo y permite el cambio de sexo libre en el registro a partir de los 16 años basándose únicamente en la autodeterminación de género y sin obligar a realizar terapias hormonales para ello. Esta ley contó con el rechazo de una parte del PSOE (haciéndolo visible la ya exvicepresidenta Carmen Calvo) y parte del feminismo que considera que supone un “borrado” para las mujeres. La oposición también ha cargado con dureza contra esta norma en el Congreso, que el PP derogará si llega a La Moncloa.

En este tiempo, Podemos ha denunciado la “violencia política” ejercida por la derecha contra Irene Montero. Lo cierto es que, más allá de las críticas a la gestión, ha sido habitual escuchar por parte, sobre todo de PP, Vox y Ciudadanos, calificativos como “ministra infantil”, “inmadura”, “humillada”, “acomplejada”, o frases como que “se siente inferior a los hombres”. Ha sido atacada por su relación con Iglesias (un alcalde del PP llegó a decir que “tiene llagas en la boca de chupársela al coletas”. Se ha dicho también de su viaje con su equipo de Igualdad a Estados Unidos que “trasladó la fiesta de pijamas a Nueva York”. Todo ello refleja un recurso machista de “infantilización” de las mujeres que ejercen la política, según expertos en el lenguaje y en política, que no suele utilizarse con hombres, pero que también sufrió en su momento la propia Aido.

Montero, por su parte, también se ha caracterizado por intervenciones algo broncas en el Congreso contra la derecha, a quienes ha tildado de “fascistas” en varias ocasiones. Y es que, al igual que en Podemos, Montero ha sido muy directa al decir lo que piensa ante determinadas cuestiones. Y eso también le ha pasado factura en algunas ocasiones. Este mismo viernes, el Tribunal Supremo le ha condenado a indemnizar a la expareja de la expresidenta de Infancia Libre María Sevilla por llamarle "maltratador".

“Ni un paso atrás en derechos” es uno de los lemas que han marcado su gestión en esta legislatura. Eso, y su carácter incansable y persistencia en las negociaciones. Pero esta vez, con Sumar, el resultado de la negociación no ha salido a su favor y la propia ministra se ha visto abocada a dar un paso atrás, lo que deja en el aire su futuro político, cuando todavía le quedan unos meses al frente de su Ministerio hasta que tome posesión el nuevo gobierno. Solo el tiempo dirá.