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Arte

El flechazo entre Picasso y El Greco que gestó el primer cubismo

  • Las primeras obras cubistas de Picasso estuvieron muy influidas por "la modernidad" de El Greco
  • El Museo del Prado muestra las similitudes en un diálogo con pinturas de los dos creadores

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Una visitante observa algunos de los cuadros que se exhiben en la exposición "Picasso, el Greco y el cubismo analítico"
Una visitante observa algunos de los cuadros que se exhiben en la exposición "Picasso, el Greco y el cubismo analítico"

El primer contacto de Picasso con el Museo del Prado fue a los 13 años en una visita familiar, el precoz niño pintor cayó rendido al genio de Velázquez en un influjo que atravesaría su ideario creativo. El artista ya no soltaría de la mano el museo en el que pasó las horas muertas como copista y del que llegó a ser director al inicio de la Guerra Civil.

Pero hubo una segunda epifanía con los maestros de la antiguedad. A los 17, un Pablo Picasso adolescente, que se formaba en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, cayó deslumbrado por "el halo de modernidad, singularidad y variedad estílistica" de Doménikos Theotokópoulos, alias El Greco.

Un flechazo artístico valorado como la génesis del cubismo análitico por los expertos de la pinacoteca. Una ruptura enmarcada en la descomposición de planos geométricos a partir de un modelo figurativo, que volteó el paradigma en la pintura sin vuelta atrás.

Un juego de influencias que reflexiona la exposición del Museo del Prado Picasso, El Greco y el Cubismo Analítico (hasta el 17 de septiembre), en la celebración del 50 aniversario de la muerte del malagueño donde llueven los ángulos de análisis de su vida y trayectoria.

"Picasso ve en el Greco un acto de rebelión sobre el arte imperante. En sus pinturas no existe la tercera dimensión y las figuras gravitan", indica la comisaria, Carmen Gimeno, y alude a que en estudios posteriores al pintor de Creta se le calificó oficiosamente como el "inventor del cubismo".

El Museo del Prado presenta la exposición

Picasso pasó decenas de horas copiando a los maestros en el Museo del Prado EFE/ Hidalgo

El joven Picasso anotó en varios de sus dibujos "Greco, Velázquez, inspirarme!" o "Yo, el Greco" e imploró a la musa en las entrañas del museo en un dialógo íntimo "de libertario a libertario". A su padre, profesor de Bellas Artes y aposentado en el clasicismo, no le gustaba ni un pelo porque valoraba a Doménikos Theotokópoulos como un artista "demasiado extravagante, rompedor y moderno", en una opinión acompasada a la teoría imperante.

A la rehabilitación para el mundo del cretense contribuyó la idolatría de Picasso y los cachorros de la vanguardia, subyugados quizás por el aura de rebeldía juvenil. El magnetismo de El Greco tampoco abandonaría al malagueño en su etapa azul en la que enfocó su atención en la figuras estilizadas y los tonos fríos "realizó en sus cuadros verdaderas paráfrasis de sus retratos", añade el director de la pinacoteca, Miguel Falomir.

Lo cierto es que el pintor griego permaneció sepultado en el ostracismo durante años. En una horquilla temporal y creativa, el Greco alcanzó cierta celebridad cuando se instaló en España en 1577 y hasta su muerte en 1614, pero la leyenda negra sobre sus "alocadas distorsiones" emsombreció su brillo.

Monocromía, formato vertical y "pinceladas emborronadas"

La exposición del Prado abre el abanico de referencias a través de 8 pinturas por parejas, aunque el museo cuenta con una de las colecciones más ricas del artista griego como muestra su Pentecostés, los "grecos" proceden, entre otros, del Museo de Toledo, mientras que los "picassos" del cubismo primigenio están todos datados en 1911-la época picassiana más cotizada- y se han trasladado desde el Thyssen, la Fundación Beyeler de Basilea o el Guggenheim de Nueva York.

En los "diálogos" Carmen Gimeno señala las "evidentes" similitudes ante el lienzo de San Juan Evangelista paseando entre las obras que se aglutinan en una de las salas del Prado consagradas al Greco.

"Mira, este geometrismo y esas construcciones en las túnicas son puro cubismo al igual que las manos son abstracción", afirma. "Pablo Picasso recupera esta pincelada emborronada y reduce su paleta a tonos monocromáticos como los marrones y también copia el formato vertical del Greco", completa la comisaria.

'San Juan Evangelista' (izq). El Greco. 1610-14 Museo del Greco en Toledo y 'El aficionado' (dcha) de Picasso. 1911 Basilea, Kunstmuseum Basel

San Simón, San Bartolomé y San Juan Evangelista, del Museo del Greco en Toledo, junto con San Pablo, procedente de una colección particular, componen los nuevos cuadros del Greco expuestos junto a Tocador de mandolina (de la Fundación Beyeler), Acordeonista (Museo Guggenheim), Hombre con clarinete (Thyssen-Bornemisza) y El aficionado (Kunstmuseum Basel).

"No se echa en falta ninguna obra ni sobran tampoco. Aunque alguien venga y no supiese quién es Picasso, el Greco o el cubismo analítico, no dejará de percibir una serie de similitudes entre ellas", ha apuntado Falomir, quien ha recordado además que ya en 2014 el museo hizo una exposición sobre El Greco y la modernidad en la que "casi un tercio eran obras de Picasso".

Página de libro de copistas del Museo del Prado correspondiente a los años 1896 y 1897 Archivo Museo Nacional del Prado

El Prado refuerza el vínculo con Pablo Picasso exhibiendo varios documentos: desde el libro de registro de los copistas donde aparece como "Pablo Ruiz" fechado en 1897 en una visita para bosquejar a Velázquez, al contrato rubricado en 1936 cuando fue elegido como director del museo durante la Guerra Civil. Un cargo que nunca llegó a ejercer pero que compuso un gesto de apoyo contundente al gobierno republicano.

"En términos publicitarios funcionó muy bien porque era la personalidad cultural más importante del momento, dirigiendo la institución en este sentido más importante del país. Desde el marketing, una genialidad", concluye Miguel Falomir.