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El viaje de Tereshkova, la primera mujer en el espacio, cumple 60 años: "Veo el horizonte. La Tierra es preciosa"

  • Su hazaña no fue repetida hasta 1982 por otra mujer, Svetlana Savítskaya, a la que siguió la estadounidense Sally Ride en 1983
  • La misión Artemis II planea enviar por primera vez a una mujer a la Luna en 2024

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Imagen de archivo de la cosmonauta rusa Valentina Tereshkova.
Imagen de archivo de la cosmonauta rusa Valentina Tereshkova.

“Veo el horizonte. Hay una franja azul. Es la Tierra, es preciosa. ¡Hola universo!”. De esta manera tan espontánea reaccionaba hace 60 años, la rusa Valentina Tereshkova en su viaje al espacio exterior, el primero realizado por una mujer.

Salir de la Tierra hasta entonces solo había sido posible para unos cuantos privilegiados como el también ruso Yuri Gagarin (1961) o el estadounidense Alan Shepard (1962). Con Tereshkova se creyó que la seguirían muchas más, sin embargo, su hazaña no fue replicada por otra mujer -la rusa Svetlana Savítskaya- hasta 19 años después. Un año más tarde, lo hizo también Sally Ride, convirtiéndose en la primera mujer estadounidense en viajar fuera de la Tierra.

Desde entonces, el papel de la mujer ha ido adquiriendo peso dentro de la industria espacial con personalidades como Mae Jemison, la primera afroamericana en viajar al espacio en 1987 o Peggy Whitson, comandante de la Estación Espacial Internacional (EEI) en 1996. También con el viaje espacial integramente femenino (2019) - aunque retrasado unos meses por falta de trajes para mujeres- o con la italiana Samantha Cristoforetti, la primera europea en caminar por el espacio (2022). En 2024 se podría alcanzar un nuevo hito: la llegada de la mujer en la Luna, la estadounidense Christina Koch, con la misión Artemis II. En la misión lunar habrá un astronauta negro, algo que es, asimismo, inédito hasta el momento.

“Los astronautas son los embajadores de la ciencia espacial, la astrofísica y la tecnología. Llevar la igualdad a este campo es esencial por su visibilidad en la sociedad y como demostración de las capacidades humanas independientemente del sexo, color, etc.”, cuenta a RTVE.es la astrofísica del Observatorio Astronómico Nacional (OAN), Marina Rodríguez Baras, sobre la importancia de los viajes espaciales.

Así fue el ‘viaje a las estrellas’ de Tereshkova

Con tan solo 26 años, Valentina Tereshkova pasó casi tres días pilotando la nave Vostok 6 y orbitó sobre la tierra 48 veces. Aunque el lanzamiento comenzó oficialmente el 16 de junio de 1963, lo cierto es que el ‘viaje hacia las estrellas’ de Tereshkova había comenzado mucho tiempo atrás.

Procedente de un pequeño pueblo en Yaroslavl, centro de Rusia, Tereshkova se inició en el paracaidismo desde muy joven, sin imaginar que acabaría viendo su país desde la ventana de una nave espacial. Mientras escuchaba con entusiasmo a través de la radio la salida de la Tierra del primer hombre, el astronauta ruso Yuri Gagarin, en 1961, Tereshkova desarrolló la enfermedad del “espacio exterior” y afirmó que quería convertirse en cosmonauta, según el libro Valentina Tereshkova, The First Lady of Space: In Her Own Words (2015) que recoge los recuerdos de la astronauta.

Poco después fue seleccionada como una de las cinco mujeres, de entre más de 400 aspirantes, para formar parte de la misión que le daría el “billete” al espacio. Durante meses recibió una formación intensiva en la ‘Ciudad de la Estrellas’ -instalación de entrenamiento espacial rusa- que incluyó cursos de pilotaje y de ingeniería espacial, así como pruebas de aislamiento. Quedó a la cabeza del grupo, pero reconoce que había dudas sobre cómo organizar su entrenamiento -por las contradictorias teorías sobre si el cuerpo femenino estaba o no preparado para viajar al espacio- y que escuchó frecuentemente frases de sus instructores como "hazlo como un hombre lo haría".

De su viaje, Tereshkova -que adoptó el nombre en clave de chaika (gaviota)- recuerda cómo apenas podía respirar ni moverse en el despegue. También el silencio atronador de la nave tan solo roto por las voces terrenales que le llegaban de la radio y su “ajetreado día a día” como astronauta para captar fotos, datos o hacer experimentos. Destacó también la “carga psicológica” del viaje y los problemas técnicos y la dificultad de acostumbrase a la gravedad y la pérdida de la noción del tiempo. “Me desperté sobresaltada al sentir mis manos flotando en el espacio”, explica en el libro.

La astronauta rusa, Valentina Tereshkova, en la inauguración de un centro financiero en 2018 en Kazajistán.

La astronauta rusa, Valentina Tereshkova, en la inauguración de un centro financiero en 2018 en Kazajistán. EFE/KULPASH KONYROVA

La integración con sus compañeros astronautas

Aunque Tereshkova aseguró que la integración acabó siendo plena con el resto de compañeros y le ayudaron en su travesía, también recoge los comentarios de algunos de ellos. El astronauta Valery Bykovsky -que salió tan solo unos días antes en la Vostok 5 y tiene el récord mundial del viaje espacial más largo-, “bromeó” y le dijo que si una chica viajaba al espacio él añadiría un “pequeño bolsillo para el pintalabios y otros cosméticos” cerca del espejo de la manga derecha del traje de astronauta. Un estereotipo que ha parecido permanecer en el tiempo en algunos sectores, ya que en 2015 a un grupo de mujeres rusas que se estaban preparando para un simulacro de aislamiento para un viaje a la Luna se les preguntó cómo sobrevivirían sin maquillaje y sin hombres, generando las críticas de las participantes.

A su regreso, Tereshkova fue nombrada, entre otros títulos, heroína de la Unión Soviética y se convirtió en un miembro prominente del Partido Comunista. Además, consiguió la medalla de metal de la paz de las Naciones Unidas y tiene un cráter en la Luna con su nombre. Es, precisamente, en este satélite, donde podría producirse un nuevo hito: la llegada de la primera mujer a la Luna en 2024, 55 años después del alunizaje de los primeros astronautas varones: Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins, en un viaje en el que solo los dos primeros llegaron a pisar la Luna en aquel momento y cuyo desarrollo ha sido, en ocasiones, cuestionado.

“Hasta ahora la frase de Armstrong ‘Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad’, es literalmente un pequeño paso para el hombre blanco, que son los únicos que han llegado a la Luna, cuando ya está demostrado que es posible y que tenemos la tecnología para hacerlo”, opina Rodríguez Baras. “Ahora el reto no es solo llegar, es ampliar y hacer una conquista real de toda la humanidad y más adelante llegar a establecer una base semipermanente que sirva como plataforma de experimentación y de conocimiento, para después pasar a otros retos ambiciosos como Marte”, añade la investigadora de la OAN.

“Rubia”, “atlética”: qué destacó la prensa del momento

La carrera espacial estaba en pleno despegue desde la década de los 60, con una gran competencia entre Estados Unidos y Rusia y los medios se hicieron eco de lo conseguido por Tereshkova. El New York Times, en una columna, arrancaba una noticia describiendo únicamente el físico de la astronauta. “La primera astronauta del mundo es una joven de aspecto agradable, ojos grises, atlética y pelo rubio oscuro ondulado. Tiene 26 años”, publicó para después relatar su biografía. Yuri Gagarin, en otro medio ruso, se refirió a ella como “una chica maravillosa” con una “belleza femenina especial y discreta".

“El papel de las mujeres a nivel internacional ha sido muy importante, pero mucho menos visibilizado. Los viajes espaciales han sido solo una muestra de cómo la mujer debe esperar años para tener la oportunidad y, cuando lo consigue, o bien se ha visto menos reflejado o se ha tratado desde otra óptica”, considera Marina Rodríguez Baras.

En 1991, Tereshkova viajó a España y en una conversación con RNE aseguró que no tuvo miedo como tripulante de la Vostok 6 y que “el cosmos no hace ningún privilegio para una mujer”. “Las condiciones son iguales que las de los hombres”, aseveró, para añadir después esperaba ver astronautas, mujeres y hombres, de nuestro país. Un año después de aquello, el ahora exministro de Ciencia, Pedro Duque, comenzó a formar parte del programa de la Agencia Europea del Espacio (ESA) y era el único español que había viajado al espacio con esta entidad científica. En 2022, la agencia eligió nuevos astronautas entre los que figuraban los nombres de dos españoles, ambos de León: Pablo Álvarez, como titular, y Sara Alonso, como reservista.

Durante décadas, Tereshkova ha conseguido cierta repercusión mediática por su papel de presidenta de la Unión de Asociaciones Soviéticas de Amistad con los Países extranjeros, pero también por formar parte de la Duma, cámara baja rusa. La astronauta y política ha sido recientemente sancionada por países como Canadá por la votación a favor en esta institución de la guerra en Ucrania.

Del apretón de manos espacial a la congelación científica

Rusia, que fue muy activa en la carrera espacial, hoy copa titulares por razones muy distintas. Si el famoso apretón de manos en el espacio entre los astronautas estadounidenses y rusos a bordo de las naves espaciales Apolo (Estados Unidos) y Soyuz (Rusia) en 1975, simbolizó el fin de la Guerra Fría y una nueva era de colaboración, también con Europa; ahora la guerra en Ucrania ha sido respondida con la implantación de sanciones y con la congelación de los vínculos científicos.

Moscú incluso ha asegurado que abandonará la EEI después de 2024, ya que construirá su propia plataforma, aumentando su aislamiento en el espacio exterior y en la Tierra. “La guerra en Ucrania tienen consecuencias en muchísimos campos. Evidentemente, el más importante es la pérdida de vidas humanas, pero si ampliamos a la ciencia, ciertas colaboraciones para misiones espaciales no tripuladas, satélites y telescopios en colaboración con los rusos, que tienen mucha experiencia, están suspendidas o canceladas y puede traer ralentizaciones a largo plazo”, apunta Rodríguez Baras.

Entre los retos de la ciencia espacial, la investigadora señala al análisis de los datos obtenidos por las misiones y los telescopios de las últimas misiones y la adaptación de los nuevos avances tecnológicos. “Los cohetes espaciales son solo la punta del iceberg, detrás hay muchas personas y horas de dedicación en laboratorios, ordenadores, observatorios, etc", cuenta la astrofísica del OAN, que se encarga de la investigación de las ondas de radio del espacio con datos internacionales, pero también del centro Astronómico de Yebes en Gudalajara y del de Sierra Nevada, en Granada. “Es nuestra manera de ayudar a responder desde la Tierra a las grandes preguntas del espacio y de la humanidad y aún hay mucho que hacer”, afirma.