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Día Mundial contra la Sequía

El "doble golpe" de la sequía para las mujeres: "Aumenta el riesgo de violencia de género y dificulta la higiene menstrual"

  • La falta de lluvias aumenta los refugiados climáticos en África y Asia, de los que la mayoría son mujeres
  • Mejorar el acceso a la propiedad de tierras y a los recursos, entre las medidas para paliar los efectos

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Mujeres cargan con garrafas de agua
Mujeres cargan con garrafas de agua

A Marie Christine y Nasrin las separan más de 2.600 km de distancia, pero les une una misma preocupación: la sequía, un fenómeno que asola cada vez más fuerte a sus países, Madagascar y Somalia, y que supone un “doble golpe”, especialmente, para las mujeres locales.

“A medida que se seca la tierra, se ensombrece el futuro de muchas mujeres. Además del hambre, la falta de agua también aumenta el riesgo de violencia de género y dificulta la higiene menstrual”, asevera a RTVE.es, desde Madagascar la activista ambiental y fundadora de la empresa social Green N Kool, Marie Christina Kolo, con motivo del Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía.

La joven, que trabaja para ayudar a las mujeres de la región sur del país – una de las más vulnerables a los efectos de la crisis climática-, explica, que muchas de ellas se desplazan decenas de kilómetros diariamente para la búsqueda de agua y, “cuando falta, la ira y violencia recae sobre ellas”, sin que se denuncie o visibilice. Además, las mujeres dedican horas a las tareas del campo, aunque no pueden heredarlas, según las costumbres de las comunidades; así como al cuidado de los hijos, lo que “muchas veces apenas deja también agua para ellas mismas”.

Muchos de estos aspectos se repiten también en Somalia, que vive una de sus peores sequías en los últimos 40 años, a la que se suman los efectos de los conflictos armados. “Los matrimonios forzados también se disparan en temporadas de hambre y sequía, ya que la familia no puede mantener a todos sus miembros. Esto también da lugar a embarazos muy precoces que, unidos a la falta de higiene y servicios, ponen en riesgo la salud de las madres y los pequeños”, lamenta, por su parte, desde la Organización de Acción de Mujeres para la Defensa y el Progreso (WAAPO) de Somalia, Nasrin Abdullahi.

La gran mayoría de los ‘desplazados climáticos’ son mujeres

Ante estas situaciones, muchas mujeres se ven obligadas a huir o desplazarse, aumentando las cifras de los llamados "refugiados climáticos", un fenómeno del que al menos un 80% son mujeres, según un estudio del Instituto de la Mujer. “Habitualmente no saben adónde ir o qué pueden hacer, lo que reduce sus esperanzas para superar las barreras”, indica Abdullahi.

Para mejorar la situación, "se necesita un enfoque multidisciplinar" en los asuntos del clima, que aborde la igualdad de género, la salud mental de las mujeres, formación y más recursos, piden ambas jóvenes que, pese a las dificultades para ser activistas climáticas y de los derechos de las mujeres en sus países, aseguran que no cesaran hasta que se oigan “las voces de las mujeres” y sus necesidades.

Uno de los puntos en los que se refugian las desplazadas es el campo de refugiados de Melkadida, cerca de la frontera de Somalia con Etiopía, donde ya se alberga a 40.000 personas afectadas por las inclemencias climáticas y otros conflictos. “Hay gente que han vivido durante generaciones en sus tierras, que han dependido del ganado y ahora han sido destruidos por la sequía. Lo poco que quedó lo arrasaron lluvias torrenciales y han tenido que trasladarse a estos centros temporales. Es una enorme presión no solo para los que huyen, sino también para las comunidades de acogida”, asegura, tras regresar de estas instalaciones, el asesor Especial de ACNUR sobre Acción Climática, Andrew Harper.

Entre las necesidades más inmediatas de las personas desplazadas, señala la importancia de los servicios de atención sanitaria, energía renovables y seguridad. “Para llegar al hospital más cercano hay que conducir tres días”, lamenta. También apuesta por la formación, especialmente, para las mujeres, que “quieren aprender nuevas técnicas, emprender para progresar y alimentar a sus familias”. “Nadie quiere sobrevivir con limosnas y quieren tener un ingreso. Quieren mantener a su familia y apoyar a su comunidad. Quieren apoyar el futuro de sus hijos”, indica. “Aunque hay graves conflictos como el de Ucrania que se deben atender, no se deben olvidar estas regiones ni la lucha climática. Nadie va a escapar a sus efectos y debemos estar preparados, hay que actuar tanto con programas de adaptación a nivel global como local”, advierte Harper, que pone en valor el apoyo envaido por España a los países en desarrollo.

El fenómeno de El Niño pone contra las cuerdas a Tailandia

El impacto del calentamiento global y de las migraciones climáticas también afecta algunos países de Asia como, por ejemplo, Tailandia, donde la llegada del fenómeno El Niño y las altas temperaturas de los últimos meses amenazan con una fuerte sequía que podría superar a las sufridas en el país en 2019 y 2021.

En tiempos de crisis como esta, "las mujeres de las zonas rurales soportan una carga desproporcionada de tareas, por lo que las niñas pueden ser las primeras en tener que abandonar la escuela para dedicarse a buscar agua o a los cuidados. Muchas también se ven obligadas a emigrar, quedando más expuestas a la violencia. Esto no solo las pone en riesgo, sino que perjudica su potencial y futuro”, cuenta desde el país asiático la ingeniera de UNICEF especializada en programas de agua, Silvia Gaya.

Al igual que en el caso de países africanos, donde Gaya también ha desempeñado su labor durante años, considera esencial “contar con soluciones más duraderas” y “acceso a servicios sociales resistentes al cambio climático” ya que las crisis van a producirse con mayor asiduidad. “Si no actuamos en estos dos frentes, corremos el riesgo de retroceder en muchos de los avances en materia de desarrollo que hemos conseguido en las últimas décadas”, lamenta.

Tailandia está entre los diez países del mundo que más pérdidas han sufrido debido a eventos vinculados al cambio climático en los últimos 20 años, según la Organización Internacional para las Migraciones. En este punto, precisamente, se basaron las negociaciones climáticas de la COP27 de Egipto, que culminó por primera vez con un acuerdo para que los Estados más desarrollados financiaran un fondo de compensación económico para afrontar las pérdidas y daños que está causando la crisis ecológica. Una victoria agridulce pues, aunque supuso un avance para los países más vulnerables, no determinaba la cantidad ni la manera de repartir el nuevo los recursos.

Sequía, propiedad y elecciones: así afecta a las agricultoras en España

En España, aunque parezca que hablar de sequía tras las lluvias torrenciales de las últimas semanas es el pasado, la realidad es muy diferente. Esta primavera ya es considerada la más cálida de la serie histórica y la segunda más seca. Además, casi el 74% del territorio de nuestro país es susceptible a la desertificación por razones climáticas, según un informe del Ministerio de Agricultura.

La falta de agua ya ha producido grandes estragos en el campo y los agricultores temen el fracaso de las cosechas y la subida de precios en una ya alta inflación derivada de la pandemia, la guerra en Ucrania y la crisis energética. “La situación es muy preocupante en nuestra región. El cereal se ha perdido casi por completo y la aceituna y la uva hay que valorar todavía, pero también están muy tocadas”, explica Catalina García, que es dueña de una explotación agricultora en la comarca de Tierra de Barros, en Extremadura. Los gastos no dejan de subir, explica, haciendo cada vez más complicado pagar a la plantilla.

Aunque las consecuencias son graves para todo el sector, que reclama medidas urgentes, suma una piedra más a las cargas y barreras que pueden sufrir mujeres agricultoras y ganaderas en el mundo rural. “La situación de las mujeres en la agricultura ha avanzado significativamente en los últimos años, pero siguen estando en una posición todavía de desigualdad: Suelen tener explotaciones más pequeñas, menos dimensionadas y presentar más dificultades para acceder al crédito o a la digitalización, limitando más posibilidades de desarrollo y rentabilidad de esas explotaciones”, afirma la presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR), Teresa López.

Este no es el único reto para López, que apunta también a la necesidad de un impulso mayor de la titularidad compartida para identificar las explotaciones familiares, que son las mayoritarias en el conjunto del sector. “En estas explotaciones las mujeres están, pero en muchos casos su trabajo sigue siendo invisible. Por ello, cuando ambos las gestionan en igualdad, es importante que tengan los mismos derechos y obligaciones”, dice. También apuesta por el Estatuto de la Mujer Rural que busca que las mujeres de todos los pueblos de España vean blindados sus derechos independientemente de la región en la que vivan o del cambio de gobierno.

Por último, continúa Catalina García, se necesita "una mayor participación de las mujeres" en las organizaciones socioeconómicas que están vinculadas con la actividad, como cooperativas, comunidades de regantes, grupos de acción local…) y el funcionamiento y desarrollo de los pueblos. “Necesitamos estar también en la toma de decisiones para que nuestras necesidades se tomen en cuenta y se haga un análisis más amplio del sector”, considera la agricultora, que también es presidenta de una cooperativa y de FADEMUR en Extremadura. “Es una pena que las mujeres se tengan que ir de los pueblos, hay que crear más oportunidades", sentencia y apuesta por una mejora en la conciliación y los servicios de ámbito rural.