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Elecciones generales 23J

La verdadera campaña de Sumar y Vox: la lucha por el 20% de los votos es crucial en media España

  • En 2019, hizo falta de media un 22% de votos para conseguir representación en las provincias más pequeñas
  • Los pocos escaños de la mayoría de circunscripciones limitan las opciones a apenas dos partidos

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Elecciones generales 23J : mapa de los escaños que se reparten por circunscripción
El Congreso está formado por 350 escaños, pero el reparto es muy desigual entre circunscripciones.

Los resultados de las elecciones generales del 23J no dependerán solo de cuánta gente vote a un partido concreto, sino desde dónde lo haga. Una de las principales peculiaridades del sistema electoral español es que los partidos pequeños que no logran concentrar el voto en determinadas zonas geográficas no tienen en la práctica opción alguna de extraer representación de allí y "pierden" por improductivas la mayoría de sus papeletas.

Y, en contra de lo que mucha gente cree, no tiene que ver con el sistema D'Hondt, que no es más que la fórmula con la que se reparten los escaños a los partidos que obtienen la representación mínima que marca la ley electoral (un 3% del voto válido por circunscripción). La verdadera causa de todo ese voto inútil para muchos partidos se halla en el reducido número de escaños que entran en el reparto en muchas de las circunscripciones.

En la práctica, en las últimas elecciones generales celebradas en España el porcentaje de voto válido que tuvieron que alcanzar los partidos para acabar cosechando escaños fue mucho más alto que ese 3%. En varias provincias fue necesario obtener más del 20%. Para partidos como Vox y Sumar, que pugnan por la tercera plaza en muchas circunscripciones y cuya estimación de voto se mueve entre el 12-15% de media, se convierte en una barrera casi insalvable.

En total, 27 circunscripciones, excluyendo Ceuta y Melilla, reparten cinco o menos escaños, un total de 106 diputados. Es decir, a más de la mitad de España (el 54%) le corresponde el 30% de los escaños. Y si solo se consideran las 19 provincias que reparten de dos a cuatro escaños, resultan 66 diputados. Son menos del 20% del total del Congreso, pero en unas elecciones que se miden en términos de suma de bloques pueden marcar la diferencia.

Es en muchas de estas provincias donde tanto Sumar como Vox se juegan el ser o no ser. Vox defiende los 52 escaños que sacó en las últimas elecciones generales, 24 de los cuales los sumó en circunscripciones de menos de ocho escaños. La plataforma liderada por Yolanda Díaz tiene como referencia los 38 diputados que obtuvieron entonces Unidas Podemos y Más País, hoy integrados en la coalición, si bien solo ocho procedieron de esos mismos territorios.

Las circunscripciones que menos escaños reparten dejan apenas 'tarta' para dos partidos, que tradicionalmente son PSOE y PP. Salvo en las comunidades con formaciones nacionalistas asentadas, sigue siendo muy difícil después de las generales de 2011 (las últimas del viejo bipartidismo) que una tercera lista consiga un diputado en las pequeñas provincias de la meseta peninsular.

En las generales de noviembre de 2019 fue necesario al menos un 30% de los votos en siete de estas provincias, pero lo cierto es que la media desde 2015 apenas baja del 20%, como se ve en los siguientes gráficos.

Como se puede apreciar, a partir de que concurren por primera vez Ciudadanos y Podemos en las elecciones generales, el listón para obtener escaños se hizo más accesible, en comparación con los comicios de 2011, cuando PP y PSOE sumaban más del 70% de los votos en todo el país.

Y es que, en estas circunscripciones, lo que realmente 'encarece' el escaño no es el número de competidores, sino el hecho de que, con pocos asientos para repartir, haya candidaturas mayoritarias que dejen poco espacio a otros actores relevantes.

La media voto que obtuvieron los partidos con menor representación en las 19 provincias que reparten cuatro escaños o menos es del 23,2%. Si se tiene en cuenta solo el período 2015-2019, cuando entraron en escena los partidos alternativos a PP y PSOE, este porcentaje baja ligeramente, al 21,6%. Es decir, que en estos territorios se necesitaron, como promedio, una de cada cinco papeletas para ganar escaños, lo que no está al alcance de cualquiera.

Es una cuestión de pura aritmética, pero ante la que los partidos afectados no pueden resignarse sin más. Tampoco pueden renunciar a presentarse en esas circunscripciones, por más que sea infructuoso, en especial para Sumar, dados los antecedentes. Como señala Paco Camas, director de investigación de opinión pública de Ipsos España, un proyecto político que "aspira a ser una fuerza con representación en todo el territorio nacional" no puede dejar de medirse en todas las circunscripciones, al contrario de lo que hizo Más País en 2019, cuando decidió presentarse sólo en 16.

Esta dificultad se atenúa a medida que las circunscripciones son más grandes. En aquellas que se pueden considerar de tamaño mediano, las que eligen de cinco a siete diputados, el porcentaje de voto de los partidos que lograron convertir sus papeletas en escaños es de media del 15% desde 2015, y puede bajar al entorno del 10-12%.

Eso no significa que partidos intermedios no tengan opciones si no llegan a esos porcentajes. Si son competitivos, pueden reducir la barrera electoral efectiva y arañar escaños a las candidaturas mayoritarias. En estas provincias, "hay efectivamente una batalla entre Sumar y Vox por la tercera posición, donde van a tener opción de entrar porque la barrera va a estar en torno al 8-10%. Ahí van a tener opciones", apunta Camas. Este duelo se disputa en otras 19 provincias, pero a diferencia de las menores, aquí están en juego 111 escaños, el 32% del total.

No obstante, lo que pasa en las circunscripciones medianas y pequeñas "condiciona el comportamiento de los electores", afirma el investigador de Ipsos. "El elector cuando va a votar sabe perfectamente cuáles son las opciones de las formaciones políticas y qué está votando, sabe quién tiene más probabilidades de tener escaño y es más probable que haya voto útil".

"Sobre todo en el último tramo de campaña", añade Cristina Monge, politóloga y profesora de la Universidad de Zaragoza, lo que hace que las formaciones no mayoritarias lo tengan realmente complicado. "Hay que recordar que en el fondo el 23J se celebran 52 elecciones, una por circunscripción", añade, lo que en los próximos comicios generará en las provincias de menor tamaño un "pulso" entre Sumar y Vox con PSOE y PP, respectivamente, para arrebatarles votos y ser más competitivos.

"Normalmente esto genera un círculo vicioso para el bloque, porque lo que gana uno lo pierde otro, y se corre el riesgo de que los votos del [partido] mayoritario no sean suficientes y por lo tanto, no se traduzcan en escaños, por lo que se acaban perdiendo", explica Monge. "Cosa distinta es que alguno de los dos partidos del bloque, el mayoritario o el minoritario, consiguiera movilizar a abstencionistas. Si esto ocurre, se ensancha el espacio del bloque ideológico".

Un escenario diferente en las provincias más grandes

El escenario cambia a medida que aumenta el tamaño de la circunscripción. Con más escaños que repartir, y siempre que se supere la barrera electoral legal del 3%, las papeletas cosechadas en las provincias que más escaños reparten (en especial las que contienen a las principales capitales) rinden cada vez mejor.

Así, en 2019, candidaturas que reunieron en torno al 6% del voto en Madrid (Más País) y Barcelona (Ciudadanos) y el 8% en Valencia (también Ciudadanos) lograron representación. El promedio de voto de los partidos que lograron escaños desde 2015 en estas circunscripciones que reparten ocho escaños o más es del 12%, pero en las últimas elecciones generales de 2019, que eran la repetición de las celebradas seis meses antes, alcanzó valores mínimos y bajó del 10% en todas, salvo en Baleares.

Un reguero de votos perdidos

El corolario de todo lo anterior es que, en estas elecciones, Vox y Sumar pondrán su empeño en no dejar tras de sí un reguero de papeletas sin premio. Habrá perdedores de todas formas, como los ha habido históricamente en otras elecciones, formaciones que han visto la mayor parte de sus votos caída en la irrelevancia.

En las últimas elecciones generales desde 2011, le ha pasado a Izquierda Unida, a UPyD, a Ciudadanos y Podemos y, especialmente en los comicios de 2019, a Vox en abril y a Unidas Podemos en la repetición de noviembre: ser el partido más votado sin escaños en la mayor parte de circunscripciones, a causa de la barrera electoral efectiva.

Ambos han vivido variantes de una misma historia, la de cosechar el 10, el 15% o más de los votos válidos en una provincia y no conseguir ni un representante. Ha sido inevitable hasta ahora y volverá a ocurrir. La cuestión es que el que lo consiga no solo podría salvar los muebles, sino apoyar los cimientos de una mayoría de gobierno.