Guatemala elige nuevo presidente entre el descontento generalizado y la sombra de fraude
- El Constitucional anuló algunas de las candidaturas, entre ellas las del principal favorito, el conservador Carlos Pineda
- Sandra Torres, Edmond Mullet y Zury Ríos parten con ventaja en las encuestas. aunque todo indica que habrá segunda vuelta
Guatemala acude a las urnas este domingo para votar en unas disputadas elecciones presidenciales, que se celebran en medio del malestar con las élites y la clase política de una ciudadanía que ha visto como las instituciones bloqueaban algunas de las candidaturas que podrían haber cuestionado la supervivencia de un sistema para muchos amañados. La falta de un favorito claro entre la veintena de propuestas hace prever que los comicios se resolverán en la segunda vuelta, prevista para el 20 de agosto.
La principal favorita es la ex primera dama Sandra Torres, bajo el paraguas de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), aunque las encuestas no le dan el 50% por ciento necesario para la victoria definitiva. Torres Casanova fue esposa del expresidente Álvaro Colom Caballeros (2008-2012) y participa por tercera vez en los comicios.
La última, en 2019, perdiendo en segunda vuelta contra el presidente, Alejandro Giammattei, quien, tal y como prometió en campaña, ordenó investigar a Torres por supuesta financiación irregular en 2015. Estuvo por ello bajo arresto domiciliario unos meses antes de que la Justicia archivara el caso en 2022 por falta de pruebas.
Por su parte, el exfuncionario de Naciones Unidas Edmond Mulet se perfila como el segundo puesto, de acuerdo a los sondeos, seguido de la hija del dictador golpista Efraín Ríos Montt, Zury Ríos Sosa.
El ganador de las elecciones sustituirá, el próximo 14 de enero, a Giammattei, quien según una encuesta divulgada esta semana es considerado como uno de los cuatro gobiernos con menos popularidad del continente.
Descontento y persecución
Estas elecciones tienen lugar en un momento en el que la ya de por sí maltrecha democracia guatemalteca no pasa por un buen momento, en medio además de una actual administración, la de Giammattei, a la que se ha censurado la persecución que ha llevado a cabo contra jueces y fiscales que luchan contra la corrupción.
Un amplio sector de la sociedad -el 45% no votaría por ningún candidato, según las encuestas- considera que las élites siguen maniobrando para que no cambie nada. Una sensación afianzada después de que la candidatura del favorito, el empresario conservador Carlos Pineda, fuera anulada por el Constitucional.
Antes que Pineda, el Constitucional hizo lo mismo con Roberto Arzú -hijo del expresidente Alvaro Arzú- y con una de las pocas fuerzas de izquierda con cierto peso, el Movimiento para la Liberación de los Pueblos, de la líder indígena Thelma Cabrera, cuarta opción entre los electores en 2019.
Alto índice de pobreza
Este amplio desencanto tiene raíces profundas. Se trata del país más poblado y desigual del hemisferio y con el índice de recaudación de impuestos más bajo, solo el 12% del PIB. Desde 2020, el 59% de su gente vive en la pobreza, unas cifras que alcanzan el 80% entre los indígenas.
Todo ello hace de los guatemaltecos parte importante de las caravanas de migrantes que cruzan la región rumbo a Estados Unidos.
Otra de las razones de esta decepción que empaña la vida del país es la persecución judicial contra jueces y fiscales, notoria internacionalmente después de que Estados Unidos incluyera en una de sus listas del Departamento de Estado a la procuradora general, Consuelo Porras, por sus prácticas corruptas y antidemocráticas, las cuales también se aplican contra la prensa.
Una veintena de periodistas han tenido que salir de país, o bien han sido encarcelados. Uno de los casos más llamativos es el de Rubén Zamora, director de 'El Periódico', el diario de investigación más prestigioso, que ha cerrado, mientras que él ha sido condenado a seis años de cárcel.
Además de presidente y vicepresidente, se eligen también 140 diputados del Congreso unicameral, así como otros 4.000 cargos públicos, lo que hace que sean las mayores elecciones de la historia del país centroamericano. Sin embargo, la sombra de la desconfianza en las instituciones y la clase política presagia una baja participación, como ha venido siendo tónica general en anteriores comicios.