Un libro repasa la historia de la animación stop-motion española
- Adrián Encinas ha buceado en filmotecas y en los archivos de RTVE para confeccionar este libro
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En 2018 Adrián Encinas analizaba los orígenes de la animación stop-motion en el libro Animando lo imposible (Diábolo Ediciones). Y ahora se centra exclusivamente en el cine español en su nuevo libro: Historia del cine de animación stop-motion español. 1912-1975 (Desfiladero ediciones), en el que repasa desde los pimeros trabajos de Segundo de chomón a la gran producción del casi desconocido Salvador Gijón, pasando por los cortometrajes animados realizados durante la II República o la importancia de RTVE en la creación de las primeras series de animación.
Y empezamos preguntándole cuáles fueron las primeras producciones españolas realizads con esta técnica de animación fotograma a fotograma: "De acuerdo con las investigaciones que he llevado a cabo en los últimos, probablemente los primeros cortometrajes españoles en contener secuencias de animación fueron Metamorfosis y El gusano solitario, ambos realizados por Segundo de Chomón en 1912. Fue en el momento en que Chomón se asoció con el valenciano Joan Fuster Garí para aventurarse a completar filmaciones de zarzuelas, vistas al aire libre y películas trucajes (como se definía por entonces a las películas de efectos visuales) con la Iberico Films, una productora subsidiaria de la Pathé".
"En ambos cortos, pertenecientes a la rama del cine de trucajes, aparecen secuencias de animación de muñecos ejecutadas con una perfección técnica brillante. Podemos considerar por lo tanto, hasta que haya un nuevo hallazgo que indique lo contrario, que Segundo de Chomón fue el pionero de la animación en nuestro país".
Salvador Gijón, el gran animador durante la dictadura
Adrián (autor del estupendo blog Puppets & Clay sobre stop-motion) nos comenta cómo ha estructurado este repaso de la animación española: "Cronológicamente; de forma que se cubren los primeros intentos en el cine mudo, el boom del cine de muñecos animados del Madrid republicano, la devoción plena de Salvador Gijón a la técnica durante la práctica totalidad de la dictadura, la modernidad de los anuncios de cine, los films divulgativos, los trabajos para televisión y la heterodoxia y cierta libertad de los cineastas amateur".
Y es que el libro también reivindica la figura del casi olvidado Salvador Gijón: "Fue el mayor exponente de la animación de muñecos en nuestro país durante la dictadura franquista -asegura Adrián-. Empezó como animador durante la Segunda República, disfrutó de sus mayores éxitos en la conocida como la primera edad dorada de la animación española (de 1939 a 1952), cuando completó el primer serial de muñecos animados de nuestro país: La trilogía del rapto en palacio (1944-45), y supo aprovechar los cambios legislativos que fomentaron el cine para menores a principios de los sesenta, desarrollando a lo largo de esta década una producción incesante de cortometrajes protagonizados por su personaje más querido: el perro Tobalito".
"Salvador Gijón es además el detonante de este ensayo, de ahí que aparezca en portada -añade Adrián-. Me explico: Cuando escribí hace unos años el libro Animando lo imposible, los orígenes de la animación stop-motion (1898-1945) conseguí dar con la hija de Salvador Gijón, María Rosa, que me proporcionó información muy valiosa sobre su padre. A partir de entonces, he entablado una relación de amistad con ella que va más allá del interés por la figura de su padre; tanto es así que llegó un momento en el que María Rosa me regaló toda la documentación vital y profesional que de él conservaba, entre la que se incluían contratos con productoras, guiones y decenas de fotografías de sus cortometrajes de animación".
"La primera idea que tuve al recibir aquello fue la de completar una monografía sobre Salvador Gijón -continúa Adrián-, pues muchos de los datos que hasta la fecha se repetían en los libros y en internet sobre él, eran erróneos y sumamente incompletos. Pero cuando me puse a escribir me di cuenta que la primera película de muñecos animados en la que participó, la desaparecida Pipo y Pipa en busca de Cocolín (Adolfo Aznar, 1936) -las copias se destruyeron porque el personaje protagonista llevaba un gorro confeccionado con la portada de un periódico republicano-, era tan importante que debía escribir bastante sobre el cine de animación durante la Segunda República. Fue en ese punto cuando pensé que lo realmente importante era hacer un trabajo de investigación sobre todos los proyectos de animación stop-motion realizados en nuestro país, desde los inicios del cinematógrafo hasta el fin de la dictadura".
Elsy Gumier y otras pioneras del cine animado
En el libro se repasa la labor de muchos otros pioneros, entre los que destaca Elsy Gumier, ilustradora y actriz que también fue la primera animadora y productora de cine animado: "La mencionada película Pipo y Pipa en busca de Cocolín, fue la traslación a la pantalla de cine de dos personajes de las viñetas creados por Salvador Bartolozzi, el niño Pipo y su perrita Pipa, que fueron muy populares entre los niños de la Segunda República -asegura Adrián-. La producción del cortometraje fue llevada a cabo por Bartolozzi y su segunda mujer, Magda Donato, periodista de profundas convicciones feministas; quienes se decantaron por Elsy Gumier, la única mujer española que por entonces había trabajado activamente en animación, si bien dentro de la rama del dibujo animado".
"Gumier -continúa Adrián-, tenía dotes para el dibujo y fue una notable pianista en su adolescencia, lo que le había llegado a trabajar en el primer cortometraje de animación sonoro de nuestro país, El amor de Juan Simón (1933), para el cual ejerció de intérprete musical y, probablemente, de animadora; así como en calidad de productora en otros films de dibujos animados franceses de los que no ha trascendido mayor información. Poco después, se dedicó a la interpretación en películas como Miguelón (1933) y El millón de Luana (inacabada, 1933), ambas dirigidas por Adolfo Aznar".
"Gumier debió recomendar a Bartolozzi y Donato que ofrecieran la dirección de Pipo y Pipa en busca de Cocolín al propio Aznar -añade el autor-, dado que por entonces había completado con atino el mediometraje infantil Pupín y sus amigos (1933). Bartolozzi, Donato y Aznar convinieron que lo más adecuado era utilizar la animación de muñecos para la primera película de Pipo y Pipa, dado que las adaptaciones al teatro de títeres de los personajes habían tenido un tremendo éxito entre la chavalería; así Gumier animó por primera y única vez en su vida a muñecos animados en Pipo y Pipa en busca de Cocolín".
"Tras la Guerra Civil -nos comenta el autor-, Gumier pasó a dedicarse a realizar postales de trajes típicos y a dar puntuales recitales de piano en su ciudad natal: Buendía, Cuenca. Durante la investigación logré averiguar datos importantes sobre ella gracias a la colaboración del ayuntamiento de este municipio, tales como su nombre real completo o su fecha de nacimiento".
"Por otro lado, en el libro solamente hay una directora que realizase películas de animación stop-motion en la ventana temporal que cubre el ensayo: la cineasta amateur Victoria Vallhonrat Martínez, de la que por desgracia se ha encontrado muy poca información (si algún familiar de ella lee esto, pónganse en contacto con el autor). Cabe mencionar, no obstante, que en aquellos márgenes del cine, en los conocidos como subformatos (8 mm, super8, 9,5 mm y 16 mm), hubo también otras mujeres colaboraron activamente con sus maridos, como fue el caso de Sara Fernández Huertas que trabajó en la preproducción de los films de José Valiente Ros, o María José Gramunt Olivé que seleccionaba la música en las películas de Felip Sagués".
"Asimismo -concluye el autor-, hay que indicar que Salvador Gijón siempre contó con su mujer, Sofía Gómez Fernández para la confección de la ropa a medida de sus muñecos, y, a partir de los sesenta, con su hija María Rosa, que le ayudó activamente en los rodajes de todas sus películas, tanto en la elaboración de decorados como en la captura fotograma a fotograma".
Adrián encinas asegura que destacaría: "A todos y cada uno de los nombres propios que aparecen en el libro. No quiero destacar a unos autores por encima de otros, pues eso supone dejar algunos en el anonimato y, a la larga, en el olvido. Este es un trabajo de recuperación del legado de un gran número de cineastas de nuestro país que se atrevieron a utilizar la animación stop-motion, ya fuera con muñecos animados, con plastilina o con recortables, para contar historias de todo tipo: fantásticas, infantiles, divulgativas, de índole publicitario,... e incluso de cierta rebeldía política".
Los Estudios Moro: la publicidad animada en la dictadura
El libro dedica una pate iportante a analizar la publicidad que se realizó durante la dictadura: "La publicidad en los años de la dictadura fue un catalizador de la ola de modernidad que provenía de Europa y Estados Unidos, materializada en frigoríficos, maquinillas de afeitar o utilitarios -asegura Adrián-. Los Estudios Moro, en este sentido, fueron además determinantes, pues utilizaron la animación para hacer todavía más disfrutables las películas publicitarias que realizaban para las salas de cine y la televisión".
"Santiago y José Moro -añade-, crearon un estudio de animación perfectamente industrializado, que contaba con un amplio rango de directores/autores con un estilo determinado que era elegido según fuera el artículo a anunciar: así el propio José Luis Moro tenía un estilo disneyano, Pablo Núñez se acercaba más a los preceptos de la UPA y Paul Casalini conseguía un acabado naif".
"Al poco de triunfar con sus anuncios de dibujo animado -continúa el autor-, los hermanos Moro decidieron ampliar horizontes trayendo desde Francia al especialista en muñecos animados Marcel Breuil, quien completó algunos spots artísticamente preciosos como La verbena del cocinero (1958) para Avecrem o El nido (1957) para Campaña Genérica de Seguros. A su marcha, un grupo de españoles compuesto por Francisco Rivas, Julio Álvarez y A. Aragoneses siguieron realizando anuncios publicitarios con muñecos animados, como el celebrado Sol de Andalucía (1959) para Tío Pepe, para el que contaron con la dirección del ínclito Francisco Macián (director del largometraje El mago de los sueños) o el graciosísimo El buen gas (1960), para la compañía Butano, S. A."
Televisión Española produjo la primera serie de animación
El libro también destaca la importancia de RTVE en la creación de contenidos animados: "La primera serie de animación para televisión de nuestro país fue realizada en stop-motion y fue producida por Televisión Española -asegura Adrián-. Se trata de la olvidada Las aventuras de Mumú (1967-68), a la cual llegué por casualidad investigando en las hemerotecas digitales de la Biblioteca Nacional y de la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. En varios artículos se mencionaba que la serie era de muñecos animados y que había sido realizada por Enrique Nicanor".
"Con un poco de suerte di con el realizador y mantuve con él una larga entrevista telefónica en la que me explicó todos los pormenores de la producción; de forma paralela, contacté con el archivo de RTVE y, aportando las franjas horarias de emisión, consiguieron recuperar uno de los capítulos en 2021: El espantapájaros. Fue un subidón, la verdad, que debo agradecer a las profesionales Dolors Gonzalo y Francesca Puig".
"Por cierto, y como dato interesante, conviene destacar que Enrique Nicanor llegó a ser director de La 2 en los ochenta" -añade el autor-.
Una excelente documentación
Destacar el excelente trabajo de documentación de Adrián Encinas: "Me he documentado por todas las vías que puedas imaginar. Lo primero que hice fue poner sobre la mesa toda la información que ya habían recabado otros investigadores de la animación antes que yo, concretamente los estudiosos Emilio de la Rosa y Eladi Martos, y a partir de ahí empecé a profundizar todo lo posible en esta técnica tan concreta del amplio espectro del cine. Traté de localizar a los autores y a los familiares directos de los mismos, para que me compartieran datos, anécdotas y, en el mejor de los casos, fotografías, documentos e, incluso, copias de las películas; y ahí tuve momentos de gran fortuna, como lo fue localizar a María Rosa Gijón, a Enrique Nicanor o al cineasta amateur (y cónsul noruego en Valencia) Christen A. Blom-Dahl, que se contrapusieron a semanas y meses de enorme frustración: cineastas que han sido imposibles de localizar, familiares que no quieren ceder nada de información de sus parientes, etc..."
"Asimismo -añade-, he accedido a todos los archivos que pude de hemerotecas y filmotecas de todo el país, llegando incluso a los archivos de censura cinematográfica, conservados en el Archivo General de la Administración, sito en Alcalá de Henares. Fue gracias a ese empeño como dí con un autor que había quedado completamente olvidado, el murciano Pedro-Cecilio Cermeño, cuya historia es una de las que más me gustan de todo el libro".
Las joyas de la animación española stop-motion
Después de este excelente trabajo, preguntamos a Adrián cuáles cree que son las obras más importantes de la animación española stop-motion: "Hasta el año 1975, las producciones stop-motion españolas más importantes son las siguientes:
-El gusano solitario (Segundo de Chomón, 1912) - Película de stop-motion española más antigua que se conserva (copia situada en el EYE Museum de Holanda). Además en ella la animación es motor de la trama, a través de una tenia animada fotograma a fotograma. (Destacar que, hasta ahora, se pensaba que la película más antigua de animación española era El apache de Londres, de 1915)
-El intrépido Raúl (Feliciano Pérez y Arturo Beringola, 1936) - Se trata del cortometraje íntegramente de muñecos animados español más antiguo que se conserva.
-Sol de Andalucía (Francisco Macián, 1959).- Anuncio galardonado en Cannes que consagró definitivamente a Estudios Moro como una productora de publicidad de primer nivel en Europa.
-Las aventuras de Mumú (1967-68, Enrique Nicanor) - Primera serie de animación para televisión realizada en España.
-Sex (Baca i Garriga, 1970) - Cortometraje amateur que recibió infinidad de premios internacionales en los festivales internacionales de cine amateur. Supone la punta de lanza de la contracultura en la animación española".
Un código para ver las películas online
Destacar que el libro inlcuye un código QR para ver algunos de estos cortometrajes, series y largometrajes: ""Sí, el libro incluye el acceso a un repositorio online con los cortometrajes stop-motion españoles que he podido conseguir en versión digital durante el proceso de investigación, los cuales han sido cedidos para su visionado por los cineastas y sus familiares con el único interés por su parte de que esas obras no caigan en el olvido".
"Una de las cosas que más nos preocupaban a Pablo Herranz, el editor de Desfiladero Ediciones, y a mí era que los lectores del libro no pudieran ver las películas comentadas y analizadas en el libro. En un primer momento pensamos en incluir un DVD dentro del ensayo, pero luego caímos en la cuenta de que la mejor opción era confeccionar un repositorio web con acceso a través de un código QR, el cual tiene la ventaja frente al elemento físico de que podemos actualizarlo en cualquier momento con más obras que sean digitalizadas en un futuro próximo".
El libro finaliza en 1975, con la llegada de la democracia. "He finalizado en ese punto porque, con el nuevo régimen, debido a la financiación de las comunidades autónomas y diputaciones, la producción cambia, se vuelve más accesible, haciendo posible que muchos más entusiastas decidan utilizar la técnica de la stop-motion como medio a través del cual contar sus historias. Eso por un lado. Y por otro porque el año 1975 me parece redondo para mi idea de completar tres volúmenes dedicados a la historia de la stop-motion española, siempre y cuando las ventas de este ensayo acompañen y mi cuerpo aguante, los cuales irían de 1912 a 1975, de 1976 a 2025 y de 2026 a 2050".