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El último cuadro de Klimt se vende por casi 100 millones de euros, el más caro subastado en Europa

  • El récord era de la escultura de Giacometti 'Walking Man I', en 2010 costó 75,5 millones de euros al cambio actual
  • El retrato estaba sobre un caballete en el estudio del artista tras su repentina muerte, con 55 años, en Viena

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Imagen: El último cuadro de Klimt se vende por casi 100 millones de euros, el más caro subastado en Europa
Fotografía del cuadro 'Dama con Abanico', de Gustav Klimt

La pintura 'Dama con Abanico', el último retrato que pintó el austríaco Gustav Klimt antes de su inesperada muerte en 1918, se ha vendido este martes por 99,2 millones de euros en la casa Sotheby's de Londres.

La obra se convirtió en la más cara que se ha subastado hasta ahora en Europa y marca un nuevo récord para el artista, ha indicado una portavoz de Sothby's, que ha sacado este martes a la venta por primera vez desde 1994 la pintura de Klimt durante una sesión dedicada al arte moderno y contemporáneo.

"Dama con Abanico" ha superado el récord que mantenía hasta ahora la escultura de Alberto Giacometti "Walking Man I", que en 2010 se remató por 75,5 millones de euros, al cambio actual, y se mantenía hasta ahora como la obra más valorada en una subasta.

El retrato de una mujer desconocida

El retrato, en el que aparece una mujer de la que nunca se ha conocido el nombre, todavía estaba sobre un caballete en el estudio de Klimt cuando el artista murió, con 55 años, en Viena.

Para los especialistas de la casa de subastas, la obra aúna "toda la destreza técnica y la exuberancia creativa" que Klimt había cultivado hasta 1918, cuando estaba todavía en uno de sus momentos creativos más elevados.

"La formalidad de sus trabajados más tempranos, que habían sido hechos por encargo, dio paso a una nueva expresividad, a una inmersión en los motivos, el color y la forma aún más profunda y más alegre", describe el catálogo de Sotheby's.

Klimt comenzó a trabajar en el retrato en 1917, cuando ya era uno de los retratistas más celebrados del continente.

Aunque no le faltaban encargos y podía cobrar por ellos más que la mayoría de sus contemporáneos, el pintor todavía mantenía un espacio para la "libertad y la espontaneidad".

Celebración de la belleza en su forma más pura

"Este es un trabajo singular que pintó completamente en busca de sus propios intereses", señala Sotheby's, que observa la obra como un "reflejo de la alegría que le provocaba pintar a Klimt" y una "celebración de la belleza en su forma más pura".