La amenaza real de los asteroides: "Aunque pueda parecer ciencia ficción, han impactado repetidamente la Tierra"
- Con misiones de defensa planetaria como DART se ha logrado por primera vez que la humanidad mueva un objeto del espacio
- El 30 de junio se celebra el Día Mundial de los Asteroides para concienciar de su peligro potencial y la necesidad de investigación
La amenaza que representan los asteroides ha sido tantas veces recreada en películas apocalípticas de Hollywood que la población general ha terminado relacionándola con la ciencia ficción. Sin embargo, los centros astronómicos que se dedican al estudio de estos objetos insisten en que se trata de un riesgo muy real, y recuerdan que se han identificado más de 30.000 asteroides en las cercanías de la Tierra, de los que unos 2.000 son potencialmente peligrosos. Este es el motivo que ha llevado a fijar el 30 de junio como el Día Internacional de los Asteroides, cuya misión es aumentar la conciencia pública sobre el peligro potencial de sus impactos.
La fecha no está escogida al azar. El 30 de junio de 1908 un asteroide de unos 50 metros de diámetro impactó en un remoto paraje de la taiga siberiana oriental. El suceso, conocido como el evento de Tunguska, una superficie similar a la de la provincia de Vizcaya. Fue el mayor impacto registrado de la historia, aunque afortunadamente se produjo en una de las zonas menos pobladas del planeta, por lo que apenas hubo que lamentar pérdidas humanas.
"Son eventos naturales, como puede ser la erupción de un volcán o un terremoto. Sabemos que son mucho menos frecuentes, pero también son muy difíciles de predecir y pueden ser catastróficos a nivel global", recuerda la investigadora en Ciencias Planetarias en la Universidad de Alicante Laura Parro.
En una conversación con RTVE.es, esta doctora en Geología menciona el "gran impacto" del meteorito registrado hace 66 millones de años en Yucatán, México, que extinguió a los dinosaurios. Sin embargo, no hay que remontarse tanto en el tiempo para encontrar acontecimientos parecidos, aunque de menor magnitud. Por ejemplo, el 15 de febrero de 2013, una inmensa bola de fuego, que se desplazaba a una velocidad de 18,6 km por segundo, entró en la atmósfera y se desintegró sobre la ciudad rusa de Chelyabinsk. Según la NASA, este superbólido medía 18 metros de diámetro y pesaba 11.000 toneladas, y la energía liberada por el impacto fue aproximadamente de 440 kilotones (el equivalente a la de 440.000 toneladas de TNT). Ha sido el segundo evento de estas características más importante, después del de Siberia.
De los destructores de planetas a los potencialmente peligrosos
Aunque en muchas de las películas de Hollywood aparezcan asteroides catalogados como "destructores de planetas", capaces de aniquilar de un plumazo toda la vida existente sobre la Tierra, los especialistas recalcan que ese tipo de eventos son extremadamente improbables, pero no así el impacto de asteroides o cometas de menor tamaño, que podrían arrasar ciudades o regiones concretas, como ocurrió en Tunguska.
"Los grandes asteroides, cuyos diámetros típicos de cientos de kilómetros podrían hacer que los catalogásemos como destructores de planetas, siguen órbitas estables y solo suponen un riesgo a escalas de miles de millones de años", explica a RTVE.es Josep Maria Trigo, investigador principal del Grupo de Meteoritos, Cuerpos Menores y Ciencias Planetarias del Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC y del Instituto de Estudios Espaciales de Catalunya. "Por su parte, los cometas que se descubren súbitamente poseen frecuencias de impacto muy bajas, del orden de una colisión cada varios cientos de millones de años", añade, aunque advierte que asteroides como el de Tunguska o el de Chelyabinsk suelen golpear la Tierra "cada pocos siglos". "Esos sí que nos deben preocupar", asegura este astrofísico.
En ese sentido, Laura Parro incide en la necesidad de no desdeñar el "riesgo real" que suponen y tampoco hacer cundir el pánico entre la población. Ella y Trigo son miembros del equipo de investigación de las misiones DART de la NASA y Hera de la Agencia Espacial Europea (ESA), que trabajan en "observarlos, controlarlos y conocer sus características" para estar preparados en caso de amenaza.
DART y Hera: defensa contra asteroides
La misión DART supuso el primer ensayo de defensa planetaria frente a asteroides, y se llevó a cabo en septiembre del año pasado. Una sonda espacial, del tamaño de un frigorífico y apenas 500 kilos de peso, se estrelló de manera controlada contra el asteroide Dimorphos, de apenas 160 metros de diámetro y ubicado a aproximadamente once millones de kilómetros de la Tierra. De esta manera, consiguió desviar su trayectoria, como confirmó la agencia espacial estadounidense dos semanas después. "Ha sido la primera vez que la humanidad mueve un objeto en el sistema solar", destaca Parro, que considera el éxito de la misión un "hito" histórico para el ser humano.
Dimorphos gira en torno a otro asteroide más grande llamado Didymos, de 780 metros de diámetro y cuyo nombre significa “gemelo” en griego. Juntos forman lo que se conoce como un sistema de asteroide doble o binario, y fueron seleccionados por la NASA porque no suponen ninguna amenaza para la Tierra. Aun así, la agencia estadounidense decidió poner a prueba su tecnología.
"DART ha sido la primera misión dedicada a desviar un asteroide potencialmente peligroso y así aprender qué puede hacer este tipo de impactadores cinéticos, sin carga explosiva. Ha demostrado grandes capacidades, superando todas las expectativas", valora Josep Maria Trigo.
Como también apunta el astrofísico, la futura misión Hera, que está previsto que lance la Agencia Espacial Europea en 2024, fotografiará y estudiará los efectos de ese impacto de DART, además de profundizar en las propiedades de los dos asteroides que forman el sistema binario de Didymos.
"Esto es muy importante para nosotros porque no es lo mismo que caiga un asteroide de tipo metálico, que tienen una densidad enorme y pueden causar un daño brutal a nuestro planeta, que un asteroide de tipo rocoso, que al tener más porosidad puede abrirse y formar diferentes proyectiles", expone Laura Parro, porque Hera no solo quiere observar la "cicatriz que hemos dejado en el asteroide" y mejorar la defensa planetaria. También estudiará la órbita y la dinámica del asteroide binario y, afirma la geóloga, quizás también pueda aportar datos sobre la formación del sistema solar. "Por ejemplo, si hay materia orgánica, puede ser relevante de cara a entender cómo se formó la vida en nuestro planeta", ilustra.
Prepararse para impactos posibles
El éxito de la misión DART supuso la destrucción de la nave que desvió el asteroide, ¿qué ocurriría ahora si un meteorito se dirigiera a la Tierra? Según la investigadora Parro, los telescopios terrestres apuntarían hacia el objeto para conocer mejor sus propiedades y las agencias enviarían sondas para precisar su superficie y composición desde cerca. Entonces, la experiencia de la misión de la NASA se revelaría clave: "Haríamos simulaciones cambiando diferentes parámetros. Es decir, si con DART movimos el asteroide impactando una nave de un peso, unas características y una velocidad, podemos hacer una simulación para ver cuál sería el impacto necesario con otra nave y otro asteroide", prosigue.
Para la doctora en geología, las pruebas y simulacros ahora permitirían mejorar la respuesta para un problema para el que todavía no estamos del todo preparados. Dicha prevención pasa por aprovechar oportunidades, como la misión Psyche, que viajará hasta un asteroide metálico, o el paso del asteroide Apofis, que se acercará a la Tierra sin colisionar en 2029. Pero también, afirma, sería conveniente elaborar planes de evacuación y contingencia como ocurre con otros desastres naturales como los terremotos o las erupciones volcánicas.
Necesidad de una respuesta internacional
La Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre, el organismo que se ocupa de los objetos próximos a la Tierra, considera que es necesaria una respuesta internacional ante la amenaza de asteroides y cometas. Aunque recalca que esta colosal empresa, incluida la identificación de los objetos que podrían colisionar con nuestro planeta y la preparación de medidas para mitigar sus efectos, requiere de una acción coordinada.
"La respuesta internacional sería necesaria especialmente ante un gran asteroide", especifica Josep Maria Trigo, quien subraya que, en cualquier caso, "aunque las grandes potencias tengan sus propios intereses, existe buena colaboración a nivel internacional tanto en defensa planetaria como en exploración espacial", y pone como ejemplo a DART y Hera, que están integradas por cientos de científicos de múltiples países, entre los que él mismo y Laura Parro se incluyen. Según este astrofísico, ambas misiones "ejemplifican a la perfección en qué manera debemos confiar en la ciencia y en la tecnología para afrontar los retos a los que se enfrenta la supervivencia de nuestra especie", algo que explica en su libro La Tierra en peligro: el impacto de asteroides y cometas.
Si tuviese que priorizar los peligros potenciales para el planeta Tierra, Trigo considera que los asteroides y cometas se encontrarían "entre los primeros". "Aunque pueda parecer ciencia ficción, los asteroides han impactado repetidamente la Tierra, pero afortunadamente hoy en día ocurre de manera poco frecuente", mantiene, y enfatiza que "tanto descubrirlos como comprender de qué están hechos constituye un gran reto".