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España inicia la presidencia del Consejo de la UE: ¿por qué lidera este semestre? ¿Qué significa para el país?

  • La última vez que España presidió el Consejo de la UE fue en 2010 y esta será la quinta vez que lo lidera
  • La Presidencia española se inicia este 1 de julio y durará hasta el próximo 31 de diciembre

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Los retos de la Presidencia española del Consejo de la UE

España accede este 1 de julio a la Presidencia del Consejo de la Unión Europea, que encabezará durante seis meses después de que Suecia, que ha velado por la unidad europea, la competitividad, la transición ecológica y energética o los valores democráticos, le ceda el testigo.

El próximo semestre es un periodo crucial, ya que se trata del último tramo del ciclo institucional europeo antes del nombramiento de una nueva Comisión tras las elecciones al Parlamento Europeo, que se celebrarán en mayo de 2024. Será la quinta vez que España presida el Consejo, tras ostentar un primer turno entre enero y junio de 1989 y hacerlo de nuevo en 1995, 2002 y 2010.

Ocupar la Presidencia del Consejo de la UE "es una oportunidad para posicionarse en el centro de la agenda europea y del entramado institucional europeo", según explica a RTVE.es la investigadora del Real Instituto Elcano, Raquel García. "Es una responsabilidad que le toca a los Estados miembros asumir y, además, es una oportunidad para ellos", recalca.

¿Por qué preside España este semestre?

La Presidencia del Consejo de la Unión Europea se rota cada seis meses entre los diferentes Estados miembros. Cada país asume el liderazgo según un sistema de rotación y orden determinado, que hace que cada uno de los Veintisiete tenga un turno cada tres años y medio.

El Tratado de Lisboa, que entró en vigor en 2009, creó los conocidos como "tríos": grupos de tres Presidencias que se coordinan a lo largo de 18 meses. En este caso, España inaugura un trío que completarán a lo largo de 2024 Bélgica y Hungría, sucesivamente.

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La Presidencia que iniciará España a partir del 1 de julio es la quinta que lidera. La última vez que España presidió el Consejo de la Unión Europea fue en 2010 y la primera vez en 1989. Desde entonces, también lo ha presidido en 1995 y en 2002.

"Se trata de un acuerdo institucional que establece que el Consejo de la Unión Europea debe ser presidido de manera rotatoria entre todos los Estados miembros", explica García. "Es un cometido que le toca a España como al resto de Estados miembros. No es una elección ad hoc que se haya tomado o una decisión política, sino que es algo que está preestablecido, y una responsabilidad que le toca a todos los Estados miembros por igual", detalla.

Limitada a la coordinación y estructuración

El país encargado de presidir el Consejo de la Unión Europea es responsable de impulsar durante su semestre el trabajo del Consejo sobre la legislación de la UE, garantizando la continuidad de la agenda y la cooperación entre los Veintisiete.

La Presidencia tiene como tareas principales la planificación y presidencia de reuniones en el Consejo y sus órganos preparatorios y representar al Consejo en las relaciones con las demás instituciones de la Unión Europea.

Además, durante los seis meses, los representantes del país encargado de liderar el Consejo deben presidir nueve de las 10 formaciones del Consejo, a excepción del Consejo de Asuntos Exteriores.

"A raíz del Tratado de Lisboa se introdujeron una serie de cambios que hicieron que el margen de actuación o de influencia del país que ejerce la Presidencia rotatoria disminuyese porque aparece la figura del presidente del Consejo Europeo. También aparece el Alto Representante presidiendo el Consejo de Asuntos Exteriores", indica la investigadora del Real Instituto Elcano. "Esto al final hace que los márgenes de presencia y de influencia del país que ostenta la Presidencia rotatoria se vean disminuidos, sobre todo en cuestiones de política exterior. La Presidencia rotatoria se reduce en muchos sentidos a una función de carácter eminentemente técnico, que supone la coordinación y estructuración de los trabajos del Consejo de la Unión Europea, que es el órgano legislativo junto con el Parlamento Europeo, y la representación del Consejo ante las otras instituciones", afirma.

Por su parte, el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas, Manuel López Linares, asegura que la Presidencia del Consejo de la Unión Europea para España "sobre todo es un valor simbólico". "Pero hay que tener en cuenta que lo simbólico y el poder blando hoy en día no es una cuestión menor", recalca.

"El papel de España es más bien el de quien se encarga de dar algo más la cara junto al presidente permanente del Consejo y organizar e impulsar durante estos seis meses, pero en última instancia, la toma de decisiones no está en nuestra mano. En el fondo, se nos da el poder de poder impulsar y organizar con nuestros funcionarios y cargos políticos", añade.

Un buen momento para que España sea vista como país generador de consensos

Para el país miembro que ostenta la Presidencia del Consejo de la Unión Europea, los seis meses de liderazgo suponen una oportunidad para aumentar su peso en las instituciones europeas, así como para hacer más visibles sus preocupaciones.

La Presidencia española se desarrolla en el último tramo del ciclo institucional europeo, antes de que se celebren las elecciones al Parlamento Europeo en mayo de 2024. Por ello, España tiene la responsabilidad particular de cerrar las negociaciones de varios expedientes abiertos, desde la agenda social, a la transición ecológica o la transformación digital.

"Para España es una oportunidad para posicionarse en el centro del debate europeo. España, en los últimos años, ha sabido reforzar su liderazgo en cuestiones europeas y estar en la vanguardia de las respuestas que se han adoptado a nivel europeo -primero a la pandemia y luego las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania", opina García. "En este sentido, la Presidencia es un buen momento para continuar esta estela y este camino de situarse en el centro de la agenda y del debate europeo", añade.

"Para España es un buen momento para ser visto como un Estado miembro que es solvente, que es un socio en el que se puede confiar, que es generador de consensos y que está preparado de sobra para asumir esta cuestión", afirma.

En este sentido, Linares recalca que con la Presidencia española, "la cabeza de nuestro jefe de Gobierno puede ser algo más visible y, sobre todo, se le va a escuchar más, porque es una especie de voz cantante temporal".