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Entrevista

Khaled Drareni, periodista encarcelado por cubrir el Hirak en Argelia: "El mayor castigo fue perder mi libertad"

  • En Argelia se detiene a periodistas por cubrir manifestaciones o denunciar la corrupción
  • Drareni está preocupado por la persecución a periodistas en el Magreb y denuncia retrocesos en Túnez

Por
Khaled Drareni, periodista argelino y representante de RSF en el norte de África.
Khaled Drareni, periodista argelino y representante de RSF en el norte de África.

Cuando era niño, Khaled Drareni soñaba con ser de mayor policía o militar, había mamado el espíritu revolucionario de una familia atravesada por la guerra de Independencia en Argelia para acabar con el colonialismo francés. A sus 40 años, sentado en una terraza con una limonada entre manos, recuerda cómo los sueños de aquel niño se vieron sustituidos por la curiosidad, la necesidad de contar y denunciar al terminar la carrera de Periodismo. El oficio de informar le eligió y la causa de la libertad de prensa se ha convertido en su única bandera.

Draenei es corresponsal en Argel para el canal de televisión francés TV5 Monde (2016) y también es representante de Reporteros Sin Fronteras desde 2017. Es uno de los periodistas más reconocidos del Magreb, cuenta con una larga trayectoria en prensa escrita, radio y televisión.

Todos sus problemas comenzaron en 2014, al mostrar asombro al entrevistar al ex primer ministro argelino Abdelmalek Sellal, que comparó la candidatura del presidente Abdelaziz Bouteflika con un "regalo de Dios". Sin embargo, su voz se convierte en una fuente imprescindible cuando comienzan las protestas del Hirak. Sus redes sociales y sus crónicas contaban al mundo lo que estaba sucediendo y la violencia policial para reprimir este movimiento ciudadano pacífico que exigía un cambio de sistema e impidió un quinto mandato de Bouteflika. Estuvo más de un año en prisión. Le acusaron de "promover una concentración no armada" y "dañar la integridad del territorio nacional", pero no tiene ninguna duda que su delito fue el de hacer su trabajo: informar.

PREGUNTA: Su padre y su tío participaron en la guerra de liberación de Argelia. ¿Le mueve este espiritú?

RESPUESTA: Mis raíces y mi infancia alimentan este espíritu de lucha. Tengo a un tío mártir y mi padre también participó activamente en el cuerpo a cuerpo contra los franceses para la libertad de Argelia. Nací en Argel (la capital) y de mayor, cuando se me pasó eso de querer ser policía o militar, quise probar Derecho o hacer Ciencias Políticas, pero finalmente el periodismo se cruzó en mi camino. Llevo 17 años ejerciendo.

P: El Hirak fue un punto de inflexión en su carrera. ¿Siente que ha pagado un alto precio por cubrir estas protestas?

R: Para mí el El Hirak fue una experiencia humana y periodística única, fue un movimiento popular que empezó como siempre digo en mis juicios en el bloque donde vivo, en la calle de Deiduch Murad en Argel. Desde que comenzó el 22 de febrero de 2019, tomé la determinación de cubrirlo para algunos canales, pero especialmente en mis cuentas personales. Cancelé viajes y coberturas fuera del país y cada viernes cubría las marchas. Tenía un sentimiento de responsabilidad hacia este baño de masas que reclamaba cambios en mi país y estaba muy pendiente de no perderme nada. Hacía crónicas para canales franceses, europeos y americanos, pero también en las redes sociales. Mi deber era que los argelinos en la diáspora y el mundo entero supiesen lo que estaba pasando.

P: Su trabajo molestó mucho a las autoridades.

R: Mi relación con el movimiento era bastante estrecha. Tuve problemas con los agentes de seguridad y recibí muchas amenazas. Me exigían dejar de informar y me llevaron varias veces a centros de policía para silenciarme. Me pedían dejar de crubrir las protestas y yo siempre les daba la misma respuesta: "Soy periodista independiente". El acoso se convirtió en realidad y en marzo de 2020 me detuvieron. Me acusaron oficialmente de violar la unidad nacional y entré en prisión.

P: Un tribunal de apelación de Argel el 15 de agosto dictaminó que debía pasar dos años en prisión, en lugar de los tres años a los que fue condenado en primera instancia. Le apoyaron desde RSF y Amnistía Internacional, pero no pudo esquivar un año de prisión. ¿Cómo fue?

R: Siempre que me hacen esta pregunta, insisto en que el peor castigo para un periodista es estar sin libertad. A pesar de que las condiciones en el centro penitenciario pueden ser buenas o malas, siento que mi mayor castigo fue perder mi libertad. Un año en prisión, sabiendo que era inocente, fue muy duro. Nunca lo había imaginado. Sin embargo, este es el precio de la libertad de prensa y ser periodista independiente. Si volviera atrás volvería a hacer lo mismo.

Un año en prisión, sabiendo que era inocente, fue muy duro.

P: ¿Cómo lo pasó psicológicamente? Porque es un castigó sociológico y para la familia también.

R: La verdad y con mucha sinceridad fue mayor el castigo para mi familia que para mí. Sentí que tenía fuerza y que a nivel psicológico podía hacer frente a la cárcel. Yo sufría más por mi familia. Les castigaron a ellos. En cuanto a mí… Siempre me preguntaba si sería capaz de aguantarlo y que si me iba a venir abajo en algún momento incluso al salir… Que te priven de libertad es la mayor tortura.

P: ¿Cuando estaba preso escribía? ¿Le dejaban leer?

R: Yo estaba en una celda solo. Escribir se convirtió en mi mejor aliado en la cárcel. También leí muchísimo más. En el día a día apenas sacamos tiempo para la lectura y esas horas delante de un libro me ayudaron a matar el tiempo. Perdí la cuenta de cuántos libros leí. Pero decenas y decenas. La biblioteca de la prisión era muy grande y había muchos libros.

P: ¿Le censuraron algún libro?

R: Solo uno sobre Abdelaziz Bouteflika. Les dije que no tenía sentido, si había sido derrocado y que ya no estaba al frente del país después de 38 años en el poder. También me llegaban muchas cartas y solo me entregaban algunas. Además, coincidió con el Covid-19 y limitaron mucho las visitas de familiares.

P: ¿Entraste en la cárcel por elegir ser un periodista independiente?

R: Sí, porque los demás compañeros que trabajan en grandes medios (la mayoría dependientes del Estado) no entran en la cárcel (se ríe).

El periodista argelino y representante de RSF en el norte de África, Khaled Drareni, en Madrid

El periodista argelino y representante de RSF en el norte de África, Khaled Drareni, en Madrid MARÍA NAVARRO SOROLLA

P: Las redes sociales han sido claves para movimientos como El Hirak, las primaveras árabes… Están muy extendidas entre la sociedad civil.

R: Argelia es uno de los países de África más pionero en nuevas tecnologías. Todo el mundo tiene un teléfono. Se usa mucho Facebook. Ahora no solo nos toca combatir los medios oficiales, sino también los bulos que circulan. No hay radios privadas, y sí alguna televisión, pero no es suficiente. Los periodistas tenemos que verificar y llegar a la gente a través de las redes sociales. No podemos alejar a la gente de las redes, que han servido para todos estos movimientos sociales. La gente se ha informado y organizado a través de las redes.

P: Ha trabajado con medios argelinos, pero ahora lleva siete años trabajando para la prensa extranjera. ¿Cómo es contar Argelia al resto del mundo?

R: He notado que la prensa internacional, especialmente la extranjera, sólo da importancia a aquellas noticias muy graves. Le interesan más los temas relacionados con muertes, seguridad o sangre. Me ha costado sacar historias.

P: Ahora es el corresponsal de RSF en el Magreb. ¿Cuál es el estado del periodismo en el norte de África?

R: Muy preocupante en todos los países del Magreb. Libia es un cementerio para la libertad de prensa. Estamos muy pendientes del estallido de la guerra en Sudán, donde el conflicto empeora todo. Para mí la mayor decepción está siendo Túnez el país cuna de las Primaveras Árabes y era un ejemplo de avances democráticos. La prensa en Túnez se ha visto abocada a retroceder y a la censura que imperaba en la época de Ben Alí. Ahora mismo han condenado al periodista Khalifa el Gasmi a cinco años de prisión. En mi país al periodista Ihsan Al Gadi le han condenado también a cinco años de cárcel. En Marruecos tenemos a tres periodistas presos: Omar Radi, Suleiman Rasul y Tawfiq Buachrín. Las autoridades de Rabat cuando quieren meter algún periodista en la cárcel inventan delitos y le acusan de abuso y violencia sexual. También hay otros siete compañeros privados de libertad en el Sáhara ocupado. Son víctimas de violencia psicológica dentro de la cárcel y hay casos en que no reciben atención sanitaria, les quitan papeles y libros y sufren presiones y torturas.

La prensa en Túnez se ha visto abocada a retroceder y a la censura que imperaba en la época de Ben Alí.

P: Después de su experiencia en la cárcel y el conocimiento del estado de la prensa en la región. ¿Cómo acepta el cargo en RSF? ¿Es un reto o una responsabilidad?

R: Acepté este puesto porque sentí que soy responsable de mis compañeros en prisión. Siento la obligación de defenderlos y defender los principios de la organización que tanto defendí cuando estuve en la cárcel. Llevo como un año y medio representando a RSF en la zona y voy a seguir trabajando con ellos a pesar de todas las dificultades. Por nuestros compañeros que están en la cárcel tenemos que enfrentarnos a estos retos.

P: Argel es la capital más cercana a España. Es su primera vez aquí en España. ¿Ahora las relaciones entre Argel y Rabat están tensas?

R: No es nada inesperada la reacción de las autoridades argelinas. Argelia siempre ha tenido unas relaciones complicadas con España. El actual presidente, Abdelmadjid Tebboune, no esperaba el cambio de postura de Pedro Sánchez con respecto al Sáhara. No van a permitir que se reconozca marroquinidad del Sáhara.

P: Sin embargo, ¿se ha acercado a Italia?

R: Ahora las relaciones con Italia son excelentes. Hay una buena relación, la economía une los dos países del Mediterráneo. Especialmente con el gas, pese al gobierno de extrema derecha que gobierna en Italia.

P: La región sufre las consecuencias de la guerra de Ucrania.

R: La guerra es en Europa, pero a nosotros en el norte de África nos llegan sus consecuencias. Los países del Norte de África no tenemos una postura de unidad con respecto a este conflicto. Marruecos tiene una postura clara con Occidente, Túnez intenta mantener una neutralidad y Argelia tiene una buena relación histórica con Rusia. Tebboune ha hecho una visita de Estado a Moscú hace tan solo diez días. Es una relación especial. Argelia ha intentado ser neutral al principio, pero con el tiempo hemos visto cómo no podía no estar al lado de Moscú. Pese a todo, la crisis le ha permitido estrechar buenas relaciones con países europeos que antes dependían del gas ruso. Se han acercado mucho a Argelia al ser uno de los países que más gas tiene.

P: ¿La crisis ha llegado a Argelia? ¿Qué ambiente se respira en materia de derechos y libertades?

R: Claro que ha llegado. Pero esta pregunta prefiero no contestar porque tengo que volver a Argelia.

P: La amenaza siempre está ahí... ¿No está en sus planes el exilio?

R: Emigrar no es una elección y yo ahora elijo estar en Argelia. Exiliarme es lo que llevan queriendo las autoridades desde hace años. Pero yo creo que quedarme es una forma de luchar. Quiero quedarme y luchar en mi país. Respeto a los compañeros periodistas exiliados, porque hay muchos casos en los que huir es la única opción.

Exiliarme es lo que llevan queriendo las autoridades desde hace años.