Yolanda Díaz, la abogada laboralista que ha querido sumar a la izquierda sin la atadura de Podemos
- Hija de un histórico sindicalista, ha crecido en una casa que "rezumaba política", aunque tardó en entrar en este mundo
Cuando Pablo Iglesias llamó a Yolanda Díaz de la democracia, en 2019, esta estaba limpiando los cristales en su casa en Ferrol. Su primera respuesta fue decir que no, una situación similar a la que se vivió dos años después, cuando, de nuevo Iglesias, la designó como su sucesora al frente de Unidas Podemos, un cargo que también le costó aceptar.
Ahora, otros dos años después, y ante otro giro que cambiará su carrera política, Díaz (Fene, A Coruña, 1977) ha dejado de lado las dudas y su característico 'no' preventivo y ha lanzado con firmeza la campaña para ser la primera presidenta del Gobierno de España. "No tengo ambición política. Siempre hay que convencerme para todo", decía en una entrevista en 2009. Esta vez no será candidata con la formación morada, sino con su propio proyecto, Sumar, una ambiciosa y difícil de gestionar amalgama de 15 partidos de izquierda en el que se incluye, diluido, el partido que la llevó al Ejecutivo.
La dura y apurada negociación con Podemos, que Díaz se vio obligada a gestionar contra reloj a causa de la convocatoria por sorpresa de los comicios el próximo 23 de julio, ha marcado la precampaña del naciente Sumar. En ella la líder de la nueva plataforma se impuso para apartar de las listas a la cúpula de los morados, con el veto a Irene Montero como principal herida -aún no cerrada- con sus compañeros, poniendo fin al ciclo que abrió el 15M e iniciando uno nuevo de resultado incierto que el 23J ayudará a perfilar.
"Nací en una casa que rezumaba política"
Sumar, un proyecto con fuerte impronta personal de Díaz, supone la culminación política -hasta ahora- de una carrera en defensa de los derechos de los trabajadores que aprendió desde su tierna infancia. Es hija de Suso Díaz, histórico sindicalista, líder de CCOO en Galicia y militante del PCE, y sobrina de Xosé Díaz, diputado del BNG. Su casa en una cooperativa obrera de la ría de Ferrol, frente a los astilleros de la ciudad, siempre fue un hervidero de políticos, intelectuales y trabajadores, como ilustró ella cuando contó que, a los cuatro años, Santiago Carrillo le besó la mano. "Nací en una casa que rezumaba política. Tuve esa suerte", apuntaba en abril.
Aunque impregnada de este ambiente, Díaz se mantuvo alejada en un principio de la carrera política. Se licenció en Derecho y empezó a ejercer como abogada laboralista, al tiempo que se sacaba tres másteres, en Relaciones Laborales, Urbanismo y Recursos Humanos. Tras trabajar en un bufete en Santiago de Compostela, en 1998 abriría el suyo propio en Ferrol.
Tendrían que pasar casi diez años para su entrada oficial en el mundo político, aunque entre medias ya empezó a militar en el Partido Comunista -cuyo carnet aún mantiene-. En 2007 lideró la candidatura de IU en las elecciones municipales en Ferrol y fue teniente de alcalde en un Gobierno de coalición con el PSOE -una experiencia que terminó en divorcio entre los dos partidos apenas año y medio después de su arranque-. Al mismo tiempo, empezó a ganar peso dentro de la IU estatal, y en 2009 lanzó su candidatura a la Xunta de Galicia, aunque el partido se quedó sin representación.
Casada y con una hija, Díaz no se ha prodigado en mostrar su vida privada, aunque sí que ha citado habitualmente, incluso en actos políticos, a la pequeña Carmela, con quien acudió incluso a la manifestación estatal del Orgullo en Madrid.
Los vaivenes de la relación con Pablo Iglesias
Fue en los siguientes comicios autonómicos, los de 2012, en los que conoció a un personaje clave en su devenir político, Pablo Iglesias, a quien contrató como asesor para la candidatura de AGE, la Alternativa Galega de Esquerda, germen de las mareas gallegas y modelo para Podemos. Díaz e Iglesias trabaron entonces una amistad que continuó con la llegada de ambos al Congreso, en 2015, las elecciones generales que supusieron la irrupción de Podemos. Dentro de En Marea, la nueva diputada se ganó la fama de trabajadora y de negociadora suave en las formas pero dura a la hora de defender sus ideas con cargos como la representación de los morados en la Comisión del Pacto de Toledo.
El fundador de Podemos tenía claro que ella sería la opción de la coalición al frente de Trabajo, una de las cuatro carteras de los morados en el Gobierno de coalición. De ahí la anécdota de la llamada, recogida en el libro Yolanda Díaz. La dama roja, de Alexis Romero y Manuel Sánchez. Recogen también que Iglesias colgó el teléfono antes de que ella pudiera negarse, conociendo el carácter de la gallega. La diputada se convertía en la primera ministra comunista, junto a Alberto Garzón, en entrar en el Gobierno de España desde tiempos de la II República.
Iglesias volvió a pensar en ella en 2021 para que recogiera su testigo al frente de Unidas Podemos cuando él anunció por sorpresa su marcha a Madrid para competir contra Isabel Díaz Ayuso en aquellas elecciones autonómicas adelantadas. Tan por sorpresa que ni Díaz sabía de la decisión del entonces vicepresidente. "Él me designó a dedo. Me enfadé muchísimo, es una falta de respeto", contó Díaz en una entrevista reciente con Jordi Évole en La Sexta. Se enteró por un vídeo que compartió Iglesias en redes sociales.
El entonces vicepresidente ha contado posteriormente que su sucesora entró en su despacho increpándole "qué cabrón eres", pero ella ha ido más allá al dejar caer que hizo "algo mucho peor", aunque no lo ha concretado. En todo caso, aquella decisión abrió una nueva etapa entre ellos dos, y Díaz ha mostrado su hartazgo con que su nombre se asocie al de Iglesias, pero también al de Pedro Sánchez o al de Íñigo Errejón. "Estoy harta de ser 'de' hombres, tengo vida propia, perfil propio y proyecto propio", ha insistido en más de una ocasión.
Díaz asumió, además de su cartera, la vicepresidencia segunda del Gobierno, consolidando un "tándem" con Sánchez, con quien mantiene una buena relación, en la recta final de la legislatura. Solo unos meses después de asumir el liderazgo de Unidas Podemos decidió lanzar Sumar, un "proceso de escucha", como lo denominó en sus primeros momentos, que la llevó a recorrer 20.000 kilómetros con actos en todo el país, el germen de lo que sería luego su plataforma política para concurrir el 23J.
Una turbulenta negociación marca el lanzamiento de Sumar
Llegaba lanzada como la ministra mejor valorada del Gobierno, según el CIS, y con el capital acumulado de haber logrado grandes acuerdos como la reforma laboral, la subida del SMI o los ERTES, casi todos ellos alcanzados con el sí de sindicatos y patronal, como ha reivindicado ella en muchas ocasiones, al resaltar su capacidad de negociación y diálogo.
Quedaba, sin embargo, otra difícil negociación que llevar a cabo: el papel de Podemos en este nuevo partido. Los morados pasaron de considerar a Díaz su principal activo electoral a ver con suspicacia cómo esta elegía su propio camino, alejado de las siglas del partido que fundó Iglesias. En las semanas previas al lanzamiento de su candidatura, en abril, la tensión se elevó al máximo entre los dos espacios, con Iglesias lanzando dardos envenenados a Díaz por "ponerse de perfil" ante los ataques a Montero por la ley del "solo sí es sí" o pidiendo "respeto a Podemos".
El choque fue abierto cuándo los dirigentes del partido se negaron a acompañar a la vicepresidenta en el lanzamiento oficial de su candidatura a las elecciones generales en el Polideportivo Magariños de Madrid en abril, donde sí estuvieron cargos de otros partidos como Más Madrid o Compromís. La formación que dirige Ione Belarra buscaba un papel protagónico en la coalición y una relación bilateral con Sumar, mientras que Díaz rechazaba dar a ningún partido un protagonismo por encima de los demás.
En la campañadel 28M la vicepresidenta hizo equilibrios para apoyar tanto a Podemos como a otras fuerzas de izquierda contra las que competían estos y no coincidió en ningún acto ni con Belarra ni con Montero. Finalmente, los comicios autonómicos y municipales constataron el desplome de Podemos. El anuncio de Sánchez de adelantar las elecciones generales eliminó cualquier posibilidad de primarias y obligó a acordar una coalición en diez días. Díaz, que se apoyaba en los pésimos resultados de los de Belarra, vetó a Montero o a Pablo Echenique en las listas y dejó en un lugar secundario a otros cargos destacados del partido.
Hasta ahora, los líderes de Podemos han evitado referirse en lo posible a su candidata, y han denunciado con insistencia el veto a Montero. El arranque de esta campaña permitirá comprobar si finalmente los morados, el principal partido dentro de Sumar, se implica en el apoyo a Díaz, y también qué resultado obtiene este nuevo proyecto, cuya meta declarada es repetir el actual Gobierno de coalición. La líder de Sumar se ha propuesto como objetivo para ello superar los resultados obtenidos por Unidas Podemos en 2019 y situarse como tercera fuerza por encima de Vox, una tarea difícil pero no imposible según las encuestas. El 23J será la prueba de fuego en el hasta ahora ascenso imparable de esta abogada laboralista que aseguró no tener ambición.
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