Falta de credibilidad, cambio de discurso y polarización "extrema": los políticos vistos como un 'problema' de cara al 23J
- La preocupación por la política lleva años colándose en los primeros puestos del CIS
- Los expertos consultados por RTVE.es analizan las causas y cómo puede afectar esto a las elecciones generales del 23J
El descontento de los ciudadanos con los políticos es un clásico y así lo refleja cada barómetro del CIS. En el marco de unas elecciones generales como las del próximo 23 de julio, la desafección de los ciudadanos por la política derivada de problemas de credibilidad, de “falta de liderazgo” o de errores de gestión puede llevar a algunos al camino de la abstención o el voto a partidos “extremos”, si bien los expertos consideran que esto tiende a perjudicar tradicionalmente más a los partidos de gobierno.
Hasta 2020, el CIS preguntaba a los ciudadanos por su preocupación, entre otras cuestiones, por “los políticos en general, los partidos y la política'. Esta categoría llegó a preocupar a finales de 2019 a casi un 50% de ciudadanos, el máximo histórico. Pero después, el Centro de Investigaciones Sociológicas que dirige el socialista José Félix Tezanos dividió esta categoría en tres: 'el mal comportamiento de los/as políticos/as', 'Lo que hacen los partidos políticos' y 'Los problemas políticos en general'.
Pues bien, el último barómetro de junio situó “los problemas políticos en general” como la tercera preocupación de los españoles con un 22,1%, solo superado por el paro (33,9%) y el precio de la energía (33,7%). El ‘mal comportamiento de los políticos’ iba en quinta posición con un 10,9%, por detrás de la sanidad (16%), y el siguiente problema para los españoles, con un 7%, era “lo que hacen los partidos”.
Hay muchos factores que afectan al malestar ciudadano. “La desafección, básicamente, nace de la dificultad de los políticos de encontrar respuestas a las problemáticas sociales de la ciudadanía”, destaca el politólogo y profesor de la Universidad de Barcelona Jesús Palomar.
El sociólogo y profesor de la Universidad Ramón Llul Jordi Busquet destaca por su parte que existe “una crisis de liderazgo” en toda Europa y se muestra muy duro respecto a la “falta de principios, de coherencia” y de “credibilidad” de los políticos: “Están demasiado influidos por los asesores de imagen y demasiado pendientes de las encuestas y cambian su discurso constantemente en función de intereses inmediatos”.
Falta de credibilidad: “Yo no he mentido”, “mi palabra no es tan importante”...
“Yo no he mentido, he cambiado de opinión”, esta frase es uno de los mantras que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha ido repitiendo respecto a su postura sobre Cataluña o a los pactos con el independentismo, que justificó para construir "convivencia" en esta comunidad autónoma. “Mi palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños”, expresó la candidata del PP a la investidura en Extremadura, María Guardiola, tras acordar con Vox un gobierno de coalición, pese a decir previamente que no metería en el gobierno regional a quien “niega” la violencia machista, incluso que dimitiría antes de llegar a eso.
Los expertos coinciden en que el multipartidismo desde 2015 ha tenido una enorme influencia en la falta de credibilidad de los partidos. Por un lado, tienen una necesidad de pactar muy superior a las épocas del bipartidismo y eso hace que “muchas veces no puedan hacer lo prometido en campaña”. “En política tú nunca puedes decir yo no voy a hacer esto porque te condiciona”, subraya Palomar.
Pero la alta competencia entre partidos y la “falta de cultura de las coaliciones” ha hecho además que haya una “polarización extrema” del discurso, destaca, con un discurso en el que “casi todo vale”, y desvían la atención sobre otros temas, como ocurrió la pasada campaña de las elecciones del 28M con ETA por las listas con condenados de EH-Bildu, cuando “lo que la gente quiere en realidad es solucionar sus problemas”. Busquet va más allá y añade que existe “una tendencia a la espectacularización de la política como un drama” y eso “aleja a la ciudadanía”.
La hipertensión política ha dejado en la última legislatura un enorme listado de insultos y descalificaciones como “fascista”, “golpista”, “felón”, “infantil”... Y todo esto contrasta, según el sociólogo Felipe Morente, con el hecho de que “los ciudadanos esperan que haya acuerdos por el bien común, más allá de izquierdas o de derechas”.
Falta de acuerdo entre los grandes partidos
El expresidente del Gobierno Felipe González reivindicaba hace poco los llamados ‘Pactos de la Moncloa’ a la vez que subrayaba la necesidad de llegar a acuerdos “de centralidad” entre los grandes partidos políticos, en referencia a PSOE y PP, y advirtió de que, cuando estos acuerdos desaparecen, se “polariza” y se pierde fuerza y credibilidad tanto interna como internacionalmente. Y poco antes, en un encuentro entre él y el expresidente José María Aznar, el socialista apostó por mandar a los políticos al "rincón de pensar", mientras que el 'popular' se quejó de que "la irresponsabilidad política es máxima" .
Sin embargo, en los últimos años lo que se ha instaurado en España ha sido una política de bloques, izquierda y derecha, y se dan ya por hechas las posibles coaliciones y alianzas con acusaciones cruzadas y el 'no' “sistemático” ante posibles acuerdos entre bloques. Prueba de esta incapacidad de acordar es el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que lleva en funciones desde diciembre de 2018 y no tiene visos de desbloquearse.
Esta falta de acuerdos y por ende la desafección de la ciudadanía se agrava cuando venimos de dos importantes crisis económicas en la última legislatura por la pandemia y la guerra de Ucrania, recalcan los expertos. “Llueve sobre mojado”, apunta Busquet, que recuerda que buena parte de la ciudadanía aún no se ha recuperado de la crisis de 2008, que fue la “peor”. “En Europa y en América ha habido una precarización de las condiciones de trabajo” pese a que haya podido haber algunos “avances” en los últimos años, añade, y “la gente no siente que viva mejor ahora que hace 20 años y las desigualdades se han acentuado y eso es un factor muy importante de malestar” y “frustración” que tiende a “capitalizar el populismo”.
Errores en la gestión y una “sobredimensión” en los medios
Más allá de las formas y los choques, está el fondo, y son los errores en la gestión que hayan podido cometer los distintos partidos. Sánchez, en una entrevista hace algunos días, dijo que el “error más importante” de su gobierno había sido la ‘ley del solo sí es sí’ en lo relativo a la rebaja de condenas a agresores sexuales y excarcelaciones (van ya 1.127 rebajas y 115 las excarcelaciones, según el CGPJ). Palomar pone este ejemplo para subrayar que, más allá de los errores, los medios de comunicación “amplifican al máximo los efectos negativos” y se quedan “ahí”, porque en las noticias “lo malo siempre supera lo bueno” (esta ley, por ejemplo, incluye una mejora en la atención de las víctimas) y a la ciudadanía le llegan constantemente mensajes “negativos”.
Así, por ejemplo, Busquet refleja la contradicción habitual en el CIS respecto a la situación económica de un ciudadano y su percepción respecto a la economía del país. En el estudio preelectoral del pasado miércoles, siete de cada diez españoles (69,9%) presumen de su situación económica personal, que califican de 'buena' o 'muy buena', pero no son tan optimistas al opinar sobre la economía del país, pues un 55% la ve 'mala' o 'muy mala'.
Y además de los medios de comunicación, el sociólogo señala a las redes sociales, donde se crean círculos de “desinformación” interesada a favor o en contra de un partido, y pone el ejemplo de Donald Trump: “Quizá gracias a Twitter ganó las elecciones en EE.UU.” en 2016.
En redes proliferan titulares llamativos para incitar a hacer ‘click’ que no son siempre informativos. Cualquiera puede crearse un blog con apariencia de periódico serio y lanzar mensajes con forma de noticias en contra de uno u otro partido. Incluso son habituales los mensajes que circulan por redes de mensajería como Whatsapp o Telegram criticando supuestas medidas o hechos de una u otra formación política que son falsos o sacados de contexto. Muchas veces el contenido de todos estos mensajes transmiten mensajes negativos e incluso odio que contribuyen a la sensación de malestar de los ciudadanos respecto a la política.
Un estudio de la empresa de investigación Simple Lógica y la Universidad Complutense de Madrid de 2017 reflejaba que el 60% de españoles creía saber distinguir un bulo aunque en la práctica el 86% tiene dificultades para distinguir si una información es falsa.
Más allá de los motivos por los que los ciudadanos se sienten “alejados” de la política o la ven como un “problema”, está qué efecto puede tener en las urnas este 23J. Palomar considera que existe el riesgo de que haya “una desafección suficientemente grande como para que la gente no vote a los partidos que gobiernan actualmente” ya que es algo que ocurre tradicionalmente con los partidos de gobierno en unos comicios, destaca. Además, “puede ocurrir que, alternativamente” ante el malestar de la ciudadanía que el “PP y Vox, sobre todo los primeros, incrementen su número de votos de personas que provengan de la abstención o de votar a Ciudadanos”: “El enfado suele ser mayor con quien ha gobernado que con quien está en la oposición”.
Sin embargo, la campaña de las generales aún no ha empezado. La principal clave para los partidos será, precisamente, cambiar la apatía de la ciudadanía por los políticos por la ilusión y llamar al voto. Y es que todos los escenarios permanecen abiertos.