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Estados Unidos

Venta legal de cannabis en Nueva York: un intento por enmendar errores del pasado que no termina de arrancar

  • Poco más de una decena de dispensarios han logrado abrir sus puertas
  • Mientras, los puntos de venta ilegal se han disparado y la policía acaba de contratacar con macroredadas

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Crece la venta ilegal de cannabis en Nueva York por la lentitud en el reparto de de licencias de la legal

En Nueva York la legalización de la venta de marihuana está provocando una situación insólita. Quienes la venden ahora legalmente son los mismos que en el pasado cumplieron condena por delinquir con cannabis. El estado les ha concedido las primeras licencias para compensar los abusos policiales, pero el proceso está siendo tan lento que solo un puñado han logrado abrir y, en cambio, el mercado negro se ha disparado. La policía está lanzando macrorredadas para ponerle coto.

El estado neoyorquino se ha propuesto crear la industria de cannabis más equitativa del país. Prioriza conceder licencias para abrir dispensarios a los perjudicados por la llamada guerra contra las drogas que se cebó desproporcionadamente con los afroamericanos durante décadas. Parte de los impuestos que se recauden también se destinarán a estos colectivos.

Me decidí a abrir esta tienda porque temía que mi hijo fuera por mi mismo camino

Roland vende ahora legalmente en Nueva York la misma sustancia que le metió en la cárcel durante su juventud: marihuana. "Nueva York intenta así enmendar errores del pasado. Estas leyes draconianas estaban diseñadas contra los más pobres. Fui a prisón por faltas relacionadas con la marihuana y ese estigma me ha dificultado encontrar trabajo, casa... ", explica. "Me decidí a abrir esta tienda porque temía que mi hijo fuera por mi mismo camino", reconoce Rolan.

Además, Nueva York ha preferido que sean pequeños agricultores del estado y no grandes productores quienes cultiven la marihuana que se comercializa.

Un reparto de licencias demasiado lento

Sin embargo, este modelo ha creado de momento un cuello de botella. Dos años después de legalizar el mercado y siete meses desde que empezaron a repartir licencias, poco más de una decena de dispensarios han logrado abrir sus puertas y la primera cosecha de cannabis se amontona en las plantaciones.

Mientras, los puntos de venta ilegal se han disparado y Nueva York acaba de contratacar con macroredadas. Damian Fagon, de la oficina del gestión de cannabis les advierte: "La fiesta se ha acabado".

"Vale la pena pagar un poco más que en el mercado negro y saber que va para una buena causa" considera Ashley.

Sin embargo, dentro de cuatro años los dueños como Roland podrán vender su licencia. Tocará ver entonces si resisten a la presión de las grandes corporaciones.