Enlaces accesibilidad
Festivales de música

Un año de antelación, cachés dispares y negociaciones "personalizadas": el "encaje de bolillos" de un festival

  • Cuadrar horarios, agendas y carteles atractivos son quebraderos de cabeza para los trabajadores del sector
  • Hay artistas que por caché o contrato queda fijado en qué franja deben tocar

Por
Un año de antelación, cuadrantes horarios y negociaciones "personalizadas": el "encaje de bolillos" de un festival de música
Un año de antelación, cuadrantes horarios y negociaciones "personalizadas": el "encaje de bolillos" de un festival de música

Miles de personas acuden cada año a algún festival en España. De norte a sur o de este a oeste, da igual, no hay provincia española que no acoja durante los meses de verano alguno de los aproximadamente 900 festivales de música que se celebran al año en nuestro país, según datos del sector. A pesar de tanta oferta y demanda, la competencia por parte de los festivales por ofrecer a los artistas más exclusivos es feroz.

Red Hot Chili Peppers, Rosalía, Vetusta Morla, Franz Ferdinand, Bastille...Son algunos de los nombres que estas semanas se pueden encontrar en el panorama musical español. Pero para lograr subirlos al escenario, los promotores han trabajado durante meses, e incluso en algunos casos, con más de un año de antelación con el objetivo de conseguir cuadrar horarios, agendas y carteles atractivos que son auténticos "encajes de bolillos", según los trabajadores del sector.

"Vetusta Morla lo firmamos como un par de semanas antes de anunciarlo. Es decir, anunciamos a principios de octubre y lo cerramos a mediados de septiembre más o menos, pero llevábamos hablando con ellos, sin exagerar, desde febrero de 2022 aproximadamente", explica el director del Festival de los Sentidos de La Roda, Albacete, Javier Alarcón, sobre como consiguió firmar para la edición celebrada en junio de este año al grupo madrileño que este año gira por varios festivales españoles.

Negociaciones con más de un año de antelación

Para poder traer a artistas de primer nivel como este, los festivales negocian durante largos periodos de tiempo con las agencias de representación. Contrastan agendas, donde pueden tocar el día anterior o el siguiente, de qué logística se dispone, juegos de luces, escenario... Se estudia todo al detalle, aseguran.

"Los habíamos intentado traer tres, cuatro o cinco veces y nunca habíamos sido capaces ni económica ni estructuralmente", añade Alarcón sobre sus cabezas de cartel este año.

Y no solo eso. Desde los equipos de dirección también se cuida y tiene en cuenta la situación de futuro que tendrá el grupo en el momento de su actuación.

"Si nosotros sabemos que ese artista va a sacar disco quince días o un mes antes de que el festival se celebre, lo intentamos firmar aunque no haya anunciado oficialmente el disco. Otras veces nos interesa porque llevan tiempo sin venir o porque no han venido nunca... Al final es una coctelera donde mezclamos todos los ingredientes y a veces se acierta más y otras menos", retoma Alarcón sobre como conforma cada año el cartel del Festival de los Sentidos.

Para lograr ese cóctel musical los promotores de estos eventos se exprimen al máximo para buscar un equilibrio entre el horario que más beneficie a los artistas y al público.

Los horarios, un difícil "encaje de bolillos"

"A nosotros nos interesa que nuestro público entre desde primer ahora al recinto porque hay una programación atractiva. Obviamente, hay un horario más importante, pero creemos en la programación que hacemos para que la gente quiera acudir", comenta desde la dirección del Río Babel de Madrid, David Moya, un evento que organiza la oficina musical Sonde3 y que tiene en su agenda a otros festivales de renombre como SonRías Baixas o SanSan Festival.

"Al final es como un encaje de bolillos. Hay artistas que por su show no quieren que sea de día, otros piden que sí o sí tiene que serlo. Luego otros llevan unos juegos de luces espectaculares y evidentemente si tu programas ese concierto en horas de sol, pues no luce tanto, tienes que ir un poco teniendo en cuenta cuidar el show de los artistas", añade Moya sobre como van cuadrando los horarios conforme se acerca la fecha del evento.

"Y más allá de show, hay artistas que tienen sus preferencias porque tienen sus costumbres y es un poco ir contentando a todos y que todo el mundo esté a gusto con el horario en el que vaya a tocar", explica Moya.

A caché más elevado, mejor horario

Depende del grupo hay artistas que por contrato queda fijado en qué horarios deben tocar y en qué franja, otros se negocia durante las semanas previas, aunque "siempre consensuado con la otra parte", explican desde las direcciones de los festivales. Pero no siempre llueve a gusto de todos.

"Al final todos quieren repartirse las mejores horas y claro, no se puede hacer, no se puede poner a todos a la hora perfecta. A veces depende de cuanto tiempo se van a quedar, de cuando han llegado o de su caché, simplemente", explica Rodrigo Miguez, trabajador de la industria musical gallega y que tiene experiencia en eventos como PortAmérica o SonRías Baixas.

Precisamente, los cachés a veces son inalcanzables para muchos promotores. 932.085,63 euros por un concierto de David Guetta, 520.300 por Quevedo o 239.500 por Rels B son algunas de las ofertas que recibió el concello de Vigo para su programación musical estival, según recogió el propio Miguez hace unas semanas y que el ayuntamiento hizo públicas, algo inusual en este sector. Unas cifras, inalcanzables para muchos y solo al alcance de unos pocos.

"Al final un caché viene dado por el contexto en el que se te da ese caché también. O sea que un artista en un momento te pida medio millón, pues no quiere decir que en todos los bolos vaya a pedir medio millón, pero igual si tú quieres tocar en ese sitio tienes que ofrecer medio millón, algo que a mí me parece excesivo", contextualiza Miguez.

Acudir a lo emocional cuando el dinero falta

Hay festivales como Sonorama Ribera que intentan apelar a lo emocional cuando en lo económico no pueden alcanzar cifras astronómicas que otros eventos pueden ofrecer.

"Los artistas no van a cobrar exactamente lo mismo en todos los festivales. No van a ser las mismas condiciones. Cuando no puedes alcanzar el caché de otros grandes festivales internacionales, normalmente se tiene que hablar, negociar y seducir de otras formas", explica desde la dirección de Sonorama Ribera, Rebeca Ruano.

Pero ese proceso de seducción es largo. Requiere de muchas reuniones de la dirección del festival encabezada por Javier Ajenjo, con el equipo de los artistas. "Al final se logra transmitiendo realmente el espíritu del festival. C Tangana, por ejemplo, llegó al festival el año pasado emocionado e ilusionado con todo su equipo y dio un conciertazo, pero fueron necesarias muchas conversaciones y una puesta en común. A veces tienes que ir hasta su casa y convencerle con un buen vino Ribera del Duero", recuerda Ruano.

Y en esa mezcla entre lo emocional, económico y capacidad planificativa a largo plazo, los organizadores buscan la clave del cóctel musical que atraiga a sus festivales el mayor público posible un año más.