Unas elecciones en una España más seca y calurosa: ¿qué proponen los partidos para afrontar la sequía?
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España votará el próximo 23J con medio país inmerso en una grave y próximo 23Jprolongada sequíaAunque las lluvias del final de la primavera aliviaron algo la situación, el 22% del territorio español está en situación de emergencia, la fase más alta del "semáforo" del Ministerio para la Transición Ecológica, y el 60% en alguna fase de sequía, según su último informe.
Prácticamente toda Cataluña y buena parte de Andalucía y Aragón están en esta fase de emergencia a fecha de 31 de mayo, los datos más actualizados de este organismo. Los embalses siguen en cifras preocupantes, a menos del 46% de su capacidad, casi 20 puntos por debajo de la media de los últimos diez años, todo después de que en el año hidrológico 2022-2023 haya llovido un 15% menos que en la media de las últimas tres décadas.
Aquellas lluvias de finales de mayo y principios de junio abrieron telediarios. Lo excepcional otros años hubiera sido precisamente que la lluvia en primavera fuera noticia, pero estas precipitaciones se recibieron literalmente como agua de mayo, un respiro sobre todo para el campo en la mitad de España que arrastra la escasez desde finales de 2021. En algunos puntos del país llevaba más de 170 días sin llover.
La escasez de agua había escalado hasta situarse en mayo en la preocupación número 11 de los españoles, cuando antes ni siquiera aparecía entre los problemas principales que recoge el CIS. En junio, eso sí, volvió a desplomarse hasta el número 28 tras varias semanas de chubascos, lo que muestra, según los expertos, lo fluctuante que es la preocupación por los temas climáticos.
¿Qué podemos esperar en los próximos meses, los más secos del año?
España entra en el verano, la estación más seca del año, con embalses de cuencas como la del Guadalquivir o el Guadiana al límite. En julio y agosto no se llenarán, coinciden los especialistas; la clave es saber cuánto bajará su nivel. "No van a aumentar porque no va a llover y encima este verano va a ser muy caluroso. Si llueve, lo hará de manera muy torrencial, lo que no va a ayudar a paliar esta situación", explica a RTVE.es Jesús Vargas, profesor de Geografía de la Universidad Pablo de Olavide y miembro del Observatorio Ciudadano de la Sequía.
Además de las pocas lluvias, el calor va a aumentar la evaporación del agua acumulada. "Ya llevamos cinco años en el conjunto de España con las temperaturas por encima de la media y 2022 estuvo 1,7 grados por encima", señala Vargas. Por ello, habrá que esperar a las lluvias de otoño, más previsibles y estables, para "ver cómo afrontamos el nuevo año hidrológico".
Por el momento, "las grandes áreas metropolitanas tienen garantizado el agua de boca para este verano y seguramente para un año más", pero sí que puede haber "problemas concretos" en municipios con "sistemas de abastecimiento menos robustos, que dependan de fuentes de agua más vulnerables", en los que puede haber cortes de suministro. Esto ya se está dando en un centenar de municipios andaluces, 27 de los cuales no tienen aga potable. Mientras, en Cataluña ya está en vigor una limitación de los litros disponibles para el uso diario, aunque no se nota en el día a día más allá del llenado de piscinas o el riego de jardines.
Las ciudades están "un poco mejor preparadas" que en la gran sequía de los 90, especialmente las mediterráneas, gracias a las desaladoras, pero en estos meses secos pueden "volver los problemas en el campo", donde se manifiesta "la debilidad de la falta de la planificación racional del agua", asegura Jorge Olcina, catedrático de Geografía de la Universidad de Alicante y experto en cambio climático.
El regadío, en el punto de mira
En España, la agricultura consume cerca de un 80% del agua dulce disponible, un porcentaje que llega hasta el 93% en cuencas como la del Ebro, por lo que el sector está en el punto de mira a la hora de hablar de gestión hídrica. Para Vargas, "lo primero que hay que hacer y que es impepinable es acabar definitivamente con el uso ilegal del agua", que ni siquiera se contabiliza en este porcentaje.
Después, cree que se debe empezar a hablar "recortar o eliminar hectáreas de regadío", ya que se ha mostrado que la modernización y mayor eficiencia de este no ahorra agua, sino que "el agua que se ahorra se utiliza para ampliar la superficie de regadío". "Hay zonas que se han transformado [en regadío] por encima de sus capacidades", coincide Olcina.
Tanto Vargas como Olcina creen que se debe avanzar en las alternativas del uso de aguas, como el agua desalada, a pesar de sus inconvenientes -es más cara, se centra en zonas costeras y la desalación contamina- o en la reutilizada, ya que solo "se depura el 10% de las aguas de las ciudades, ahí tenemos un colchón importante", según el profesor de la Universidad de Alicante.
Además, insiste en que es necesario incorporar las proyecciones climáticas, que "hablan de sequías cada vez más frecuentes e intensas". Con el cambio climático, los episodios de sequía pueden alargarse hasta ocho años, lo que podría en una tensión prácticamente inasumible tanto el regadío como el propio abastecimiento de pueblos y ciudades -la peor sequía que se recuerda, en los 90, duró cuatro-, según explicábamos en un reportaje en abril. La agricultura no es el único sector señalado, también lo es el turismo, la principal industria española, y que se ve también amenazada por la escasez.
Multiplicar trasvases o reducir regadíos: ¿qué propone cada partido?
Para afrontar la sequía, los partidos plantean un abanico de medidas que van desde limitar y reducir los regadíos (Sumar) a aumentarlos mediante la multiplicación de trasvases (Vox). Precisamente PP y Vox llevan la extensión del regadío como uno de los puntos de los acuerdos alcanzados en las autonomías para gobernar en coalición tras el 28M, tanto en la Comunidad Valenciana como en Extremadura.
El PSOE plantea duplicar en 2027 la capacidad de las desaladoras, la gran apuesta de los gobiernos socialistas (tanto el de Zapatero como el de Sánchez) para sustituir el agua superficial de los trasvases. También propone varias medidas para evitar pérdidas, como digitalizar la gestión o promover la teledetección y la obtención de información mediante satélites para que toda la cartografía del agua sea accesible.
El programa de la candidatura de Pedro Sánchez también promete activar los nuevos planes de sequía o impulsar la digitalización en la gestión del agua para "reducir las pérdidas a porcentajes inferiores al 10%" en las redes de distribución.
La medida estrella del PP, como ya ha defendido Alberto Núñez Feijóo en varias ocasiones, es firmar un "Pacto Nacional del Agua" con las comunidades y sectores afectados, que sirviera de base para un nuevo Plan Hidrológico Nacional. En él, se impulsaría un regadío moderno y sostenible, con nuevas inversiones también en saneamiento, abastecimiento y gestión del recurso hídrico, así como garantizar "el buen estado de todas las masas de agua en un marco de adaptación al cambio climático".
Su programa también incluye crear una "Autoridad Nacional del Agua" y una "Red estratégica del agua" para mejorar la racionalidad de este recurso, así como modernizar infraestructuras como "presas y canales" para hacer frente a "los riesgos de inundaciones y sequía".
Por su parte, Vox ha hecho bandera de sus propuestas en materia hídrica la "interconexión de todas las cuencas" multiplicando los trasvases mediante un "Plan Nacional del Agua" que se consultaría a los españoles mediante referéndum. Reivindican que "en España hay agua para todos" y proponen "mecanismos de reparto óptimos" de este recurso frente a "la insolidaridad y el ecologismo radical, que han sido el santo y seña del PSOE durante décadas".
Proponen en su programa aumentar la superficie de riego ante a la "criminalización del uso de regadíos". También prometen acabar con la "destrucción de presas y embalses" e invertir para construir más, uno de los caballos de batalla de esta formación -que incluso ha hecho un mitin desde un azud-, y a pesar de que, en realidad, lo que se derriban no son embalses para almacenar agua, sino pequeñas barreras fluviales en desuso, como explicamos aquí.
Mientras, Sumar propone medidas antagónicas al partido de Santiago Abascal. Promete detener el crecimiento del regadío salvo cuando existan nuevos recursos procedentes de la reutilización de aguas residuales o la desalación, la moratoria y reducción del regadío intensivo y el apoyo al tradicional o al secano. Otras medidas incluyen una moratoria a la construcción de grandes instalaciones demandantes de agua, como campos de golf o megaproyectos urbanísticos, como el megacasino del Hard Rock en Tarragona o la llamada "ciudad del ocio" en Extremadura. En general, plantea reformular los planes hidrológicos teniendo en cuenta la emergencia climática, lo que incluye "la revisión de las concesiones de agua actuales para evitar su sobreexplotación".
Los de Yolanda Díaz plantean también un plan nacional de preservación de aguas subterráneas, cerrando buena parte del "casi millón de pozos ilegales de España" que no puedan ser regularizados, y en cuanto a las presas hidroeléctricas, hablan de recuperar su titularidad pública según vaya caducando su concesión y "revisar obras hidráulicas obsoletas".