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Ser autónomo ya no está de moda

  • Los datos de junio, respecto a los de hace un año, arrojan solo 13 afiliados más, lo que supone un crecimiento del 0,0003%
  • ​Hablamos con María José y Gonzalo, que explican a RNE por qué decidieron pasar a ser asalariados

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Más cerca - Los asalariados no quieren volver a ser autónomos

María José, arqueóloga asalariada en Cartagena, no volvería a ser autónoma: "Solo volvería si tuviera frente a mí un proyecto muy, muy atractivo y con tiempo que me permita conciliar, pactando unos días de descanso sí o sí y, por supuesto, con unas condiciones económicas que aporten una regularidad a mi desarrollo familiar”.  Gonzalo, desarrollador web asalariado en Valencia, tampoco volvería a ser autónomo. “Me ayudó mucho la cuota reducida, pero no conseguí crecer lo suficiente como para, luego, con la cuota total, me siguiera mereciendo la pena”.

Ambos eran autónomos y han conseguido un trabajo en el mismo sector y en el régimen general,  de esos con nómina segura a final de mes, coincidiendo con el crecimiento del empleo tras las restricciones derivadas de la pandemia. Pero, como dice el refrán, una golondrina (o dos) no hacen verano.

Los datos

Toca repasar los datos antes de entrar en los porqués. En junio había en España, de media, 3.351.381 afiliados al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) de la Seguridad Social. Su evolución ha sido muy pobre los últimos doce meses. Respecto al año pasado hay sólo 13 afiliados más, lo que supone un crecimiento del 0,0003% y el peor aumento en diez años. El mejor registro del año se produjo en abril, con una subida interanual que no llega ni a una décima porcentual.

Todo mientras el régimen de asalariados imprime un crecimiento medio interanual los últimos doce meses del 3,4%.

En conclusión, no es que haya menos autónomos (su número viene creciendo más o menos continuadamente desde el fin de las restricciones derivadas de la pandemia), pero el avance es muy lento, y más si lo comparamos con el régimen de los asalariados.

Autónomos “pata negra”

La mayoría de los autónomos trabajan en el sector comercio, que es a la vez el que más empleo por cuenta propia destruye en términos absolutos. En el último año la cuenta ha disminuido en 19.682, para quedar por debajo de los 750.000. Supone un 2,6% menos que en junio de 2022.

En el lado contrario, los sectores que más crecen en el último año son los de suministro de energía y aire acondicionado, actividades artísticas, actividades inmobiliarias e información y comunicaciones, aunque con cifras absolutas muy discretas dado que no son los que más peso tienen.

Esto último refuerza el diagnóstico que hace una de las dos principales asociaciones del sector, la Unión Profesional de Trabajadores Autónomos (UPTA), con lazos con el sindicato UGT, que sostiene que gracias a que el régimen de asalariados está funcionando, el de autónomos queda para profesiones técnicas y personas que tienen verdaderamente decidido emprender. “Hasta el año 2022, las personas que salían del mercado de trabajo por cuenta ajena, tenían que seguir produciendo economía para sus familias y se metían en el mercado de trabajo por cuenta propia en sectores muy atomizados como la hostelería y el comercio”, dijo recientemente el presidente de UPTA, Eduardo Abad,  en TVE. Ahora piensa que el “tirón” del sector asalariado “es tan fuerte” que ya no se tiene esa necesidad. Dicho de otra manera, los que se dan de alta son “autónomos de calidad”, sentencia Abad.

Virginia Hernanz,  experta en economía laboral y profesora en la Universidad de Alcalá, los llama “autónomos pata negra”. La otra opción sería “iniciar la actividad de forma involuntaria porque no encuentras un trabajo asalariado y te ves forzado a arrancar este tipo de iniciativa”. A estos se les conoce como autónomos involuntarios.

En 2017, año en el que el Instituto Nacional de Estadística (INE) y el resto de servicios estadísticos de la Unión Europea hicieron un estudio especial, representaban el 21,7% sobre el total de los autónomos, ocupando el sexto puesto de la UE tras Rumanía, Eslovaquia, Letonia, Portugal y Eslovenia. El perfil general, según un estudio de la Fundación la Caixa en el que participó Hernanz, era el de “jóvenes, personas con un bajo nivel educativo, los trabajadores del sector de la construcción y las personas con trabajos poco cualificados”.

¿Qué ha cambiado? Hernanz cree que una de las claves está en los falsos autónomos, aquellos que obedecen a un jefe y, por tanto, deberían tener una nómina en vez de pagarse la cuota de la Seguridad Social. “Ha habido una mayor presión sobre los falsos autónomos”, dice la profesora, recordando las multas de la Inspección de Trabajo sobre empresas como Glovo.

Podría ser, pero no hay forma exacta de comprobarlo porque no contamos con datos. Lógico, dado que ser falso autónomo es ilegal. Sin embargo, podemos acercarnos. En su Encuesta de Población Activa (EPA), el INE clasifica como trabajador independiente o empresario sin asalariados a todo el que lo declara. Pero después reclasifican como asalariados a los que responden que “desarrolla su actividad en o para la empresa o negocio de un empleador que le proporciona trabajo”. No todos esos tienen por qué ser falsos autónomos, pero sí es verdad que los falsos autónomos suelen cumplir la condición de trabajar en las instalaciones de una empresa y sólo para esa empresa.

El dato no es público, pero se puede solicitar a Estadística. El resultado es que, desde el pico de 195.200 reclasificados en el segundo trimestre de 2018, la cifra ha ido bajando casi continuadamente hasta colocarse en un mínimo de 132.100, lo que supone una reducción de un tercio desde entonces.

En realidad, los datos parecen mantener una correlación inversa. En los momentos en que la afiliación es baja, el porcentaje de autónomos sobre el total es alto, y viceversa. En junio, con récord histórico de inscritos en la Seguridad Social, los autónomos representaron el 16%. En el momento más delicado para la afiliación, febrero de 2013, eran el 18,6%.

Pero han pasado más cosas: la inflación ha estado en niveles de los años 80 y eso ha hecho que los costes empresariales se hayan multiplicado. En la federación de autónomos ATA, adscrita a la patronal CEOE, prefieren encauzar su análisis por este camino. Lo de los falsos autónomos “es echar balones fuera”, dice a RNE Lorenzo Amor, presidente de ATA. “Cuando se pierden 20.000 autónomos en el comercio [o casi 3.000 en la agricultura], yo no conozco a ninguno que sea falso autónomo ni conozco a ningún autónomo que tenga una explotación agrícola y sea falso autónomo”.

El temblor en el régimen de autónomos también puede afectar al general. Según el último barómetro de ATA, un 16,3% de los trabajadores por cuenta propia prevé disminuir su plantilla a lo largo de 2023 frente a sólo el 6% que la aumentará. Además, el 13,5% contesta que ya ha hecho despidos en el último año. Los autónomos contratan en España a más de 860.000 personas.