La trata, la esclavitud moderna que traspasa toda frontera: "Mi vida quedó destruida desde el momento en que me captaron"
- La trata es uno de los negocios ilegales más lucrativos del mundo, a la altura del tráfico de armas y el narcotráfico
- No siempre someten a las víctimas a explotación sexual, también a trabajo forzado, actividades delictivas o tráfico de órganos
María (nombre ficticio), una joven de 24 años, dejó su Guinea Ecuatorial natal atrás para venir a España en busca de un futuro mejor. Pero la trata de personas se cruzó en su camino.
Un conocido guineano le ofreció un trabajo a María en España, le dijo que él gestionaría todos los trámites del viaje y le prometió que aquí estaría mejor. Le esperaba un futuro mejor y la joven no lo dudó. Atrás quedaba la complicada situación económica con la que convivía en su país y siempre había querido venir a España. "Nada podía salir mal, pensaba yo", relata María a RTVE.es. Ella ni siquiera había escuchado hablar sobre la trata.
En Barcelona la recibió con los brazos abiertos su nueva empleadora. La mujer, de 50 años, la iba a contratar como interna para ayudarla con las tareas del hogar y sus dos hijos. "Iba a tener un sueldo de 1.200 euros y unas condiciones muy buenas, pero nada fue así", explica la joven.
Al poco de llegar, empezó a darse cuenta de que lo que le habían prometido distaba mucho de la realidad. Jornadas maratonianas sin contrato, limitaciones en sus comunicaciones, prohibición de salir de casa, e incluso llegó a sufrir maltrato físico por parte de la dueña de la casa en la que trabajaba como interna.
El caso de María no es único. Cuando hablamos de la trata de personas hay un árbol que no deja ver el bosque. Siempre se cree que detrás de la trata de personas está únicamente el tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, pero no es así.
Detrás de ese gran árbol se esconden otras actividades como el trabajo forzado, la comisión de delitos, la mendicidad, el matrimonio forzado o el tráfico de órganos. Actividades que convierten la trata en uno de los negocios ilegales más lucrativos del mundo, a la altura del tráfico de armas y el narcotráfico.
María pudo escapar. No fue fácil, llegó un momento en que no tenía ni su documentación, ni un teléfono, ni conocía a nadie en España: "Aquella casa era una cárcel para mí". Pero lo logró, pasó de ser una víctima a una superviviente de trata.
Un negocio que no siempre es a gran escala o bajo grandes redes ilegales. Muchas veces, como en el caso de María, personas no integradas en ningún tipo de banda delictiva se aprovechan de la vulnerabilidad de otros para lucrarse de forma individual o familiar.
Guatemala, cuando la trata se alimenta de la migración
El padre de Rosa murió y su madre se quedó a cargo de ella y sus tres hermanos pequeños. Emigraron desde Honduras a HondurasGuatemala. Pagarlas se convirtió en una pesadilla para la familia de Rosa, especialmente para ella, que tuvo que aceptar la oferta de una red de trata.
"Por ser un corredor migratorio, por ser un país con cifras y con indicadores sociales tan bajos, nosotros no solo somos un país de origen (de la trata), sino uno de tránsito y ahora nos estamos convirtiendo en un enclave migratorio", explica a RTVE.es la directora nacional de la asociación La Alianza en Guatemala, Carolina Escobar.
"Teníamos deudas con las personas equivocadas", cuenta Rosa a RTVE.es de su red de captación. Su caso tampoco estaba vinculado con los abusos sexuales, si no con la comisión de actividades delictivas. "Los 'coyotes' que nos trajeron me obligaban a llevar droga de un lugar a otro", explica la joven de 19 años.
"Cuando asociamos migración a trata, ahí hay una complejidad aún mayor, porque en los flujos migratorios de personas se cuelan tratantes y traficantes, y esto hace que el fenómeno crezca", constata la directora de La Alianza. "Sabían donde vivíamos, no tenía otra opción, ni siquiera volver a Honduras era una opción", recuerda con cierta tristeza. No pensaba más allá de eso y solo hoy es consciente de que todas las veces que movió droga pudo acabar en la cárcel. Con ayuda de una asociación huyó, se mudaron y rehicieron su vida de cero.
Hoy Rosa, su madre y sus hermanos viven en la Ciudad de Guatemala: "Tengo un trabajo y en mi tiempo libre colaboro con la asociación que me ayudó a mí", explica la joven. A día de hoy aún tiene miedo: "Todavía me despierto pensando que me pueden encontrar".
India, las vidas partidas por la trata
La trata no solo destruye la vida de adultos. Dalpesh tenía 15 años cuando empezó a trabajar en una fábrica de ladrillos. La mala situación económica de la familia llevó al joven a emigrar del distrito indio de Banswara, en Rajastán, con su padre y su madre para trabajar en la fábrica.
En muchas ocasiones, es la desdichada situación económica la que lleva a acceder a la explotación laboral. "Suelen ser captadas o con promesas falsas de trabajo, mediante engaño o mediante amenazas, porque hay que pagar una deuda, por ejemplo", explica a RTVE.es la especialista en Protección Infantil de UNICEF España, Almudena Olaguibel.
Algo que preocupa enormemente, ya que "este último año están casi a la par los datos en lo laboral y sexual en el mundo", incide la especialista.
En países como India, Bangladés o Myanmar esta situación es recurrente. Niños víctimas de una lacra que no solo parte su vida, sino que también la pone en riesgo.
Malí, sobrevivir a un conflicto y caer ante la trata
En Malí, más de un tercio de la población vive en zonas afectadas por el conflicto que vive el país desde hace más de 10 años, según cifras de UNICEF. Los niños y los jóvenes, especialmente las niñas, siguen sufriendo de manera desproporcionada sus consecuencias, entre ellas, cada día corren el riesgo de ser desplazados, separados de sus seres queridos y expuestos a abusos, explotación y trata.
Con una gran tormenta ensombreciendo Bamako, la capital de Malí, Aminata, una joven de 17 años, cuenta a RTVE.es cómo logró escapar de las garras de la trata. Todo empezó en la aldea de Kossaya, al suroeste del país, dónde vivía con su familia. Allí un grupo de soldados la secuestró y la obligaron a casarse con uno de ellos. "Yo solo quería quedarme con mi familia e ir a la escuela", dice con cierta melancolía. Durante cuatro meses convivió con él, pero una mañana reunió valor para escapar: "No fue fácil, si me hubiera descubierto no sé qué hubiera sido de mí".
Olaguibel recuerda la emoción que le produjo un caso similar al de Aminata: "Ella lo comparaba con la vida que había tenido y ahora por lo menos se sentía como parte de algo". "Me impresionó mucho ver hasta qué punto hay vidas tan destruidas desde la infancia, que bueno, no son conscientes de que están siendo explotadas, porque al final su vida ha sido tan de sufrimiento, de abuso y de humillación que por lo menos esta persona ahora tenía sensación de que tenía cierto control sobre su vida", cuenta la especialista de UNICEF.
Esta es una historia que se repite en la región. UNICEF calcula que más de dos millones de niños de todo el país, con edades comprendidas entre los 5 y los 17 años, están sin escolarizar, por razones relacionadas con la inseguridad, la pobreza de los hogares, el trabajo infantil, el matrimonio infantil y la falta de escuelas de calidad cerca de los hogares de los niños.
Y no todos son capaces de salir. Desde organizaciones como UNICEF ayudan a jóvenes como Aminata para que puedan volver a llevar una vida normal. Porque si lograr salir de algo así no es fácil, superarlo lo es menos. Lo sabe bien la joven: "Mi vida quedó destruida desde el momento en que me captaron", sentencia.
Vidas destruidas que se suman a las de todas las mujeres y niñas sometidas a explotación sexual. Una lacra que sufren, según el último Informe Mundial sobre Trata de Personas, de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), 0,37 mujeres de cada 100.000.