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Semana Mundial de la Lactancia Materna

Culpa y presión social, la otra cara de la lactancia materna: "Sientes que si no das teta no eres buena madre"

  • Algunas madres no pueden amamantar por diversas problemáticas, mientras que otras deciden no hacerlo
  • Ambas, sin embargo, suelen sufrir similares prejuicios y presión social que pueden afectar a su salud mental

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Una mujer da el pecho a un bebé en una imagen de archivo
Una mujer da el pecho a un bebé en una imagen de archivo

La lactancia materna es conocida por sus múltiples beneficios, pero también por no ser siempre un camino de rosas. La falta de conciliación laboral, las dificultades físicas o psicológicas o la desinformación que existe en torno a ella son solo algunos de los motivos por los que muchas madres no pueden y/o eligen no dar el pecho. Mujeres que, sean cuales sean sus razones, en numerosas ocasiones deben enfrentarse a prejuicios, comentarios hirientes sobre su crianza e incluso una gran presión social.

“Te satanizan. Sientes que si no das teta no eres buena madre”, asegura al respecto Daniela, que dio a luz apenas hace dos meses. Su pequeña vino al mundo de forma prematura y cuenta que las primeras semanas en el hospital fueron especialmente difíciles. Tenía grietas muy dolorosas en los pezones, la leche no le subió hasta más de 20 días después y le hacían creer que "todo lo estaba haciendo mal". Unas circunstancias en las que se sintió especialmente sola y que han contribuido a su depresión posparto. “Te echan la culpa a ti”, lamenta.

Luchan contra el qué dirán

También la enfermera pediátrica y consultora de lactancia certificada (IBCLC) Yolanda Vélaz Muñoz reconoce que muchas madres "luchan contra el qué dirán", sobre todo cuando han apostado por dar el pecho "y finalmente no lo consiguen". A esta batalla se le suma en numerosos casos la autoexigencia de las propias mujeres al comparar, por ejemplo, cómo fue la lactancia de sus distintos hijos o la de otras madres allegadas. Pero "cada circunstancia es única", y debe recordarse que lo verdaderamente imprescindible para los menores es "que sus madres sean felices".

En plena Semana Mundial de la Lactancia Materna, además, Muñoz recuerda que más allá de "respetar a las que no quieren", se debe garantizar igualmente que sí puedan dar el pecho las que así lo desean, un objetivo complicado en un mundo en el que más de 500 millones de mujeres trabajadoras no se benefician de prestaciones de maternidad básicas y otras personas, padres o madres, carecen de acceso a formación e información sobre crianza.

Una decisión personal "que debe ser respetada": "El motivo es lo de menos"

La decisión de dar o no el pecho no es sencilla. Múltiples factores y circunstancias pueden influir en no practicar la lactancia materna, como las malas experiencias previas por dificultades como la mastitis, el miedo al dolor o el temor a no tener suficiente leche. También pueden observarse otras diversas razones que van desde la incompatibilidad con el estilo de vida o con el trabajo hasta problemas físicos muy raros tales como hipogalactia.

Según la presidenta de la Asociación Española de Doulas, Bea Fernández, los motivos más comunes suelen ser los temores y el contexto personal. Fernández pone como ejemplo la historia de una de las madres a las que ha acompañado tanto en el embarazo como en los meses posteriores al parto, quien, después de prepararse a conciencia para dar el pecho tras una lactancia difícil con el primero de sus hijos, eligió tampoco continuar amamantando al bebé cuando tenía alrededor de un mes. "Decidió que la lactancia no era su camino porque sentía que podía disfrutar mucho más de sus dos hijos sin ella", explica la doula.

Por su parte, la enfermera pediátrica Yolanda Vélaz hace énfasis en la existencia de dos grupos de madres, ambos totalmente válidos y suponen "una decisión personal que debe ser respetada". Se trata de aquellas que deciden no dar el pecho antes del parto o después "por el motivo que sea" y las que sí desean dar de mamar, pero distintas dificultades se lo han impedido causándole gran frustración. En muchas ocasiones estos obstáculos pueden ser superados con ayuda profesional y con mayor formación, agrega la sanitaria.

En cualquier caso, "el motivo es lo de menos, todos son lícitos", defiende la secretaria de la Asociación Española de Psicología Perinatal, Rita Asuar. Lo importante, continúa, es que la mujer tome la determinación "sin presiones de su entorno ni sociales y con toda la información necesaria basada en la evidencia". Algo que desafortunadamente no sucede en demasiadas ocasiones.

Nueve de cada diez madres se sienten juzgadas

Los juicios ajenos hacen que la maternidad esté relacionada en muchas ocasiones con el sentimiento de culpa. De acuerdo con el estudio No eres menos madre del Club de Malasmadres y Danone, nueve de cada diez mamás se sienten juzgadas, y en ocho de esos casos por personas de su entorno familias. En consecuencia, el 74% afirma sentirse culpable por no ser "la madre perfecta".

"La gente no se pone en tu lugar", lamenta Daniela. Esta madre de una bebé de dos meses sufrió preeclampsia y dio a luz inesperadamente con un mes de antelación, lo que hizo que la pequeña tuviese que pasar hospitalizada unos 20 días y que durante ese tiempo no pudiese amamantar por no haberse producido la subida de la leche. Con las hormonas y la preocupación a flor de piel, Daniela sufrió múltiples comentarios hirientes que marcaron el inicio de su maternidad.

Cada dos horas le despertaban para "dar la teta" mientras ella lloraba al ver que no podía alimentar a la bebé, pero en lugar de encontrar palabras de confort halló instrucciones confusas y modales "bruscos". "Recién parida, te dicen que lo estás haciendo mal, que es tu culpa, y nadie te ayuda", recuerda. Se vio tan necesitada, continúa, que llegó a contratar a un médico privado para que fuese a su hogar y le explicase de forma asertiva cómo mejorar su situación.

La hija de Daniela salió del hospital tomando leche de fórmula por su bajo peso y, una semana después, su madre pudo amamantar. Desde entonces mantiene la lactancia mixta, aunque ha continuado recibiendo prejuicios y consejos no solicitados. "Cada vez que vas al médico lo primero que te preguntan es por qué das lactancia materna mixta", cuestión tras la que suelen insistirle en dejar la fórmula sin interesarse por sus circunstancias, asegura. Y cree que esto es mucho más frecuente para las madres migrantes como ella, nacida en Venezuela.

Depresión, estrés y otras consecuencias: "Nos tratan como a una vasija vacía"

Pero Daniela no se ha sentido únicamente juzgada y presionada en torno al tema de la lactancia materna, sino sobre el conjunto de la maternidad. "Todo el mundo cree que sabe lo que es mejor" para los bebés, olvidándose de los progenitores -especialmente de las madres- y de sus motivos para criar como lo hacen. Una vez dan a luz, "nos tratan como a una vasija vacía", lamenta la joven, quien ahora transita por una depresión posparto avivada por el maltrato. Su experiencia fue tan mala que ahora rechaza medicarse para no tener que dejar de amamantar, entre otras razones.

La maternidad y la crianza están cargadas de juicios, reconoce igualmente la psicóloga y psicopedagoga Rita Asuar. Y el caso de la no lactancia "es un claro ejemplo" de ello. "Aunque por suerte cada vez tenemos más información de sus beneficios, esto implica que se tienda a opinar y a preguntar sobre los motivos", pero, advierte, "tiene que quedar bien claro" que dar el pecho es lo más positivo para el desarrollo del bebé solo cuando no se produzcan dificultades que terminen generando niveles de estrés. Entre otras problemáticas, los comentarios "pueden repercutir en la autopercepción de la mujer en su rol como madre, cuestión que puede llevarla a dudar de su capacidad para la crianza e incluso a sufrir ansiedad".

Se me rompió el alma

"A mí se me rompió el alma cuando no pude hacer lactancia materna" por motivos de salud, admite en la misma línea la formadora de doulas Bea Fernández. Por ello, dice, conoce de primera mano "la lucha interna" que sufren muchas madres que no pueden seguir amamantando o incluso las que deciden no hacerlo. "Llegan a sentirse menos valiosas, en general suelen pasar por un duelo si tienen que renunciar a dar el pecho", explica a RTVE.es.

Para evitar todas esas consecuencias, las expertas consultadas apuntan sobre todo a la empatía del entorno y a la creación de una comunidad que apoye la crianza. No obstante, insisten en que también es imprescindible mejorar las condiciones laborales y la información a la que pueden acceder los futuros progenitores. Formación que puede ayudar a estar preparados ante los juicios, a no tener miedo de pedir ayuda o a entender que, se tome la decisión que se tome sobre la lactancia u otros aspectos, será la mejor. "No estáis rotas, no sois malas madres", concluye Fernández.