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El paisaje desolador seis meses después del terremoto en Turquía y Siria: "Hablamos de supervivencia, no de mejoras"

  • En ambas regiones más de tres millones de personas siguen desplazadas
  • Los seísmos, los peores en un siglo, causaron la muerte de más de 56.000 personas

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Campo de desplazados en la ciudad de Salqin, en la región de Idlib, en la frontera con Turquía
Campo de desplazados en la ciudad de Salqin, en la región de Idlib, en la frontera con Turquía

Cuando el pasado seis de febrero la tierra tembló en Jindires, Siria, la vida de Darya se volvió a paralizar. Ella ya sabía lo que era eso. Cuatro años antes tuvo que salir corriendo de su hogar al dejar atrás un Alepo bombardeado para empezar de cero en Jindires.

"Sobrevivimos a una guerra para malvivir entre los restos de un terremoto", cuenta a RTVE.es desde el campamento de desplazados internos en Barmaya donde ahora vive. Aquella fatídica noche de hace seis meses ella no era consciente de qué estaba pasando. "Solo cogí a mis hijos y por instinto salí corriendo de casa", detalla la mujer.

Pasaron una noche en la ciudad sin saber hacia dónde escapar esta vez, hasta que al día siguiente emprendieron la ruta: "No sabía a dónde podíamos ir, pero allí ya no quedaba nada", cuenta. Era la segunda vez que se veía obligada a dejar atrás una ciudad destruida, cuando solo buscaba estabilidad.

Durante esos cuatro años, Jindires le había devuelto cierta normalidad que, como en muchos otros puntos del norte de Siria y sur de Turquía, quedó reducida a escombros tras los terremotos. Unos seísmos que dejaron más de 50.000 muertos en el lado turco y 6.000 en el lado sirio, además de miles de heridos y millones de desplazados.

A día de hoy, en ambas regiones tres millones de personas siguen fuera de sus hogares. Una situación especialmente crítica en Siria, donde "los 180.000 desplazados por el terremoto se han sumado a los dos millones de personas de la región que ya vivían en condiciones difíciles y precarias debido a los 12 años de guerra", matiza a RTVE.es el coordinador de Médicos Sin Fronteras en el norte de Alepo, Enrique García.

"Una crisis sobre otra crisis"

Como Darya, muchos sirios sabían lo que era llevar la vida a cuestas. Pero eso no mitigó este nuevo golpe. "Fue una crisis sobre otra crisis", resume la jefa de comunicación de UNICEF Siria, Eva Hinds.

No solo los desplazados, en Siria millones de personas siguen pagando las consecuencias de los devastadores seísmos. "Calculamos que aproximadamente 8,8 millones de personas, entre ellas 3,7 millones de niños, siguen necesitando ayuda humanitaria urgentemente", matiza Hinds.

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En un país que a duras penas mantenía servicios básicos como la educación o la sanidad, el terremoto sigue suponiendo un duro golpe seis meses después. "Hay algunas estimaciones sobre el valor total de los efectos del desastre si se combinan los daños y las pérdidas, y esas estimaciones indican que se trata de miles de millones", detalla la portavoz de UNICEF.

Estimaciones que cifran en más de 2.000 las escuelas que siguen afectadas, en más de 95.000 los profesores afectados y en aproximadamente un millón los niños que han visto interrumpida su educación. En la infraestructura de agua y saneamiento, que ya estaba en muchos casos en mal estado antes del terremoto, el daño ha ido a peor. Y, "todo sigue igual meses después", sentencia Hinds.

Contexto que impide "pensar o trabajar a largo plazo" en las calles sirias afectadas por el terremoto. Calles que recorrió Hinds hace apenas unos días sin señal alguna de mejora, solo señales de colapso y destrucción: "Solo hablamos de supervivencia, pero no podemos hablar de mejoras", incide la experta.

La crudeza de los campos de desplazados

Con esas calles todavía devastadas, muchos sirios permanecen en los campos de desplazados. Y allí la situación tampoco es fácil.

"Además de los problemas sanitarios y humanitarios existentes en Siria, existe un preocupante patrón de incendios en los campos de desplazados internos, con alertas casi diarias", cuenta a RTVE.es el coordinador de Médicos Sin Fronteras en el norte de Alepo, Enrique García.

A eso se suma el número de casos que atienden desde organizaciones como MSF por determinadas afecciones, como diarrea o mordeduras de animales, que aumentan durante los meses de verano en esa zona de Siria.

Pero la peor parte son los traumas que cargan los allí presentes. Niños y adultos que han periodo seres queridos, que han perdido todas sus pertenencias, que recuerdan hora tras hora como a sus espaldas se derrumbaba todo.

"Se han enfrentado a un gran trauma, a una experiencia muy traumática, teniendo que pasar por todo lo que implicó el terremoto. Y, por supuesto, esto ha sido mucho más grave en los niños", explica la directora nacional de la oficina de respuesta para Siria de Save The Children, Rasha Muhrez.

Niños que seis meses después siguen luchando contra sus demonios, como la hija de Hafsa que estuvo atrapada 72 horas bajo los escombros y todavía hoy es incapaz de dormir una noche sin tener pesadillas. "Grita pensando que sigue bajo los escombros", cuenta a RTVE.es Hafsa.

Granitos de arena tapando montañas de ruinas

Pero la situación en el otro lado de la frontera tampoco es mucho mejor. En Turquía el paisaje también es desolador: edificios en pie rodeados de edificios destrozados o a medio camino entre la ruina y la resistencia, chocan con los muchos campamentos de desplazados en los que los turcos han empezado a vivir su día a día.

"Las necesidades han sido mucho mayores de lo esperado", relata el responsable de enlace de Acción contra el Hambre Turquía, Faranarz Hashtarkhani. "Todavía hay muchas personas que no han recibido ningún tipo de ayuda, están esperando el apoyo de otras empresas u organizaciones internacionales y también del gobierno", continúa Hastarkhani.

Ante una catástrofe a la que no es fácil hacerle frente. "890.000 edificios necesitan ser reconstruidos o reparados a lo largo de las 11 provincias afectadas, es un esfuerzo de reconstrucción monumental, ya que además en algunas zonas, los hospitales, las escuelas y otras infraestructuras están dañadas y muchas de ellas siguen siendo inaccesibles", explica el director de relaciones exteriores de Save the Children Turquía, Oben Çonban.

En Turquía, las estimaciones apuntan a más de 200.000 millones de dólares para reconstruir todo el país. Pero no solo eso. Con 45 grados, las "dificultades relacionadas con la higiene, la limpieza y el saneamiento se han duplicado o triplicado", explica Çonban. Lo que se traduce en un mayor número de enfermedades, entre los afectados y los trabajadores humanitarios.

Trabajadores humanitarios, como el equipo de ACH, que tratan de poner el foco también en necesidades olvidadas como la salud mental de los desplazados o el apoyo a madres lactantes en los campos de desplazados.

En ambos lados de la frontera son muchos los granitos de arena que intentan devolver algo de normalidad a la vida cotidiana de los afectados, pero también siguen siendo muchas las montañas de ruinas que dejaron los terremotos. Montañas que, desgraciadamente, no parece que vayan a desaparecer pronto.