Pasar el verano entre deberes, un debate más allá de la escuela: "Muchos padres no saben qué hacer con los niños"
- Los expertos defienden que ayudan a seguir con una rutina, pero advierten de múltiples consecuencias
- Frente a tareas que pueden causar abandono escolar, plantean alternativas como los campamentos
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Los deberes no siempre acaban con el cierre de los colegios en verano. En España, uno de los países de la OCDE que más tareas escolares manda durante el curso, las vacaciones de algunos niños también están marcadas por cuadernillos y actividades propias de la escuela. Una circunstancia que, mientras que no gusta a todos los padres y profesores, otros la recomiendan activamente.
“Mandar deberes en verano es una incongruencia”, defiende el colaborador del centro de Innovación y Desarrollo Docente Toni García. Este tutor considera que los menores merecen un descanso de calidad después de haberse esforzado durante todo un curso "exigente" tanto a nivel emocional como intelectual, pero reconoce que su opinión no la comparten todos los profesores. “Es un debate bastante dividido, diría que la mitad está a favor y la otra mitad en contra”, sugiere a RTVE.es.
La diversidad de opiniones también se da entre los progenitores. Ya sea por falta de tiempo o de ideas, “muchos padres no saben qué hacer con los niños”, así que optan por pedir a los docentes que les envíen deberes para “mantenerlos ocupados”. Otros, sin embargo, llevan años luchando por acabar con las tareas escolares incluso durante el periodo académico.
En esa línea, la portavoz de la Confederación Andaluza de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (Confedampa), Pepi García, apunta que hacer deberes en época estival supone especialmente una “sobrecarga” innecesaria para los menores. “Lo único que hace es quemarlos y destruir la ilusión por volver al colegio en septiembre”, mientras que considera que los niños deberían pasar ese periodo del año "jugando, desconectando, aburriéndose y divirtiéndose”.
“Los niños hoy día no están teniendo la infancia que merecen“
Hay quienes, además, afirman que tras la continuación de los deberes en verano se esconden problemáticas mayores como la precariedad laboral, la difícil conciliación y la ausencia de recursos de ocio infantil y adolescente ante, por ejemplo, la lista de espera de algunos campamentos gratuitos. En un mundo en el que los niños apenas salen ya a las calles “porque se han convertido en peligrosas” y en el que muchos pequeños vuelven del colegio a una casa “donde nadie les está esperando” porque sus padres trabajan durante todo el día, las tareas escolares pueden no ser más que una tirita, opina el docente García.
El lado "bueno" de los deberes en verano
En cualquier caso, y pese a que la carga de deberes se ha venido reduciendo en la última década, aun muchos padres y profesores defienden la necesidad de encargar tareas escolares durante el verano. Entre los beneficios más comunes que enumeran para justificarlos se encuentran su ayuda para reforzar lo aprendido en el aula, la promoción de hábitos de estudio y el fomento de las capacidades de organización y gestión de su propio aprendizaje, generando una gran sensación de responsabilidad.
Aunque la coordinadora nacional del Defensor del Profesor del sindicato ANPE, Teresa Hernández, cree que la mayoría de los efectos de las tareas escolares en verano son negativos, también sugiere que estas pueden ayudar a los niños y adolescentes a mantener una rutina saludable. "A lo mejor dedicar un tiempo a los deberes sirve para que no se levanten a la una de la tarde o se acuesten a las dos de la mañana", ejemplifica.
Los docentes preguntados por RTVE.es recuerdan igualmente que en la mayoría de los casos son los propios padres quienes solicitan que se les receten deberes "para tener a los menores entretenidos", sobre todo en edades tempranas de infantil y primaria. "Los padres están muy preocupados por el abuso de las pantallas", lo que es difícil de controlar cuando ellos no están en casa y a lo que podrían ayudar igualmente las tareas escolares.
"Los deberes por sí mismos no son malos", recuerda en la misma línea el presidente de la Asociación Profesional de Pedagogos y Psicopedagogos de Galicia (Apega), José Manuel Suárez. Considera que son, de hecho, una buena forma de repasar tanto los conocimientos previos como los adquiridos en clase. Pero él no recomienda su continuación en las vacaciones estivales, pues entiende que hay diversas formas más atractivas de continuar aprendiendo en este periodo del año, como por ejemplo a través de la lectura o de actividades creativas. Una opinión que comparten todos los entrevistados.
Estrés, ansiedad, abandono escolar y otras posibles consecuencias
"Sentarse a hacer un cuadernillo de ejercicios no es la mejor opción", apostilla Hernández. Esta sobrecarga de tareas escolares poco "motivadoras" pueden contribuir desde al desarrollo de estrés y ansiedad hasta al abandono escolar temprano, a las desigualdades entre los alumnos y a los conflictos familiares, según la cantidad de las mismas y los apoyos con los que cuenten los niños. "Imagina que a un trabajador que lleva todo el año currando como una bestia le dices que en verano va a tener que seguir trabajando. Eso es lo que le estamos haciendo a los niños", protesta también la portavoz de Confedampa, Pepi García.
Por descansar un par de meses "mal contados", García entiende que los menores no van a olvidar lo asimilado durante el curso académico. Para seguir aprendiendo, además, asegura que se vuelve indispensable "desconectar". Tras su afirmación se encuentran datos como los de la OMS, organización que en su informe Growing up unequal vincula el estrés relacionado con la escuela con problemas de salud como dolores de cabeza, abdominales, de espalda y mareos. Dificultades que podrían sufrir en España el 55% de las chicas de 13 años y el 53% de los chicos.
Asimismo, y como señala el docente Toni García, enviar deberes en verano puede contribuir a aumentar las desigualdades entre los estudiantes, pues no todos los padres pueden dedicar el tiempo necesario a supervisar las tareas ni tienen los conocimientos suficientes para explicar las mismas a los menores. "Hay alumnos que no tienen un entorno estable y equilibrado en el que poder hacer los ejercicios", añade al sugerir que especialmente ellos podrían entenderlos como un "castigo". "Al final acaban cogiéndole manía al colegio", descontento que puede provocar que terminen abandonando los estudios.
Pero, además, el presidente de Apega recuerda que las tareas escolares en vacaciones van en contra de la "necesidad humana" de aburrirse. "Es lo más natural del mundo", aunque muchos padres "no acaban de entender que los niños tienen que aburrirse, el aburrimiento es una acción previa a una motivación nueva. Quien no se frustra nunca empieza nada", afirma. Ante ese sentimiento surge la creatividad, la resolución de problemas e incluso la conexión con los otros.
Alternativas a los deberes para "la infancia que merecen"
Como tienen tanto beneficios como posibles perjuicios, hay quienes recomiendan establecer un equilibrio entre la realización de deberes y el tiempo de ocio durante las vacaciones. Desde el centro de Innovación y Desarrollo Docente, por ejemplo, apuestan por unas tareas dirigidas a la creación de hábitos, personalizadas, prácticas, con una dificultad adecuada y con frecuencia semanal en lugar de diaria. No obstante, para otros muchos expertos la solución no pasa por ajustar los deberes, sino por cambiarlos por actividades más motivadoras.
Leer, convivir con amigos, hacer experimentos caseros en familia, jugar a juegos de mesa, participar en campamentos y colonias urbanas o acudir a los eventos para menores que celebran muchos ayuntamientos son algunas de las ocupaciones que se aconsejan en verano. "Cuesta trabajo porque hay que organizarlas y pensarlas", sobre todo si están dirigidas a adolescentes, los más exigentes, pero Hernández asegura que merece la pena el esfuerzo. Incluso acciones tan "simples" como compartir las comidas con los niños considera que pueden ser grandes momentos de aprendizaje.
“Prácticamente no salen a las calles y lo vemos como algo normal“
"El cerebro es un músculo y hay que seguir trabajándolo, pero socializando", insiste la profesora. Comparte su punto de vista el también docente Toni García, quien destaca que esa parte crucial de la educación se está perdiendo en una sociedad en la que la conciliación familiar brilla por su ausencia y en la que se utiliza la escuela como "un lugar donde guardar a los menores mientras los padres trabajan". "Están siendo criados por internet, prácticamente no salen a las calles y lo vemos como algo normal", reprocha.
García asegura que muchos niños y adolescentes están creciendo sin apegos emocionales ni relaciones interpersonales de calidad, en soledad y con una vida estresante plagada de exigencias. "No están teniendo la infancia que merecen", añade, y por ello, aunque el debate de los deberes en verano es necesario, entiende que nos encontramos ante una problemática mayor, la de la falta de derechos de los menores. La solución entonces no pasa exclusivamente por eliminar las tareas escolares. "Tenemos que dejar de normalizar que un niño esté desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde en un centro educativo y exigir a las empresas que asuman su responsabilidad" para conseguir una crianza de calidad. Crianza que, al fin y al cabo, repercute en el conjunto de la sociedad. Los niños son el futuro.