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El mar y la luz de Sorolla en 12 exposiciones para el final del verano

  • En el "Año Sorolla" aún permanecen abiertas numerosas muestras sobre el pintor valenciano
  • Proyecciones inmersivas, coleccionismo internacional y hasta viajes en tren son algunas de ellas

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'Verano', 1904, Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba. Joaquín Sorolla
'Verano', 1904, Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba. Joaquín Sorolla

Pocos artistas aglutinan tanto consenso en torno al éxito como Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia,1863-Madrid,1923). Despegó su carrera cosmopolita con buen olfato y ha dejado un prolífico legado de más de 5.000 pinturas en una marca creativa difícil de igualar. Emerge en primer plano en la celebración del año de su centenario donde decenas de exposiciones, en Valencia, Madrid, Dinamarca o EE.UU., se asoman a facetas más difuminadas de su vida y obra.

Desde sus orígenes como estudiante ambicioso en concursos de arte, su desconocida etapa volcado en el realismo social, sus retratos por encargo a personalidades como Pérez Galdós o Blasco Ibañez, el interés por la moda, las marinas que le bañaron de gloria o el titánico trabajo crepuscular de los murales sobre la regiones de España.

La “belleza sensorial” de las escenas de playa del “pintor del Mediterráneo” son solo una suerte de cliché de un creador infatigable-no paraba de bosquejar en sus cuadernos para atrapar el momento-empecinado en el trabajo de campo para aprehender la esencia vital del paisaje, optimista irredento y enamorado de su familia.

"Hay que pintar deprisa, porque cuánto se pierde, fugaz, no vuelve a encontrarse", rezaba uno de sus mantras que da la medida de su perfeccionismo aunque también sumó detractores: estaba enfrentado a las camarillas impresionistas a cuyos miembros tildó de vagos, ellos, por su parte, le afeaban su perfil "comercial" de triunfador en los negocios y Pío Baroja le etiquetó de "frívolo y roñoso".

Con permiso del omnipresente Picasso, el "Año Sorolla" permite bucear en su herencia artística con muestras que todavía permanecen abiertas aunque la estela se alarga hasta citas agendadas en 2024. A continuación algunas de las exposiciones destacadas para un cierre veraniego en compañía de Sorolla.

Manuel Vicent, Sorolla y la pasión por el mar

El Museo de Sorolla en Madrid (P.º del Gral. Martínez Campos, 37), donde se hallan las obras maestras íntimas que nunca salieron del hogar familiar que compartió con su mujer Clotilde y sus cuatro hijos, es el epicentro del homenaje al pintor.

Acoge una de las muestras más originales del calendario, En el mar de Sorolla con Manuel Vicent (hasta el 2 de septiembre): un comisariado literario en torno a la obra del artista a cargo del escritor castellonense Manuel Vicent (Son de mar, Tranvía a la Malvarrosa).

Vicent plantea un recorrido poético y visual a través de una cuidada selección de 50 lienzos de los fondos permanentes, de las cuales 12 se exponen al público por primera vez. "Sería para venir bien equipado con traje de baño y una cesta con viandas porque es la alegría de vivir y gozar", señala el novelista en una identificación con la joie de vivre de Sorolla.

Las pinceladas de las olas escurridizas y el color derramado en la arena abren una nueva veta a través del relato literario enhebrado al Mediterráneo. Manuel Vicent emerge a los personajes clásicos del relato Sorolla como pescadoras o marineros y se acerca a la estética luminista del maestro. Pura vitalidad en una fusión entre arte y libros.

Manuel Vicent escoge 50 obras de Sorolla para una exposición en la que dialogan la pintura y la escritura

La casa museo también acoge en una prórroga hasta el 3 de septiembre ¡Sorolla ha muerto! ¡Viva Sorolla! que traza los últimos años de su existencia y que desvela la enorme repercusión social y cultural que tuvo su muerte en plena cumbre de su fama como ídolo popular: una multitud despidió al cortejo fúnebre por las calles de Valencia y la familia recibió las condolencias de Alfonso XIII.

Sorolla murió a los 60 años el 10 de agosto de 1923, fecha en la que conmemoramos el aniversario de su centenario. En la selección de la capital se expone el Retrato de Mabel Rick, Señora de Pérezde Ayala, su última obra, que dejó inacabada tras sufrir una hemiplejia que lo apartó de la pintura o la máscara funeraria que el escultor y amigo personal Mariano Benlliure realizó en su lecho de muerte.

Paisajes veraniegos, viajes y luz inmersiva

En el Palacio Real de Madrid también se ha prolongado hasta el 24 de septiembre otro de los éxitos de la temporada: Sorolla a través de la luz. Una inmersión inédita en la que 24 obras originales dialogan con recreaciones digitales, como una sala sensorial y otra de realidad virtual donde no faltan señas de identidad como los jardines, que él mismo diseñaba y luego pintaba, y los niños correteando en un espectáculo de imagen y sonido con la luz como eje.

Y mas experiencia inmersiva con Sorolla, una nueva dimensión en la Base de La Marina de València con sesiones interactivas de 90 minutos para adentrarse en el contexto pictórico del siglo XIX .

"Sorolla, una nova dimensió", una muestra inmersiva en Valencia para descubrir la vida y obra del pintor EFE/Ana Escobar

El Museo del Greco ha inaugurado este verano Viajar para pintar. Sorolla en Toledo (hasta el 23 de octubre), primera exposición del valenciano en el museo, que ofrece al visitante un conjunto de paisajes de diferentes puntos de vista de la ciudad que bosquejó al aire libre durante sus estancias de 1906 y 1912 acompañado de su familia.

Sorolla llegó a Toledo en busca de la musa y el resultado son obras de perspectiva fotográfica con largas pinceladas aguarrasadas; mientras los Reales Alcázares de Sevilla acogen hasta finales de año sus pinturas de los jardines hispalenses.

Viajar para pintar hace parada en seis ciudades donde derramó su arte: San Sebastián, Toledo, Valladolid, Sevilla, A Coruña o Mallorca para confrontar piezas originales con los lugares de creación al natural.

Y una pizca más de oleaje porque precisamente en Mallorca plasmó sus últimos cuadros del Mediterráneo en 1919. En un mes de agosto vacacional se prendó de la maravillosa Cala de San Vicente y contactó con un grupo de intelectuales y artistas de la isla. El Museo de Mallorca exhibe estas marinas creadas un año antes de su muerte.

Trabajando en el cuadro "Tipos de Soria", en los Altos de la Ermita del Mirn, 1912. Aurelio Rioja de Pablo.

Los veranos de Sorolla, en la Fundación MAPFRE de Madrid, se sumará a partir del 21 de septiembre al estallido luminiscente. Una oportunidad para observar la fusión entre costumbrismo y modernidad en la evolución de la idea de estío. Destacan las obras de la playa del Cabañal en Valencia o los relajados veranos de la burguesía en el Cantábrico (el pintor veraneó durante décadas en San Sebastián).

Sorolla también viaja en tren y una exposición temporal de cien reproducciones fotográficas a bordo del AVE Madrid-València (hasta el 30 de septiembre) enfocan la faceta más viajera del artista en una muestra de Renfe, el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla.

Las imágenes diseminadas en puntos clave de los vagones abarcan todas las etapas vitales: desde sus estudios en Madrid con 19 años copiando a su idolatrado Velázquez a su labor más característica como pintor plenairista o al aire libre.

Valencia rinde homenaje con joyas poco vistas

La ciudad natal del pintor se ha conjurado para rendirle homenaje con una cascada de muestras y actividades. Una de las citas imprescindibles por excepcional es la exposición del Museo de Bellas Artes (c/ de Sant Pius V, 9), que ahonda en el fervor coleccionista del industrial y mecenas asturiano Pedro Masaveu Peterson por “la pintura de pincelada fluida e interés por la captación por la luz” de Sorolla.

La Masaveu es la mayor coleccion privada del autor en nuestro país y la tercera en cantidad y calidad en el mundo tras el Museo Sorolla y la Hispanic Society de Nueva York. Desembarca con sus 46 obras maestras en formato singular con paneles de cristal, que simulan la suspensión en el aire de los cuadros circundados por "un aura mágica".

Entre las joyas poco vistas de los riquísimos fondos Masaveu: El mamón (1894), Cosiendo la vela (1904), La familia de don Rafael Errázuriz Urmeneta (1905) y Mi mujer y mis hijas en el jardín (1910).

'Mi mujer y mis hijas en el jardín', 1910. Sorolla. Colección Masaveu Foto: Marcos Morilla

El valenciano también se atrevió con otras artes además de la pintura, y esto es lo que nos propone Sorolla y la cerámica, en el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí. Piezas de sus años crepusculares disfrutables hasta septiembre de 2023.

La ciudad de los artistas. Joaquín Sorolla y un Palacio de Bellas Artes para Valencia, en el Museo de la Ciudad de Valencia muestra los proyectos del pintor, y de otros artistas valencianos, para crear una colonia de creadores en los márgenes de las instituciones académicas de su tiempo en un gesto atípico.

La Fundació Bancaixa de Valencia presenta Sorolla en negro, tras pasar por Madrid donde superó la cifra récord de 100.000 visitantes. Su objetivo: mostrar el poso que el color negro ha tenido en la obra del pintor famoso por el brillo de su paleta. Cerrará sus puertas el próximo 10 de septiembre.

No recomendado para menores de 7 años Informe Semanal - Los colores de Sorolla - ver ahora
Transcripción completa

Sorolla dibujó y le sacó los colores al Mediterráneo.

En las playas valencianas del Cabañal y la Malvarrosa

se le recuerda, un siglo después de su muerte,

como si todavía siguiera fijando en sus lienzos

las tonalidades del blanco, los vibrantes azules,

las sombras violetas, los ocres intensos

y los verdes agua.

No quiso ser otra cosa que pintor, trabajó como un titán

y fue un artista superdotado y tenaz.

Vio la luz,

la luz que con tanto afán reflejaría en sus cuadros, a mediados del XIX,

el siglo en que murió Goya y nació Picasso.

Joaquín Sorolla Bastida nació en Valencia en 1863,

En el Museo de Bellas Artes de Valencia

se ha visto la exposición "Orígenes"

donde se muestran los primeros cuadros del pintor:

paisajes, retratos y bodegones como este,

considerado su primer cuadro.

En sus años de formación

quedó reflejado su interés por los clásicos,

sobre todo por Velázquez.

Sus cuadros más importantes de esta época de formación

son un lienzo sobre el 2 de mayo de 1808,

del que aquí se ven varios bocetos

y sobre todo "El grito del Palleter",

por el que obtendría una beca para formarse en Roma.

-Desde el primer momento en el que empieza a pintar,

se percibe automáticamente que es un genio.

Es un superdotado de la pintura

que tiene unas enormes capacidades innatas.

Eso sí que se van a ir acatando conforme aprenda

y absorba de todos aquellos con los que se va cruzando.

Desde su primer maestro, Capuz, en la Escuela de Artesanos,

al contacto con Ignacio Pinazo o con Gonzalo Salva,

y también a través de su viaje a Roma y después a París.

Pero Joaquín Sorolla, el genio, es ya un genio cuando tenía 15 años.

Hasta finales del siglo XIX, Sorolla realiza una serie de obras

Joaquín Sorolla Bastida nació en Valencia en 1863,

en el número 4 de la Calle Nueva, hoy calle de Las Mantas.

Sus padres murieron cuando él solo tenía dos años.

Fue acogido, junto con su hermana de un año, por sus tíos.

En el colegio no atendía a las Matemáticas ni a la Lengua,

y se entretenía dibujando;

y con 15 años lo matricularon en la Escuela de Bellas Artes

de Valencia.

Muy pronto conoció al fotógrafo Antonio García

que sería importante en su faceta artística y en su vida,

porque acabó siendo su suegro.

-Fue un amante absoluto de la familia

que sufría cuando tenía que quedarse en casa porque no podía pintar fuera

y que cuando estaba fuera

estaba deseando volver a casa para estar con los suyos.

Hasta finales del siglo XIX, Sorolla realiza una serie de obras

de clara intención social y narrativa,

como "Trata de blancas",

o "Aun dicen que el pescado es caro",

donde se ven coincidencias

con las novelas de su paisano y amigo Vicente Blasco Ibáñez,

o el extraordinario cuadro "Triste herencia",

premiado en la Exposición Universal de París de 1900

y que puede verse en una exposición en la sede valenciana de Bancaja

hasta el 10 de septiembre.

-Hay un cuadro que a mí, desde luego,

me impresiona muchísimo, que es "Triste herencia".

Es un cuadro que cuando lo vi,

Ese bloque de niños que van con muletas,

eso es un prodigio de luz,

porque está dando la luz del atardecer sobre el mar

y entonces tiene unos anaranjados, unos ocres maravillosos.

Pero junto a eso está un fraile todo negro,

que ocupa casi

desde la parte superior del cuadro hasta la inferior.

Y aquello, aquello es un cuadro expresionista total.

En el Palacio Real puede verse hasta el 24 de septiembre

la exposición "Sorolla a través de la luz".

El pintor valenciano tiene una formación clásica

y conoce perfectamente el impresionismo,

que había empezado a desarrollarse en torno a 1860.

-Sorolla no es un pintor impresionista

con todas las de la ley, digamos,

pero es inconcebible sin el impresionismo.

Sorolla, la primera vez que vio los impresionistas en París,

en su primer viaje a París, muy jovencito,

se quedó muy desconcertado

porque él venía de una formación académica, ¿no?

Y de una insistencia en el dibujo

y de una temática tradicional.

Y le pareció que los cuadros impresionistas estaban

como sin acabar.

Sorolla, pasada esa impresión primera,

yo creo que asimiló muy deprisa los caracteres del impresionismo,

lo que pasa que él, en su pintura,

tiene aspectos muy diferentes de los impresionistas,

por ejemplo, él cuida mucho el dibujo.

Siendo un pintor de espectro temático muy variado,

Siendo un pintor de espectro temático muy variado,

no hay cuadros suyos más reconocibles que los de playa.

Verdaderos festines para la vista como "El baño del caballo"

o "La bata rosa", que el pintor decía que era su obra preferida.

-Hay un poeta, Espronceda, que dice la luna en el mar riela,

y a Sorolla le riela todo.

Cuando hay una barca allí abajo,

riela la sombra con unos toques de luz

y con unos movimientos de pincel.

Es que Sorolla tiene una fuerza increíble.

Y las pinceladas tienen un vigor, tienen una fuerza y una expresión.

No son pinceladas dadas, así como hacen luego los fauvistas

que son convencionales.

Para él, aquello está todo vivo y eso sí que es magnífico,

porque la pintura de Sorolla está viva,

viva y con unos contrastes extraordinarios.

Junto a los cuadros

en los que se refleja el esplendor y la alegría del baño,

hay otros que recogen el esfuerzo de los trabajadores del mar.

Sorolla siempre pinta a gente trabajando,

siempre haciendo algo, siempre o disfrutando o sufriendo.

Pero a la hora de disfrutar y de sufrir es una acción,

la acción de sufrir, es decir, la acción del gozar,

no una dinámica.

A Sorolla,

como a otros pintores de finales del XIX y principios del XX,

le fascina el color.

-El color experimenta unas grandes variaciones

en la pintura

en la época de fin de siglo,

como consecuencia de la utilización de los tubos industriales,

es decir, los artistas anteriores al impresionismo

fabricaban sus propios colores

y sus colores eran relativamente limitados.

Desde que se empezaron a fabricar los colores industriales,

empezó a desarrollarse una especie de fascinación por el color

y eso es algo que está presente en Sorolla y en otros artistas.

Es decir, hay ahí

una distorsión del color con respecto a la realidad,

porque hay una fascinación por el color mismo.

No le gusta pintar en el estudio,

de forma que siempre que le es posible, sale a la calle

y pone el caballete

delante de la escena que quiere reflejar en el lienzo;

incluso, los retratos, como el del rey Alfonso XIII,

prefiere hacerlos en exteriores.

-Él tenía claro

que a él lo que le gustaba era pintar al natural.

Esto es lo que él dice y lo repite y lo sigue repitiendo.

Para él, el natural es lo más bello y como dice, no es la pintura,

sino es el natural lo que es hermoso.

Entonces, él es un pintor

que lo que quiere es pintar lo que ve, lo que disfruta,

y evidentemente lo ve con su corazón,

con sus ojos y con sus colores.

Porque cada uno tenemos, además, una visión diferente.

Blanca Pons-Sorolla es la bisnieta del pintor

y la persona que con más dedicación se encarga de mantener su legado.

Sorolla vivió volcado hacia su familia

a la que pintó de manera reiterada.

Su mujer, Clotilde

le sirvió una y otra vez de modelo,

como sus hijas María y Elena, y su hijo, Joaquín.

Mientras estaba fuera de casa,

el artista le escribía constantemente a Clotilde

a veces hasta varias veces al día.

-Pintaba muy rápido.

Sí que es verdad que él miraba mucho

antes de ponerse a hacer la primera pincelada.

No son cosas que imaginemos,

sino que se las está contando a su mujer.

Entonces él, por ejemplo,

te dice cómo tiembla delante de esa enorme tela blanca

y pone la composición arriba y abajo,

a un lado y al otro,

y dice: "Eso es soñar con lo que puede ser.

Y cuando metes la primera pincelada, el sueño se ha terminado

y comenzamos con la realidad".

-Él decía siempre que hay que pintar deprisa

porque aunque estuviera todo quieto, la luz se mueve.

Y entonces, si quieres captar un momento de la luz

que te ha parecido particularmente interesante,

tienes que pintar muy deprisa para captarlo.

Entonces él solía tener siempre varios cuadros a medias

que iba pintando según las horas del día y tal,

y en muchos casos

los pintaba en una sola sesión al aire libre.

Entre las numerosas exposiciones del año Sorolla

está "En el mar de Sorolla",

que puede verse hasta el 17 de septiembre

en el museo Sorolla, en Madrid.

Fue aquí donde sufrió un ictus mientras pintaba a Mabel Rick,

la esposa de Ramón Pérez de Ayala.

Fue su último lienzo, que quedó incompleto.

Aunque por edad,

se emparenta con los escritores de la Generación del 98,

sus preocupaciones e intereses artísticos

discurren por caminos muy distintos a los de aquellos.

Pío Baroja, al que retrató,

se mostró reticente y crítico con la pintura del valenciano.

La obra de Sorolla tampoco agradaba demasiado a Miguel de Unamuno.

-Aunque la luz muy blanca siempre esconde una luz negra interior,

la luz siempre es optimista.

Frente a la España de la generación del 98, derrotista;

frente a la extraña estética de Zuloaga, oscura,

llena de caballeros, altos castillos,

nubes atormentadas de color morado, manolas.

Sorolla pinta el mar.

De lo que estamos hablando es del mar de Sorolla.

Y claro, el mar y la luz.

Pues siempre estás a favor.

El alma está a favor de esto.

En una línea clásica,

con influencias de Velázquez, Goya y el Greco,

Sorolla destaca como retratista.

En el Museo del Prado figuran una veintena de cuadros

que resaltan esta faceta del pintor,

entre ellos esta pintura de la célebre actriz María Guerrero,

de claro eco velazqueño.

Los retratados por Sorolla se cuentan por cientos,

entre personas relevantes de la aristocracia y la burguesía

y familiares y amigos del pintor.

-Es un retratista, efectivamente,

que mira hacia la gran tradición española retratista.

España es el país

en donde los retratistas tienen una fuerza extraordinaria.

Todos los grandes pintores españoles han sido grandes retratistas.

El Greco, Velázquez, Goya.

La pincelada larga, por ejemplo, herencia de Velázquez,

es un rasgo de estos retratos.

También el interés por captar el dinamismo, la instantaneidad.

Esto en parte, es herencia también de Velázquez.

Pero lo que pasa es que él, como pintor moderno,

lo resuelve de otros modos.

-Él, desde el principio, está convencido

de que para triunfar en la pintura

tiene que buscar esa pintura que lleva en su interior.

Y, sobre todo, que quiere triunfar.

Que quiere ser número uno y quiere ganar dinero.

No quiere simplemente hacer su pintura.

Y veremos que pasa.

Quiere estar en los salones importantes.

Quiere contactar con las clases altas

que le encarguen retratos que adornarán esos salones

y quiere codearse con la élite.

Sorolla fue un pintor tocado por el éxito desde muy joven

-La fortuna crítica de Sorolla ha sufrido muchos altibajos.

Evidentemente, el prestigio historiográfico de las vanguardias

ha hecho que Sorolla quedase relegado en gran medida,

sobre todo durante los años 50, 60, 70,

yo diría incluso del siglo, del siglo XX.

Fue la nueva reivindicación de la pintura en los años 80,

la pérdida del miedo a los temas de la identidad

que también renovaron, de alguna manera, la pintura.

Y a partir de los años 80

se ha observado una renovación de la obra de Sorolla

y del prestigio crítico de Sorolla.

Los últimos nueve años de su vida artística

los dedicó básicamente

a cumplir el contrato firmado con el magnate norteamericano

Archer Milton Huntington

para el que pintó "Visión de España",

14 grandes paneles que pueden verse

en la Hispanic Society de Nueva York.

-Es un proyecto titánico, hercúleo, que lleva,

lleva a cabo con éxito

y que hoy en día se puede ver en Nueva York.

Pero al que le puso el alma,

el alma y el físico, las dos, las dos partes.

Asumió un reto,

una de las producciones de las materializaciones más vastas

que puede ser estos grandes paneles, retratando la visión de España

y se dejó parte de la vida en ello.

En este empeño.

De hecho, sus últimos años ya son,

una vez que ha terminado la producción de los paneles.

Son años ya de reposo del guerrero.

Podemos decirlo en esta casa, en sus jardines.

Este palacete, en el centro de Madrid,

hoy museo Sorolla, fue la casa de sus sueños,

hecha a la medida de su gusto, y contiene sus recuerdos y afanes.

El pintor de la luz y del color pasó aquí, con su familia,

los últimos años de su vida.

Informe Semanal - Los colores de Sorolla - ver ahora

Estrella internacional

El Año Sorolla tiene un reflejo internacional muy marcado con la participación de la Hispanic Society of America (HSA) neoyorquina situada en el Alto Manhattan y que ha reabierto tras seis meses de reformas. El museo biblioteca simboliza el romance artístico con EE.UU. del pintor, que giró con éxito por el país en 1909 y 1911, y es “zona cero” del coleccionismo americano que también se expande hacia Dallas, San Diego, San Luis o Chicago.

La HSA fue fundada por el hispanista multimillonario Archer Milton Huntington, principal promotor de Joaquín Sorolla en norteamerica, y alberga los 14 paneles monumentales de Visiones de España. Además, la institución conserva 243 piezas del autor y este año exhibe obras cumbre como Saliendo del baño, Niños en la playa o Retrato de Louis Comfort Tiffany.

A finales de 2023, el museo Meadows de la ciudad de Dallas en el estado de Texas se suma al tributo con Sorolla en las colecciones norteamericanas comisariada por Blanca Pons-Sorolla, bisnieta del pintor.

Mientras que el Ministerio de Exteriores de España en Copenhague ha organizado Joaquín Sorolla, Light in Movement en la Glyptoteca (hasta septiembre de 2023). Una selección de quince "sorollas" junto a lienzos de artistas contemporáneos españoles como Miquel Barceló.

El Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana en Cuba expondrá 32 obras de sus fondos permanentes durante la segunda mitad de este año, fruto de la moda por el coleccionismo privado en la isla en el siglo XIX gracias a la celebridad de Sorolla. A este despliegue añaden una muestra inmersiva. Pura delicatessen para los visitantes que amen viajar, el verano y a Sorolla a través de los mares y el tiempo.

Imagen de la Galería Sorolla en la Hispanic Society of America HSA