Buñol se tiñe de rojo un año más en su tradicional y multitudinaria Tomatina
- El Ayuntamiento calcula que han participado unas 20.000 personas de todos los rincones del planeta
- Durante una hora se han lanzado unos 150.000 kilos de tomate de la variedad pera
Las calles del centro de la localidad valenciana de Buñol han vuelto este miércoles a teñirse de rojo con 150.000 kilos de tomates de variedad pera en su tradicional batalla a tomatazos, la Tomatina, su fiesta más tradicional e internacional, que un año más ha superado las expectativas de sus participantes.
La Tomatina, que se viene celebrando cada último miércoles de agosto desde 1945, transforma este pequeño municipio del interior de Valencia con una auténtica invasión de turistas.
Más de dos horas antes del inicio de esta incruenta batalla, donde las camisetas blancas han sido la prenda más habitual, la música ya se hacía notar por las calles del municipio, mientras la gente esperaba paseando y bailando, intentando coger un jamón en lo alto de una palo enjabonado o cogiendo fuerzas con generosos almuerzos.
La fiesta, cuyas imágenes dan la vuelta a mundo por televisión y redes sociales, ha comenzado a mediodía, con el lento desfile de seis camiones cargados con 150 toneladas de tomates -30 más que la cifra aportada este martes por la cooperativa que los provee- maduros y jugosos, no aptos para el consumo pero ideales como munición en esta "batalla" campal, en la que todos luchan contra todos a tomatazo limpio.
Un año más no han faltado las gafas de bucear, la mejor protección para los ojos contra el ácido de los tomates, en los miles de asistentes que ocupaban las calles.
Participantes de todo el mundo
En esta edición, que es la segunda tras la pandemia, el Ayuntamiento calcula que han participado unas 20.000 personas de todos los rincones del mundo. Según la alcaldesa de Buñol, Virgina Sanz, ha habido 2.000 participantes más que el año pasado, de dieciocho nacionalidades distintas.
Este año se ha visto a muchos ciudadanos de la India movilizados por una película de Bollywood, aunque también los había de Estados Unidos, Australia o Japón, entre otras nacionalidades.
En un ambiente puramente veraniego, el agua que llegaba desde balcones y terrazas y desde puntos en la calle con mangueras y cubos era bien recibida por los participantes, que no cesaban en la búsqueda de sus "víctimas" mientras chafaban las redondas armas antes de tirarlas para que estuvieran más blandas y no hacer daño.
Fiesta de Interés Turístico Internacional
Como marca la tradición, esta localidad a unos 40 kilómetros de València se ha transformado este último miércoles de agosto en la capital mundial del tomate con un festejo que, en 2002, fue declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional, que tiene gran repercusión mundial y que supone unos importantes ingresos en la provincia por el turismo que atrae.
Durante una hora, los tomates han "volado" en esta "guerra" que empezó casi por casualidad en 1945 de la mano de unos jóvenes aburridos y que ha tocado a su fin tras sesenta minutos, el sonido de cláxones y una carcasa mostrando una postal de camisetas en tono rosa y calles jalonadas por una gruesa alfombra roja caldosa y pringosa.
Con el olor a tomate aún en el ambiente y mientras la marabunta iba desapareciendo, han comenzado las labores de limpieza de fachadas (algunas protegidas por lonas) y calles, que en pocos minutos ya lucían impolutas y desinfectadas gracias al ácido de los frutos usados como artillería en esta original batalla, que ya espera con ganas una nueva edición en 2024.
Uno de los que no se ha querido perder la Tomatina ha sido el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, que ha seguido desde el balcón del Ayuntamiento este festejo, en el que un helicóptero y más de 200 agentes de la Guardia Civil, además de otros cuerpos de seguridad, se han desplegado para vigilar y atender cualquier incidencia derivada de la aglomeración.
Tomates procedentes de Castellón
Para la batalla, la cooperativa Citrimed, en La Llosa (Castellón) ha sido la encargada de llevar un año más hasta Buñol seis camiones cargados de tomates previamente seleccionados -se retiran los tomates verdes- y "ablandado" para que esté en óptimas condiciones para ser lanzado. Esta empresa lleva veinte años trabajando para un festividad que ya sienten "como una tradición".
Según ha contado su responsable, Javier Mechó, se trata de tomates de la variedad pera, que "este año están mejor" y que llevan un mes en cámaras "para que se vayan poniendo blandos", y dejan "un intenso color rojo en las calles al ser estrujados".
Unos cinco meses antes de esta fecha, en Citromed tienen que planificar la plantación de todos los tomates que se emplearán en la Tomatina y pedir previamente las semillas para que puedan ser cultivadas.