Miedo y lodo en Villamanta, zona cero de la DANA en Madrid: "He perdido todo lo que tenía"
- Algunos residentes han perdido sus casas, cubiertas de barro tras la crecida del río
- Varios se salvaron gracias a sus vecinos, quienes les rescataron y ahora ayudan en la limpieza
Entre el barro y la maleza que cubre la urbanización Zuvasa de Villamanta resalta un trozo de muro en el que se lee "Agua mansa". Es el nombre de una de las casas más afectadas por la tromba de agua que trajo la DANA, en una de las trágicas ironías que deja un temporal que se ha cebado con este municipio del suroeste de la Comunidad de Madrid y con otros cercanos como Aldea del Fresno o El Álamo.
Los vecinos describen como "miedo", "horror" o "angustia" la sensación que vivieron durante la noche del domingo. Pero también agradecen enormemente la solidaridad vecinal. Quienes viven en la parte alta de la colonia y no han sufrido tantos daños no han dudado en coger botas, palas y carretillas y acercarse a la parte más castigada, la cercana al arroyo, para ayudar a achicar el fango, omnipresente.
"Los vecinos son lo mejor que tenemos", asegura a RTVE.es Silvia, con lágrimas en los ojos. Su casa ha quedado completamente "inutilizable" y ni siquiera sabe dónde dormirá con sus hijos esta noche.
Refugio en el tejado
En apenas "unos minutos", como explica Alfonso, otro vecino, el agua que venía de la zona alta del pueblo y del arroyo desbordado anegó su jardín y empezó a entrar en casa. "Si esto hubiera pasado unas horas después, de madrugada, otro gallo habría cantado", cuenta, ya que si hubieran estado dormidos, no habrían podido escapar como hicieron.
“Si esto hubiera pasado unas horas después, de madrugada, otro gallo habría cantado“
En su caso, cuando el agua empezó a entrar en el interior, corrió a abrir la puerta de la casa para salir de allí, pero el agua ya cubría prácticamente su puerta y no pudo ni abrirla, por lo que subió a su tejado junto a su mujer, otro vecino que se había refugiado en su casa y su perro. "Allí estuvimos cerca de una hora, hasta que el agua bajó".
Luis, quien vive en una casa cercana, también pasó momentos de angustia en aquellas horas. "En cuestión de minutos empezó a subir el agua. Cuando ya nos llegaba por el pecho gritamos por la ventana pidiendo ayuda", ya que la corriente era tan fuerte que si salían les arrastraría, relata.
Uno de sus vecinos escuchó la llamada y se acercó a intentar rescatarles con cuerdas. Finalmente, logró saltar junto a su mujer por el muro exterior. Salieron "gracias a los vecinos", porque los equipos de emergencia estaban desbordados en esta zona y no daban abasto a las peticiones de auxilio.
"Te daba la sensación de que no podías salir"
Ana, vecina de otro chalet de esa colonia, también se encontró con una situación similar, ya que tampoco podía abrir su puerta. "La situación era de agobio, de terror, te daba la sensación de que no podías salir de aquí", recuerda, también emocionada. Finalmente, consiguió escapar junto a su marido y sus dos hijos y salió "nadando" hasta donde ya no cubría el agua.
Su casa ha quedado "destrozada", ya que el nivel del agua llegó hasta su cuello, ejemplifica. En el exterior, la entrada a su jardín se ha convertido en un cementerio de los coches de los alrededores, arrastrados hasta este punto por la corriente. "Ni casa ni coche ni nada", lamenta, a lo que se suma que, como tantos de sus vecinos, se ha quedado sin luz ni agua.
"Es que esto no es una segunda propiedad, es nuestra propiedad. He perdido todo lo que tenía", dice Silvia. Alrededor de la casa trajinan varias personas con carretillas y cepillos. La mayoría son otros residentes del pueblo, amigos y conocidos, aunque hay también varios operarios del ayuntamiento. "Aquí no está el alcalde, estamos nosotros", denuncia otro vecino de la urbanización.
Juan y Javi son dos jóvenes que viven en la zona alta de la colonia y que han bajado a ayudar. Como estaban incomunicados, se enteraron de que esta zona había quedado destrozada viendo la televisión. "Dijimos, 'pero si esto es aquí abajo', y venimos a echar una mano". Sin agua ni mangueras, se dedican a achicar todo el lodo que pueden y "a hacerlo lo más ameno posible" a los afectados.
“Dijimos, 'pero si esto es aquí abajo', y venimos a echar una mano“
"Debió de venir una ola"
"Este arroyo siempre ha estado seco, esto no había pasado nunca", dice otra vecina de la parte más cercana al río. Allí, Gema nos enseña su casa, donde el agua llegó a 1,60 metros y ha dejado inutilizados todos sus muebles y enseres. "La sensación al llegar esta mañana fue horrible. Ver que has perdido todo…", cuenta, entre lágrimas.
“La sensación al llegar esta mañana fue horrible. Ver que has perdido todo…“
Asegura, mirando hacia el río, que "no es que subiera el nivel del agua, es que debió de venir una ola", mientras señala los restos de su jardín, con trastos que el río ha traído desde otras casas. Sus propios muebles de exterior han acabado en los chalets de enfrente, muestra.
En esta zona del pueblo reina un extraño silencio, que solo se rompe por el sonido de los cepillos, el motor del camión de bomberos, y ocasionalmente, por el helicóptero de emergencias que baja hasta el río para buscar al hombre de 83 años desaparecido en la localidad.
Aparte de este caso, los daños son materiales, con hogares destrozadas, pero también con la vida de muchos vecinos vuelta del revés, sin saber siquiera dónde podrán dormir en las próximas noches. Aunque, eso sí, todos reconocen el aluvión de invitaciones para quedarse en sus casas que ha recibido de sus amigos y vecinos.