Los sénior también vuelven a clase: "Somos útiles y queremos seguir aprendiendo, el sofá te mata las neuronas"
- Muchas personas mayores encuentran en la universidad un apoyo crucial contra la soledad no deseada
- Las asociaciones de alumnos ofrecen también actividades y talleres que van desde baile hasta senderismo y arqueología
La vuelta a clase, afortunadamente, ya no tiene edad. Muchas personas mayores se suman estos primeros días de septiembre a los preparativos de niños, adolescentes y jóvenes para regresar a las aulas. Un momento clave del año que los estudiantes sénior viven con nervios, ilusión y, sobre todo, las mismas ganas que los más pequeños.
“El ambiente universitario mola, da mucha vida”, reconoce la presidenta de la Asociación de Estudiantes del Programa Universidad para Mayores de la Autónoma de Madrid (Aepuma), Marta De la Rosa. Tras la jubilación y ante “el nido vacío”, explica que para los mayores es fácil caer en la rutina del hogar, mientras que las aulas suponen una experiencia refrescante. “El sofá te mata el alma y las neuronas. Nosotros somos útiles, tenemos ilusión y queremos seguir aprendiendo”, defiende.
Muchas universidades españolas ofrecen programas específicos para personas de más de 50 años en los que no existen exámenes, sino que se rigen sencillamente por el placer de sus alumnos por actualizarse y descubrir nuevas pasiones. Son las conocidas como Aulas Universitarias para Mayores, espacios en los que, según la institución, se puede aprender desde filosofía hasta historia y ciencias a través de clases magistrales.
Pero el conocimiento no siempre es el principal atractivo de esas clases: son, además, una herramienta muy poderosa contra la soledad no deseada, entre otros múltiples beneficios.
De cumplir un sueño frustrado al “enriquecimiento”: los motivos de los mayores
Según la última estadística de la Asociación Estatal de Programas Universitarios para Mayores, el pasado curso académico 32.666 sénior accedieron a estos estudios en 49 universidades, de los que más de la mitad, 19.249, fueron mujeres. Esta diferencia entre sexos se encuentra reflejada en ocasiones en la falta de oportunidades de acceso que tuvieron algunas de ellas durante su juventud, relegadas al ámbito privado y al cuidado o sobrecargadas entre empleo y hogar.
Maribel Gavilán, de 73 años y primera presidenta de Aepuma, tuvo que empezar a trabajar desde muy joven cuando su padre murió. De naturaleza curiosa, uno de sus mayores deseos siempre fue formar parte de la universidad, pero hasta que le ofrecieron la prejubilación no se vio en las circunstancias ideales para dar el paso. De aquel entonces hace ya casi dos décadas y Gavilán continúa formándose en sus aulas. "No sé qué habría sido de mi vida sin ella", reflexiona.
En un mundo "más libre" y con mayores posibilidades, "el anhelo de seguir desarrollándose se potencia muchísimo más en las mujeres" e incluso entre aquellas que sí tienen formación universitaria, explica por su parte De la Rosa. No obstante, la psicóloga sugiere que existen otros motivos comunes a ambos sexos, tales como el deseo de actualizarse y de continuar formando parte activa de la sociedad. Razones que aumentan cada vez más, pues, asegura, el nivel sociocultural de los alumnos no para de crecer.
Con edades desde 50 hasta los más de 90 años, la presidenta de la Asociación de Alumnos del Aula de Mayores del Campus Bahía de Algeciras, Victoria Guerrero, también sugiere que otro de los motivos principales es el de "llenar el vacío que queda cuando te jubilas", pero de forma "enriquecedora". "No solo nos aporta en cultura, también en relaciones con otras personas con quien compartimos inquietudes", todo ello sin el "estrés" de aprobar unos exámenes y de tener que graduarse para acceder al mercado laboral.
Los posibles beneficios de volver a la universidad con más de 50 años
Más allá de los cursos de las Aulas Universitarias para Mayores, sus asociaciones de alumnos suelen ofrecer una gran variedad de talleres complementarios con los que, si así se quisiera, "se podría estar todo el día haciendo cosas", bromea De la Rosa desde la Autónoma de Madrid. "Damos desde actividades físicas como senderismo o baile moderno hasta arqueología, dibujo o fotografía", una diversidad tan "maravillosa" para luchar contra el edadismo como para cuidar la salud mental.
“Cuando estás activo y acompañado se terminan muchas enfermedades“
"Cuando estás activo y acompañado se terminan muchas enfermedades. Dejamos de tomar pastillas, de sufrir depresión o ansiedad y los dolores propios de la edad duelen menos cuando estás distraído", asegura la presidenta de Aepuma. Una opinión que comparten todas las entrevistadas por RTVE.es y sobre la que la presidenta de la asociación Julia Traducta, Victoria Guerrero, enfatiza el poder sanador de la socialización.
Guerrero entró a la universidad de mayores "por los pelos", apenas un día después de que las inscripciones se cerrasen. Por aquel entonces tenía 60 años, se acababa de jubilar tras años de trabajo compatibilizado con el cuidado de sus tres hijas y se encontró con una casa vacía y demasiado tiempo libre. Por eso, dice, para ella la mejor experiencia que le ha aportado la institución es la de crear nuevos vínculos e incluso recuperar otros del pasado al coincidir en el aula. "Si la clase empieza a las cinco y media, a las cuatro ya estamos quedando para el cafelito con leche", momentos cotidianos que dan vida y que, para muchos mayores, solo son posibles gracias a la universidad.
Pero los sénior no son los únicos que se benefician de las Aulas Universitarias para Mayores. Sus profesores, que en numerosas ocasiones son también docentes de la universidad regular, aseguran que la atención, el nivel cultural, las experiencias y las inquietudes de sus alumnos son impagables. "Para los docentes es un gusto participar en una clase donde se aprecia en el ambiente un interés que desgraciadamente no vemos en otras enseñanzas", detalla el subdirector del Aula de Mayores con sede en Algeciras, Jose Carlos Camacho. Los estudiantes, además, "son muy exigentes". "Y eso motiva al profesorado que está encantado de participar", insiste.
Un "momento dulce" para aprender: "Hay que dejar atrás la vergüenza"
Son tantos los posibles beneficios de las universidades para mayores que muchas personas terminan llegando para quedarse, ya sea a sus asociaciones o a los propios cursos. Maribel Gavilán lleva en ellos más de dos décadas y, asegura, desea seguir manteniendo la relación con la institución "hasta que ya no pueda más". Sin la presión de los exámenes, del trabajo o de las cargas familiares, defiende que se encuentran en "un momento dulce" para aprender. Algo que se ve reflejado en las listas de espera de algunas universidades.
Tanto Gavilán como Guerrero consideran que apuntarse a las aulas para mayores es "el mejor consejo del mundo" para todo aquel que se sienta solo, que anhele aprender o que simplemente quieran entablar nuevas relaciones. "Es el momento oportuno para enriquecerse cultural y socialmente, es maravilloso aprender simplemente por placer y divertimento" y la universidad "es el sitio adecuado para ello", continúa la presidenta de la asociación Julia Traducta.
Ahora bien, como los propios niños y jóvenes, volver a clase puede suponer un momento de nervios. Y para los sénior, bombardeados en muchas ocasiones por el edadismo, puede incluso provocar dudas y bochorno. "Ni miedo ni vergüenza, hay que dejarlos atrás", defiende al respecto Gavilán, quien insiste en que, para comenzar el camino universitario, tan solo hay que acercarse a secretaría o a la asociación de alumnos para preguntar. "Todos tenemos la mejor voluntad y estamos encantados de ayudar", al fin y al cabo, lo mejor de la universidad empieza con una charla.