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Análisis

Tres meses de contraofensiva en Ucrania: Kiev paga un alto precio por unos avances limitados

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Un soldado ucraniano en una trinchera cerca de Bajmut, en la región de Donetsk, el pasado 4 de septiembre. Foto: AP Photo/Libkos
Un soldado ucraniano en una trinchera cerca de Bajmut.

Tres meses después del inicio de la contraofensiva ucraniana, las líneas del frente apenas se han movido. Según Kiev, sus fuerzas han atravesado la primera línea de defensa rusa en Zaporiyia (sureste) y han recuperado territorio en los alrededores de Bajmut. En el noreste, contienen los ataques rusos hacia Járkov.

Con la llegada del otoño, las operaciones podrían ralentizarse o detenerse. La perspectiva es la de un conflicto que se alarga en el tiempo, y que podría llegar a congelarse.

Avances ucranianos en el sureste, presión rusa en el norte

La principal línea de contraataque ucraniano parte del territorio bajo su control en Zaporiyia y tiene como objetivo último Melitopol y Berdiansk, en el mar de Azov, para cortar el corredor terrestre que une Crimea con Rusia. Para ello tiene que salvar, bajo el fuego artillero, tres líneas defensivas rusas con fosos, obstáculos y minas.

La información oficial es difícil de confirmar. Kiev asegura que ha roto la primera línea rusa en Robotine y avanza hacia Novoprokopivka y Verbove. Rusia no lo reconoce oficialmente, aunque fuentes locales prorrusas hablan de "retirada táctica".

Los rusos han trasladado refuerzos al sureste, y presionan en el noreste: sobre Kupiansk, Limán, Avdíivka y Márinka. En Bajmut, los ucranianos han recuperado terreno al norte y sur de la ciudad.

Rusia y Ucrania se disputan también las islas en el delta del río Dniéper. Kiev afirma que sus tropas han cruzado a la orilla izquierda en algunos puntos. Por último, Ucrania ha llevado también la guerra de drones a territorio ruso, con ataques sobre las regiones fronterizas (Bélgorod, Briansk, Kursk, Krasnodar) y Moscú, además de Crimea, donde incluso hubo un breve desembarco de comandos.

El coste de la contraofensiva es muy alto: según el New York Times, que cita fuentes de la administración estadounidense, Ucrania ha sufrido 70.000 muertos y 100.000 heridos, y Rusia 120.000 muertos y más de 170.000 heridos.

Ucrania defiende sus avances y pide más armas

EE.UU. y la OTAN reconocen avances "graduales" de los ucranianos, mientras estos insisten en subrayar sus éxitos, por limitados que sean."Criticar la lentitud de la contraofensiva es escupir a la cara de los soldados que sacrifican su vida para liberar un kilómetro tras otro", zanjó el ministro de Exteriores ucraniano, Dimitro Kuleba.

A Ucrania se le está cerrando la ventana de oportunidad climática

El problema es que la meteorología va a cambiar, y con ella las condiciones del combate.

"El siguiente problema que van a tener los contendientes, pero sobre todo el que ataca, es que llegará el otoño y las lluvias, y la movilidad fuera de las vías de comunicación, que es la que hay que emplear en batalla, se va a ver reducida o imposibilitada", explicaba a RNE Francisco Gan Pampols, teniente general retirado.

"Esa ruptura de la primera línea que se anuncia puede que no sea ni con la profundidad ni con la calidad que cabría esperar para explotarla, porque detrás hay más unidades rusas, y el ritmo de avance es muy, muy lento", abundaba.

"A Ucrania se le está cerrando la ventana de oportunidad climática", coincide, en declaraciones a RTVE.es, José Manuel Sanjurjo, vicealmirante retirado y vicepresidente de la Real Academia de Ingeniería.

Sanjurjo destaca la solidez de las defensas rusas, "con una densidad de minas como jamás se ha visto", y las enormes pérdidas entre los equipos de desminado y los soldados que combaten "trinchera a trinchera". "Ucrania no puede sostener este nivel de bajas mucho tiempo", considera.

"Tengo la impresión de que la contraofensiva se va a quedar más o menos donde está. - concluye el vicealmirante - Han abierto la brecha, pero no suficientemente, y hay peligro de que los embolsen".

Kiev insiste en que lo que necesita son más armas. Concretamente, aviones F-16, y misiles de largo alcance (como los ATACMS estadounidenses y Taurus alemanes).

"Los misiles de largo alcance tierra-tierra pueden tardar meses en llegar, y darles F-16 es crear una fuerza aérea paralela, y eso lleva dos años. - advierte Sanjurjo - No hay que esperar que aparezca ningún arma que vaya a resolver la contraofensiva".

La guerra de desgaste pone a prueba a los contendientes

A estas alturas, el conflicto es una guerra de desgaste que pone a prueba tanto la capacidad militar de los contendientes como su economía, su voluntad de lucha y sus alianzas.

Ucrania asegura que dispone de 250.000 soldados y que puede movilizar a otros 700.000, pero no será fácil. El Gobierno cesó a todos los responsables de reclutamiento por aceptar sobornos para librarse del servicio militar, mientras Polonia se dispone a extraditar a 80.000 ucranianos en edad militar que huyeron al comenzar la guerra.

Según una encuesta de junio elaborada por el Instituto Sociológico de Kiev, la mayoría de los ucranianos creen que la guerra se alargará aún "más de un año", y esperan que termine con un regreso a las fronteras reconocidas internacionalmente.

"Los ucranianos eramos conscientes de que no podíamos echar a los rusos en esta contraofensiva, que iba a ser un paso más", declara a RTVE.es Víktor Savkiv, politólogo residente en Madrid.

Esta guerra puede durar años. Los ucranianos nos preparamos para lo peor, y esperamos lo mejor

El objetivo es, añade, "conseguir avances que hagan ver a Rusia que su invasión no tiene sentido y que no va a conseguir nada escalando el conflicto". "Esta guerra puede durar años. Los ucranianos nos preparamos para lo peor, y esperamos lo mejor", subraya.

Ucrania resiste gracias al apoyo de sus aliados. EE.UU. ha suministrado hasta ahora más de 40.000 millones de euros en asistencia militar. Reino Unido es el segundo donante (5,3 mil millones de euros), y la Unión Europea ha aprobado dedicar 2.000 millones a la compra de armamento.

La pregunta es cuánto tiempo se mantendrá esta ayuda, en un marco económico de débil crecimiento y cuando los propios arsenales occidentales se están vaciando.

El secretario de Estado, Antony Blinken, ha reiterado en Kiev la firmeza del apoyo estadounidense, pero las elecciones presidenciales de 2024 podrían complicarlo. Entre los republicanos crece la oposición al gasto, y Donald Trump, favorito en las primarias, dijo que acabaría con la guerra "en un día".

El potencial de Rusia es mayor, por lo que el tiempo corre a su favor. Sus tropas superan tres a uno a las enemigas, y planea aumentar sus Fuerzas Armadas hasta el millón y medio de efectivos.

Vladímir Putin se ha reforzado internamente con la muerte de Yevgueni Prigozhin, y cuenta con la alianza de China y la colaboración de otros socios, como Bielorrusia, Irán o Corea del Norte.

El apoyo de los rusos a la "operación militar especial" es alto, según las encuestas, aunque una mayoría apuesta por negociar y las sanciones comienzan a hacer mella en la vida diaria.

"Los medios oficiales rusos no hablan de la contraofensiva, ni de la situación real, son propaganda pura", afirma Daria Gravrilova, periodista rusa afincada en Barcelona. "A largo plazo, puede aumentar el descontento si lo que está ocurriendo toca personalmente a los rusos, como cuando aumentan los precios y no los salarios y empeora la calidad de vida, o con la movilización de reservistas, que fue muy impopular".

Conflicto congelado o negociación

José Ángel López, profesor de Derecho Internacional y RRII en Icade y un experto en los conflictos del espacio ex-soviético, advierte de que Putin va a poner en juego todos los recursos necesarios porque "se juega su superviviencia física y política". "Ahora mismo estamos ante una guerra que Putin no puede perder y Ucrania no puede ganar", considera.

"Los escenarios más factibles - añade - son el enquistamiento y la congelación del conflicto, con una nueva parada hasta bien avanzada la primavera, o llegar a algún tipo de armisticio", es decir, una suspensión de la actividad militar sin ningún cierre definitivo ni acuerdo de paz, en el que solo se fijan las líneas del frente.

López cree que desde Washington y Bruselas han empezado a llegar "globos sonda" sobre una negociación.

El jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., general Mark Milley, advirtió de que expulsar por las armas a 200.000 o 300.000 soldados rusos "va a ser muy difícil". "Otra manera de salir de esto es mediante negociaciones, y puede que eso también ocurra", dijo.

Stian Jenssen, asesor del secretario general de la OTAN, sugirió una posible fórmula de paz por territorios, y la protesta ucraniana le obligó a rectificar.

La postura oficial de Kiev es descartar cualquier cesión territorial, incluso en la parte del país que no controla de facto desde 2014 (Crimea y el Donbás).

"Zelenski dice que no se va a ceder un ápice de territorio. Bueno, pues es la situación en la que estamos - advierte el profesor de ICADE - Putin no puede ceder lo que ya tenía, no podría justificar esta agresión salvaje con este coste, y Ucrania tampoco lo va a ganar".

"Treguas, acuerdos de paz, compromisos... Para la filosofía de Putin eso son cosas de débiles. - asegura Daria Gavrilova - Para que haya un acuerdo de paz que Ucrania vea razonable, no tiene que estar Putin".

Víktor Savkiv subraya que "la memoria histórica reciente" de los ucranianos les lleva a pensar que Moscú no cumple sus pactos. "¿Qué sentido tiene ahora sentarse a negociar con Putin cuando pasa por encima de cualquier acuerdo, incluso con su propia gente?", se pregunta.

Cada día que pasa aumenta el coste material y humano de la guerra. En marzo, el Banco Mundial calculaba que la reconstrucción requeriría 383.000 millones de euros. Por su parte, la ONU estima las bajas civiles hasta el 27 de agosto en 9.511 muertos y 17.206 heridos.